Bajas
13 Mar 2023Smoht
Al piloto Ortega le conocí en Picenile.Durante la evacuación de Hadfield Observatory me encontré con un grupo de pilotos cerca de los hangares. Unos siete, calculé de un vistazo rápido. Estaban sentados sobre cajones de almacenamiento o en suelo, en uno de los pasillos del vestíbulo. Vi algunas botellas que circulaban de mano en mano, y otras ya vacías apartadas junto a la pared.
- ¡Comandante!
El piloto que llamó mi atención levantó una de las botellas hacia mi, en gesto de ofrecimiento. Estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Me acerqué y tomé la botella, asintiendo con la cabeza. Ni siquiera miré que era lo que estaba a punto de echarme a la garganta. Me llené la boca con ello y dejé que el licor comenzara a quemarme la lengua antes de tragar lentamente. Le devolví después la botella al piloto, que inmediatamente se la cedió a quien estaba a su lado.
-Parece que esto se acaba -dijo.
-Bueno, aquí si. Pero créeme, hay lucha de sobra si es lo que quieres.
-Le dimos bien a ese Basilisco, ¿verdad?
Le miré un instante, deduciendo que habíamos luchado juntos el día anterior.
-¿Estabas ahí fuera cuando vino? -pregunté, aun sabiendo que la respuesta era obvia.
-Si, claro. Me tocaba patrulla. Soy el piloto de la "Dust Surfer".
Recordé el nombre. Una Vulture que participó en la escaramuza contra el interceptor.
-Oh, lo hiciste bien ahí fuera.
-Gracias. Ya he luchado antes contra exploradores y algún Cíclope, pero ese era mi primer Basilisco.
-Pues te vas a hartar de ellos, te lo aseguro.
Bajó la mirada un breve momento, lo suficiente para darme cuenta que no le hacía ninguna gracia la idea de encontrarse con las naves grandes enemigas. Me estaba sentando en el suelo, junto a él, cuando la piloto que estaba a su derecha le tocó en el hombro con la botella.
- Ortega -le llamó.
Él cogió la botella, dio un sorbo y me la pasó.
Mientras yo bebía, otro piloto se dirigió a mi.
-¿Dónde están sus colegas de la Federación de Pilotos, Comandante?
Le miré a los ojos esperando ver reproche en la pregunta, pero sólo vi preocupación.
-Quien sabe -respondí-. Pero si lo que quieres saber es si están luchando, la respuesta es si.
-Pero no aquí.
Medité la respuesta un segundo.
-Cierto -dije -, aquí no.
Y le ofrecí la botella.
Durante aproximadamente una hora los pilotos siguieron conversando, ya más animadamente, mientras Ortega me contaba algunas cosas sobre su vida. Entonces una patrulla de guardias se acercó a nosotros.
-Comandante, hemos recibido ordenes para vaciar por completo la estación- dijo el de mayor rango-. Todos los pilotos que aún permanezcan aquí tienen 20 minutos para marcharse.
-Ya habéis oido, muchachos -dije. Luego me volví hacia el oficial -. ¿Se han completado las evacuaciones?
-Los controladores y los guardias que faltamos de embarcar lo haremos en cuanto hayan salido todas sus naves. Las patrullas que están fuera saltarán a otro sistema en 30 minutos.
-De acuerdo, gracias.
El oficial se cuadró, hizo el saludo militar al que respondí y se marchó por donde vino con el resto de sus soldados. El grupo de pilotos se fue deshaciendo entre choques de manos y deseos de buena suerte. Ortega se dirigió hacia mí.
-¿A dónde se dirigirá ahora, Comandante?
-He estado indagando un poco. Puede que vaya a Peirce Base, en HIP 29596. No está lejos y los Thargoides están golpeando fuerte allí.
Ortega asintió.
-Yo... no sé a dónde ir ahora. Pero luchar junto a gente de la Federación de pilotos tal vez sea mas seguro. ¿Le importa que le acompañe?
-Sería un honor -le respondí con una sonrisa.
Era el tercer día en la batalla por HIP 29596.
Las alertas de presión en cabina sonaban incesantemente mientras me dirigía a la estación para las reparaciones. La integridad del casco estaba al 31% y los escudos aún no se habían recargado, pero al menos el daño cáustico se había eliminado y no quedaban señales enemigas en las proximidades.
Tras aterrizar dejé a los servicios de reparación que hicieran su trabajo y me dirigí al vestíbulo. Algunos de los trabajadores ofrecían un café y algo de comer a los pilotos que iban regresando tras el combate. Esperé a ver a Ortega entre ellos, pero después de una hora decidí acudir a uno de los controladores para intentar averiguar algo.
-Una Vulture, de nombre Dust Surfer -le dije.
Tras consultarlo en el sistema de seguimiento, me miró con un gesto que no presagiaba nada bueno.
-Explosión registrada a catorce mil metros de altura, a nueve kilómetros rumbo 154.
Durante varias horas después, los servicios de búsqueda y rescate peinaron los alrededores de la estación en busca de supervivientes. Informaron del hallazgo de una cápsula de escape, vacía y dañada, con el número de registro de la Vulture de Ortega. Ni rastro del cuerpo.
Nunca supe su nombre completo.
Más tarde vi a alguien que se dedicaba a escribir nombres y fechas en una de las paredes. Me acerqué y le pedí el rotulador.
Piloto AX Ortega.
Alrededores de Peirce Base, HIP 29596
12-03-3309