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Constelaciónes, Prólogo.

14 May 2024Mitxel
El enorme tren de aterrizaje se posó sobre la superficie arcillosa de Montara Luna, soportando el gran tonelaje de la nave sobre sus fuertes amortiguadores, mientras los propulsores expulsaban su último aliento, antes de ser desactivados.

Al rato, la rampa exterior frontal descendió, dejando ver a una mujer vestida con un traje espacial sin casco. Tenía el pelo largo, recogido con una coleta y de color azul. Su brazo extendido, se encontraba apoyado sobre el mando de apertura de la rampa. Se quedó largo tiempo observando aquel lugar, como si algo la impidiese continuar la marcha, hasta que al final, decidida, descendió con lentitud y se dirigió hacia los restos derruidos y calcinados de lo que antaño sería una granja familiar.



Varios trozos de lona sesgados de un invernadero, que logró sobrevivir al incendio, se agitaban por la acción del viento. El ruido que generaban, era lo único que rompía el silencio en aquel lugar, dejando ver entre ellos, a la mujer acercándose lentamente a aquellos escombros de piedras y madera calcinada.

Al llegar a lo que en su día era un gran salón, se agachó con la rodilla al suelo y con el guante, recogió parte de la ceniza, que el viento fue esparciendo por el aire, hasta dejar varios restos de suciedad en él.

Mas tarde, una hilera de huesos humanos enmugrecidos, se hicieron visibles a medida que apartaba los restos de las cenizas.

El logotipo de Constelación, se hizo visible más tarde en una de las hombreras del traje Mark I de la mujer. Su rostro, expresaba claramente el gran pesar que llevaba en su interior. Acto seguido, escuchó el sonido arenoso de unos pasos que provenían de su espalda.

-¿Los conocías?.
-Mi padre, mi madre y... mi hermano.
-Lo siento, no... no lo sabía.
-No tenías por qué.
-Tienen que sentirse orgullosos de que pudieras sobrevivir a esto y en lo que te has convertido, Mitxelle.
-Mi padre seguro que no... si supiera que acabé formando parte de las Colonias Unidas, jamás me lo perdonaría.
-Estoy segura de que si.
-Créeme, el luchó en la guerra colonial contra ellos, y yo ahora... me he convertido en lo que él más odiaba.
-El luchó por sobrevivir, al igual que tú luchaste por tu supervivencia. Estaría orgulloso de verte, de formar parte de algo tan grande, algo que no aplica a grupos o individuos, sino a la propia humanidad en sí.

-Gracias, Sarah.


La tarde estaba llegando a su fin, y Cheyenne se acercaba al horizonte, dibujando una atmósfera de luz cálida y anaranjada entre las nubes.

A las afueras, junto a un viejo árbol, la silueta de tres montones de piedra apiladas junto a una cruz en cada una de ellas, contrastaba con el fondo anaranjado de la estrella en el horizonte. El brazo mecánico de un robot articulado, apiló una última piedra sobre uno de los montones.

-Gracias, Vasco.

Vasco giró su cuerpo metálico hacia Mitxelle, observándola con aquella gran lente que formaba parte de su cuerpo.

-Aún, trato de comprender, cómo pudo, sobrevivir un ser humano, aplicando las condiciones atmosféricas del lugar, temperatura, humedad relativa, más la orografía y la fauna salvaje del lugar... la, probabilidad, de, supervivencia era de, una, entre un mill...
-Vasco... ahora no es el momento. -Sugirió Mitxelle.
-Lo siento, discúlpeme, sólo trataba de, ser... empático, aunque desconozco, si esa es, la, palabra adecuada, al término de aquello, que, siento querer, expresar...
-Vasco... ¿Puedes ir a mirar el compensador de la Frontier?, creo que anda fallando últimamente. -Interrumpió Sarah.
-Si... Claro. Con, su permiso.

El cuerpo metálico de Vasco, giró en redondo y se fue alejando poco a poco, tras el fuerte ruido de sus metálicas pisadas.

-Gracias, Sarah.
-El lo intenta.
-Si, lo sé.

Una lágrima caía de uno de los azulados ojos sobre su mejilla, a medida que las pisadas de Vasco se alejaban.

-Has sido muy valiente viniendo aquí, después de tanto tiempo. No imagino lo duro que tuvo que ser para ti.
-¿Duro?. Tenía sólo 11 años, Sarah.
-Lo sé, por eso lo digo.
-Cuando te vi enfrentarte a tu pasado, me di cuenta de que tenía que dar yo también este paso.

Sarah se abrazó a Mitxelle.

-Y sabes que te lo agradezco enormemente.
-Si... también lo sé. -Dijo Mitxelle, sin apartar la vista de las tumbas de su familia.
-Ahora tu familia descansa en paz, junto a estas magníficas vistas, celebrando que sigues aqui, en cuerpo presente con ellos... vuelvo a la Frontier, tómate tu tiempo, regresa cuando lo creas necesario.

Mitxelle dejó sujetar la mano de Sarah, pero sin llegar a retirar el brazo de su hombro.
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