Cmdr Samwell Aeducan | |||
Role Privateer / Explorer | Registered ship name llv skyrim | Credit balance - | |
Rank Elite V | Registered ship ID Imperial Cutter SA-01C | Overall assets - | |
Power Arissa Lavigny-Duval |
Personal content
Real name
Place of birth
Year of birth
Age
Height
Weight
Gender
Build type
Skin color
Hair color
Eye color
Accent
El día de su 30 cumpleaños, el 15 de Mayo de 3303 del calendario terrestre, Samwell iba vestido para la ocasión. Esperando como venía siendo habitual, un festín de vanidades, caprichos y derroches. Sin embargo, solo encontró a su padre, su abuelo y a su madre, en el dorado salón de ceremonias. Ellos portaban el uniforme de gala de la casa Imperial, colmados de galones. Ella, lucía un discreto luto. Su padre habló con mentón alto y mirada vigorosa.
"Una rata no echa de menos ser un hombre, porque no conoce el significado de ser un hombre. Vivirá como una rata el resto de su vida porque no conoce otra cosa. Pero el hombre debe conocer cómo vive la rata, para evitar que su casa, se llene de estas. Tú has comido, viajado y follado todo lo que has querido. Ya sabes lo que es ser un Aeducan. Pero desconoces la otra parte. La que nos hace fuertes. Ahora te lo arrebataré todo, para que sepas, que significa ser un miserable. El amor no ha pagado todos tus caprichos durante este tiempo. Lo hizo la necesidad de crear un individuo feliz en su burbuja, para ser destruido y llevado al suelo. Pero no te enviamos desarmado. Has tenido a los mejores instructores en el campo de las finanzas, la lingüística, la historia y la guerra. Serás un hombre con piel de rata."
"Sin embargo, si tu ambición por volver a tu familia no es fuerte, esa piel se acabará convirtiendo en tu verdadera identidad. Y no lloraremos tu pérdida, porque un Aeducan, no llora la perdida de una rata. Y otro de tus hermanos en la linea de sucesión, en este caso tu hermana Lydia, ocupará tú mismo lugar, tal día como hoy en un futuro. Y oirá estas mismas palabras.”
Samwell estaba perplejo y pálido, a la vez que intentaba asimilar lo que estaba sucediendo.
El tono de su padre cambió y una voz penetrante y cálida, le transmitió un recuerdo de su pasado. Posó la mano sobre su hombro.
“Pero te garantizo que si regresas, el vino sabrá más dulce, y apreciarás de verdad las caricias de una mujer. Y jamás olvidarás que tu posición en la galaxia no es un derecho, si no un regalo. Un regalo que legarás a tus hijos. El más preciado que podrás darles: Tu apellido y tu posición. Muchas familias han caído en la desgracia, porque han olvidado esta valiosa lección. Nosotros no la olvidamos.”
Samwell quería decir algo, pero su voz sonó áspera y débil.
“yo..” En ese momento su madre y su abuelo le dieron la espalda. Su padre dio un paso atrás y habló por última vez.
“Los guardias te acompañarán a la órbita. Allí dispones de una Sidewinder a tu nombre. Debes llegar hasta el confín de la galaxia y traer pruebas de ello. Este acto requerirá de ti todo tipo de destrezas, en el campo de la navegación, la economía y la guerra. Destrezas que un Aeducan debe tener. Si dentro de una década no has regresado, tu hermana Lydia ocupará tu lugar. A partir de ahora, se te prohibirá las comunicaciones con la familia y te serán retirados todos los permisos de acceso y cuentas. A bordo de esa Sidewinder tienes todo lo material que necesitas para empezar. Lo inmaterial ya lo llevas contigo. Buena suerte hijo mío.” En ese momento su padre le dio la espalda y los guardias, dieron un paso al frente, haciendo que Samwell, se sintiera de pronto, un criminal en su propia casa.
“Padre yo…” Pero no recibió respuesta, solo la mirada de los guardias.
Samwell no lo sabía, pero aquellas fueron las últimas palabras que le diría a su padre en vida. La vida de Samwell y la de su familia, iban a discurrir por derroteros muy diferentes, a los que la tradición había marcado durante siglos en la familia Aeducan. Un camino que llevaría a Samwell Aeducan a convertirse en el personaje histórico que conocemos todos hoy en día.
Una hora después, estaba en la estación espacial contemplando su planeta azul desde una ventana.
Su mente era un maremoto de furia, miedo e impotencia. Se sintió ridículo con aquella ropa festiva que llevaba, rodeado de gente. Logró cambiarse en un rincón y vendió la ropa a un mercader, que perplejo, vio como aquel chico aceptaba un precio ridículo por aquel costoso atuendo. “Habrá asesinado a alguien y esta ropa estará marcada con ADN. Querrá deshacerse de ella. Tengo que descontaminarla antes de revenderla o tendré problemas.” pensó.
Samwell llegó hasta el hangar que los guardias le habían dicho y allí estaba. Una Sidewinder, que pronto reconoció como su primera nave de prácticas, por el número del fuselaje. Samwell sonrió amargamente, pues se dio cuenta, de que aquella sería la última ayuda que recibiría. Una nave con controles que le eran familiares. Una galaxia entera y una nave ridículamente pequeña. Con ella no llegaría lejos, a si que tendría que conseguir créditos, para comprarse otra. De pronto este pensamiento, le llevó a una lista casi interminable de tareas, a las que debía enfrentarse y estuvo a punto de desesperar. Y de pronto vio algo. En el fuselaje de la nave había algo más.
Un recordatorio de lo que sucedería, si no lograba su cometido.
La nave, se llamaba Lydia.
(continuará..?)