Ascenso
28 Mar 2019Lobo Estelar
El mensaje me sorprendió. Se trataba de un requerimiento del alta mando para que me presentara en las oficinas de nuestro cuartel general, situado en Hopkins Enterprises. Hopkins es una fructífera base, dedicada al comercio y a la industria, que guarda un secreto en su interior.
Cuando llegué hasta las oficinas el suboficial de guardia me indicó que debía dirigirme al castillete, el pequeño recinto amurallado situado en la parte trasera de nuestras oficinas. Según algunos, en aquel bunker se guardan algunas de las reliquias más valiosas para corsarios. También es el lugar para las ceremonias y los consejos de guerra. Pocos pueden imaginar que en el interior de aquel avanzado puerto estelar se esconda un recuerdo del pasado tan poderoso.
El bunker es una sólida estructura de acero y hormigón, revestida de mampostería decorativa que recordaba los muros de un antiguo castillo. No hay ventanas, solo una puerta automatizada de acero a la que se accede mediante un escaner de retina. Dos guardias armados velaban la puerta.
Cuando la puerta se abrió pude ver las escaleras que conducían hacia el subterráneo de acceso. Las paredes de ese pasillo descendente eran de piedra, iluminadas levemente por unas lineas iridiscentes que marcaban los escalones y las propias paredes. Las luces parecían moverse, simulando una iluminación más primitiva.
El pasillo acababa por morir a unos 30 metros de profundidad. Al final de él una gran puerta doble de madera de roble sellaba el paso.
Abrí la puerta con decisión, pues sabía donde me llevaba. Ante mi estaba el enorme Salón de Heroes, utilizado según la tradición de Corsarios para actos solemnes. Las paredes de aquel lugar estaban revestidas de tapices con escenas de la tradición nórdica. Detenerse a contemplarlos era siempre una delicia, por lo delicado de sus hilos y telas. Uno de ellos mostraba a las gigantas jotun fenja y menja, sentadas en una piedra primigenia. Otro mostraba a Odín perdiendo su ojo y sujetando el hacha. Pero mi favorito era lógicamente el que presidía todo el salón, una escena sobre el Ragnarok donde se veía al lobo gigante Fenrir persiguiendo al sol.
En una de las paredes había una gran chimenea hueca y sin uso aparente, porque lo cierto era que el fuego estaba situado en otro sitio.
En el centro del salón estaba la gran mesa, una enorme estructura de madera de 20 metros de largo por dos de ancho en forma de U entorno a la que se reunían los corsarios. No había ningún puesto de presidencia. Entorno a esa mesa, todos eramos hermanos, todos teníamos voz. Y en el hueco que formaba esta mesa era donde se situaba el fuego, un misterioso portento tecnológico que simulaba perfectamente el calor, el olor y hasta el brillo cambiante de una hoguera.
- Pasa, Lobo, pasa y siéntate. Te estábamos esperando – Era el comandante Tcas quien hablaba, el almirante de nuestra flota.
Entré en la sala y me dirigí hacia uno de los asientos vacíos. Todos los presentes tenían una jarra de hidromiel en frente, y al poco un subalterno trajo otra para mi.
Hemos observado las acciones que habéis estado haciendo en Adeka, tanto tu como el comandante Pacote. - Continúo Tcas. - la hermandad ha decidido ascenderos en vuestra responsabilidad. El comandante Pacote, explorador y mercante, ha sido ascendido a Vicealmirante. En tu caso, Lobo, debido a tus obligaciones como gobernador, hemos decidido ascenderte a contraalmirante.
El almirante alzó su jarra y gritó.. Skol!!!!
Todos alzaron sus jarras y gritaron al unisono también. Pacote se reía y me miraba. - ¡Parece que no lo hemos hecho tan mal, chaval!
A partir de ahí la celebración se prolongó durante una breve media hora. Habla aun muchos temas que tratar relativos a nuestra hermandad y su destino. Miré a aquellos hombres y me sentí satisfecho. Con ellos todo era posible.