Hacia lo Desconocido (II): La Nebulosa del Anillo Fino
07 Jun 2019Lobo Estelar
Andaba moviendo algunos papeles en la mesa de bitácora de mi camarote, en mi Nómada, cuando me dí cuenta que el viaje hacia Eta Carinae era demasiado largo para hacerlo sin mirar por la ventanilla. Ordené a Shirka, la IA de mi nave, que encendiera la computadora de navegación y rastreara posiciones de interés a lo largo de mi ruta. Efectivamente había cosas que estaba pasando por alto. Casi me había saltado un curioso fenómeno astronómico, quedaba a mi izquierda. Debía girar buscando el centro galáctico.
Al principio no conseguí verla, de tan pequeña que era. Estaba buscando la nebulosa planetaria del Anillo Fino, también conocida en los catálogos astronómicos como Shapley 1. Esta nebulosa se hizo popular en los círculos astronómicos por ofrecer un anillo perfecto y diminuto, observable en el hemisferio sur terrestre, en la constelación de la Escuadra. Lo realmente llamativo es que el planeta Tierra estaba perfectamente alineado con esta nebulosa toroidal, por loque su bellísima forma perfectamente circular era observable mediante telescopios.
Fue descubierta en 1936 por el astrónomo Harlow Shapley. Shapley fue un importante científico norteamericano y principal impulsor del Observatorio del Harvard College. Este singular científico hizo muchas aportaciones a la astronomía como sus cálculos para determinar el tamaño de la galaxia. Mantuvo además un encendido debate con Hubble sobre la existencia o no de otras galaxias a parte de la vía láctea. Pero quizás la aportación que más aprecio es su Teoría del Cinturón del Agua, teoría que hoy conocemos como Zona de Habitabilidad, esa mágica zona al rededor de una estrella, a la distancia precisa en función de su tamaño y energía, en la que el agua surge contra todo pronóstico.
Y ahora estaba allí por aquel descubrimiento que hizo en cielos sureños. La verdad que lo de nebulosa planetaria es solo un decir. Nada queda tras la devastación provocada por un evento de este tipo. Este tipo de nebulosas aparecen cuando una estrella lo suficientemente masiva comienza a perder sus capas exteriores mostrando su caliente núcleo interno, que se irradia hacia el exterior en una deflagración cósmica. La burbuja de gas y polvo irradiada se desplaza a gran velocidad. En el caso en concreto que nos ocupa tenemos una enorme estrella Wolf-Rayet. Estas son estrellas supermasivas, que pierden grandes cantidades de masa debido a los vientos estelares. la estrella que da energía a esta nebulosa es extraordinariamente brillante, con tonos azulados que se mueven hasta el ultravioleta.
Pero ella sola no habría podido construir este enorme donut de polvo y gas. Para que surjan nebulosas toroidales como esta es necesaria una estrella compañera. Juntas, en su danza eterna y acompasada, consiguen dar forma a este espectacular arco de energía. La estrella compañera en este sistema binario es de clase K, y sus amarillentos rayos aparecen realzados por el polvo reinante en la zona.
Nada queda en este espacio de desolación, salvo estos dos astros. Ha llegado el momento de trazar un nuevo rumbo hacia el abismo.