Un cuestión de gravedad
10 Mar 2021Manuel
No paso mucho tiempo antes de que consiguiere el equipo necesario (al menos a mi parecer entonces) para una expedición al espacio profundo.Habiendo mejorado todos los módulos, mi nave ostenta una capacidad de salto nada desdeñable, 71,5 años luz. Aunque no muy convencido, pensé que con un colector de combustible clase "4-A" seria suficiente (en lugar del máximo posible que es un clase "6-A") , un programador de drones para reparación clase "1-A", y propulsores clase "4-D"; tras montar esos elementos, revise el mapa galáctico.
Hace algunas semanas había marcado unos puntos de interés, sitios que mostraban un disco de polvo o un "halo" en derredor al sistema en cuestión. Mis experiencias anteriores me habían llevado a encontrar elementos masivos (grandes cantidades de estrellas, gigantes o supergigantes, agujeros negros ¿el ego de Zacary Hudson?, ¡quien sabe que podría haber!) así que puse mira al mas cercano, el sistema HIP 38716.
Pase las siguientes dos en ruta, con mas tiempo invertido escaneando planetas, mapeando y demás, que en vuelo. Tras unos 12 - 15 saltos, consegui llegar y, ¡oh maravilla!, ante mi una majestuosa estrella clase O. Imponente, brillante y escoltada por una ingente cantidad de estrellas y algunos planetas.
Luego de escanear el sistema (que ya había sido cartografiado en su mayoría por algún explorador anterior) , el tercer planeta de la estrella principal me llamo la atención (un cuerpo rocoso rico en metales) así que me enfile a ello.
Tras escanear la superficie, mostraba una respetable cantidad de señales geológicas y algunas biológicas, razones de peso para atraer (cual polilla a las flamas) a mi espíritu explorador. Cruce sin contratiempos los segundos luz de distancia, y enfile en pos a la señal mas cercana, tomando la prudente decisión de acercarme a la "cara" iluminada.
Completando el descenso orbital, y al iniciar el planeo, me inquieto la celeridad con que el altímetro mermaba su cuenta; algo en mi interior (¿quizás el eco de los pioneros antiguos, o las dos únicas neuronas sensatas en mi cráneo?) me conminó a poner los propulsores en reversa y al 100% de capacidad.
Los segundos pasaron con incertidumbre y tensión creciente, en nada mitigada por el crujir del casco y el silencio reinante.
Culminando el planeo, creció mi zozobra cuando ¡para nada se reducía la velocidad de descenso!, ¡era una loca y descontrolada caída libre!. A menos de 2 kilómetros de añadir un nuevo cráter a la superficie del planeta (sazonado con mis restos desperdigados) vire en sentido perpendicular a la inminente destrucción vía aterrizaje estilo panqueque y active el posquemador.
Los segundos pasaban y era presa de un pánico cerval, solo podía esperar el desenlace; apretando los dientes, dirigí todo el poder a los escudos y espere el impacto.
Tras el
Aliviado y agradecido al poder que fuere, empece a fabricar drones para las reparaciones.
Al concluir la tarea, y ya regenerado el escudo, despliego el tren de aterrizaje, listo ya, para poder explorar ese planeta. Inicio el descenso (otra vez) y... Lo siguiente fue volver a caer estrepitosamente, ¡y perder potencia en el escudo sufriendo un 10% de daños al casco!.
Totalmente perplejo, estabilice la nave, volví a reparar, esperar a que se fortaleciera el escudo, y ahí, frente a mi, en el altímetro estaba la respuesta.
El maldito planeta tenia 3.95 veces la gravedad terrestre.
¡Con razón me estampé contra el mismo!...
Finalmente pude aterrizar (con máxima cautela y no poco miedo), y usar el vehículo de reconocimiento para rodar por la superficie.
Al menos las vistas resultaron espectaculares, los materiales útiles, y la experiencia una de la cual pude salir caminando.
Eso si, creo que aprendí a Revisar la gravedad ANTES de aterrizar.