De Esclavos y Señores
04 Apr 2019Lobo Estelar
Me encontraba junto al terminal, buscando algún trabajo que realizar, cuando alguien me tocó el hombro ligeramente. Estaba en Musubia y no conocía a nadie allí. Aquel era un hombre rechoncho, menudo, pero elegantemente vestido. Usaba unas pequeñas gafas redondas y en su mano llevaba un maletín gris que le delataba como hombre de negocios o funcionario. Me saludó tocándose el ala de un gorro de estilo clásico.
- Soy el comodoro Lucien Parrish... ¿es usted piloto?
Asentí con la cabeza y lo observé detenidamente. Sin duda, parecía una oportunidad de negocio.
- Estoy tratando de llegar hasta el Puerto Watt, en el sistema de Enayex. Tengo que realizar una visita rutinaria a las minas del sistema y necesitaría una nave rápida para llegar y realizar el recorrido. Le pagaré bien.
- Tengo una Dolphin con camarotes de primera en Adeka -le respondí - y podría estar aquí en media hora. Ese servicio nos meterá en el corazón del imperio, señor. Pero si le parece podemos vernos en los hangares de embarque en una hora.
El hombrecillo asintió y desapareció entre la gente de la cafetería cercana. Yo dispuse las ordenes necesarias para que mi Usuaia, una nave de lujo `para transporte de pasajeros, estuviera en ese hangar lo antes posible.
La carga de combustible se realizó sin contratiempos y a la hora fijada estábamos saliendo de Adeka con rumbo a un sistema situado a 200 años de distancia.
Enayex entro en los salones de la fama minera a raíz del ascenso al poder de la familia Mastopolos. Originarios de Achenar, el sistema capital del Imperio, varios miembros de esta familia alcanzaron cargos de poder en el senado. En 2951 el Imperio se encontraba en plena expansión terraformista, lo que provocó una monumental crisis de recursos. En aquel momento Giya Mastopolos, duque imperial, centró todos sus esfuerzos en encontrar una fuente de recursos lo suficientemente importante como para alimentar las inmensas fauces del imperio. Financió de su bolsillo una flotilla de naves exploradoras que fueron enviadas al sistema Zeaex, lo que resultó beneficioso para Erronsa y Francis Ashfield, quienes luchaban en aquel momento con Grambourne Cambridge, una corporación de la federación, por unos derechos mineros. El imperio resultó favorecido por el movimiento de los Mastopolos, quienes acabaron fundando una empresa de mineria, La Mastopolos Mining. A partir de aquel momento comenzaron a realizar prospecciones en tres sistemas, convirtiéndose en una de las nueve mega corporaciones del imperio.
En la actualidad mantienen su centro operativo en Enayex, el sistema al que nos dirigíamos. Tardamos una media hora en llegar, aprovechando el impulso de varias enanas blancas.
Nuestra estancia en el Puerto Watt, un puerto espacial clase Ocelus, fue breve. El señor Parrish solo debía notificar a las autoridades su llegada antes de comenzar la revisión de las estaciones mineras. Así que montamos de nuevo y nos dirigimos hacia ellas, situadas al rededor de la segunda y lejana estrella de aquel sistema binario.
Cuando llegamos a Coleman Relay, un polvoriento puesto fronterizo en la superficie de un planeta helado, comencé a ver por primera vez el inmenso poder de aquella corporacón. Máquinas de extracción y hombres salían y entraban bajo un férreo control casi militar. Esas fuerzas uniformadas eran la seguridad privada de Mastopolos Mining, pues en todo el sistema se cumplía la ley de la corporación. También pude ver, por primera vez, ingentes cantidades de esclavos, trabajadores uniformados obligados a trabajar para cubrir sus deudas.
- Por su gesto veo que le disgusta la imagen de los esclavos, comandante - El señor Parrish me miraba por encima de sus gafas, entre sorprendido y divertido - Forman parte de la tradición imperial, como sabe. Y no somos salvajes. Hay una ley que protege a estas personas. Esta gente no solo recibe la paga regulada por el imperio, sino que al termino de su condición de esclavos reciben una cuantiosa prima en función de su productividad. Si los esclavos imperiales están bien cuidados, estos son los mejor cuidados de todos ellos.
Así debía ser, puesto que no veía ningún rostro triste o apesadumbrado. Esclavos pagados, con primas en su jubilación... No se hasta que punto podría ser peor que algunas de las vidas que muchos ciudadanos supuestamente libres llevan. Sonreí a Parrish. Todo es cuestión de perspectiva, supongo.