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Shen

24 Mar 2017Zaroca
La voz del controlador de la estación resonaba a lo largo y ancho del hangar cilíndrico de la estación, intentando coordinar la enorme cantidad de naves que entraban y salían constantemente de allí. En los últimos tiempos Guuguyni se había vuelto un lugar importante... no a nivel turístico -las vistas a un
planeta volcánico arrasado permanentemente por la proximidad a la estrella era lo único llamativo del lugar- pero sí a nivel comercial y estratégico para el Imperio.

Mientras tanto una de las plataformas de aterrizaje ascendía tras haber rotado en el hangar interior. Sobre ella Valtival Zaroca pasaba la mano sobre la  superficie de duralium de su Diamondback Scout, dejando que los dedos fuesen recorriendo los surcos, rayazos, abollazos e incluso agujeros que presentaba a lo largo de casco. La pintura azul se había desvanecido completamente en algunos lugares y una defensa de punto echaba pequeñas chispas a cada pocos segundos.

No estaba en su mejor momento, pero aún así él la miraba con dulzura. Aquella no era una nave más, era su nave: "Duquesa". Se la había comprado a una viuda de una víctima de uno de los esbirros de Archon Delaine. Una bala había atravesado la carlinga y había alcanzado al piloto que se encontraba escoltando un convoy en Selkadiae. Reparó la nave y dejó el proyectil de 68mm incrustado en el chasis interior, sobresaliendo deformado en el suelo.

"Memento mori" pensaba cada vez que se tropezaba con el saliente cuando entraba o salía de la cabina.

El sonido de advertencia de la plataforma de aterrizaje de al lado le sacó de sus pensamientos. Unas señales holográficas rojizas se alzaron una docena de metros por encima suyo y sobre ellas, vio como una nave conocida iniciaba lentamente sus maniobras de atraque.

Desde ahí abajo la Anaconda del comandante Darkox se veía aún más imponente de lo que era, con sus bodegas cargadas de misiles listos para destruir a cualquier enemigo a su alcance. Era el mandoble de los Agentes Libres y desde su puente se habían planeado y coordinado infinidad de batallas y operaciones.

Durante las horas siguientes fueron muchas más naves, Fer-de-lances, Anacondas, Cobras, Asp Explorers... Incluso una Cañonera robada a la Federación durante un asalto, pintada por completo de rosa y puesta al servicio de Aisling. En uno de sus laterales podía leerse la inscripción "Penélope". Todos aquellos comandantes tenían sus propias motivaciones y sus historias en la espalda, pero el ALA les había dado un propósito común ...o al menos eso le gustaba pensar a Zaroca.

Al final de la jornada llegaron al salón de actos principal. Las filas delanteras estaban destinadas a las autoridades y los pilotos del ALA. Pero Darkox y Zaroca prefirieron quedarse en el fondo. Desde allí podían ver a todos sus compañeros y a lo más granado de la población del sistema. La mayoría estaban físicamente allí, pero dado que alguno que otro parpadeaba con un leve destello anaranjado deducían
que habían tenido que usar telepresencia. Comprensible, dado que alguno como Orion3Z estaba literalmente perdido en los confines de la galaxia de nebulosa en nebulosa.

- Lo que ha crecido el ALA ¿verdad? - dijo Darkox apoyándose en una columna mientras
extendía la mano para alcanzarle una copa a Zaroca. - Es del bueno.

Zaroca, se limitó a sonreír y asentir ligeramente. Le dio un trago a la copa y devolvió
la mirada a Darkox alzando una ceja.

- Te dije que era del bueno.
- ¿Laviano? - preguntó Zaroca
- Sabes que tuve un pasado con la Federación... me traje algunos recuerdos.
Y me pareció buena ocasión.

El bullicio cesó cuando Ilona Ivayeva apareció por la puerta principal, acompañada de su pequeño séquito de ayudantes. Todavía no se había acostumbrado a la gravedad artificial de la Coriolis y eso hacía que caminara lentamente, pero erguida y orgullosa. El giro de la estación generaba una fuerza basante mayor con respecto a la de la base planetaria en la que pasó los últimos cuatro meses. Alcanzó un atril a juego con el resto de la sala, blanco brillante y dorado, y comenzó a hablar con ese tono de voz que solo los poderosos parecen tener:

- Comandantes, habéis hecho un grandioso esfuerzo por conseguir un lugar al que llamar hogar. Un lugar que hemos arrebatado de las crueles manos del GEC y que nos permitirá llevar a cabo nuestros objetivos. Descansad, regocijáos, pero mantened prestas vuestras naves ya que en breve habremos de librar nuevas batallas: el GEC no está ni mucho menos derrotado y sabemos que volverá. Aisling reclama gente a filas en su lucha contra la esclavitud: tenemos a Torval a las puertas, las tensiones con la Federación se disparan en Maia y no sabemos si esas extrañas ...naves son amigas o enemigas. Hoy hemos puesto la primera piedra en nuestro futuro, en un futuro mejor.

¡Hoy el GEC no gobierna nuestras vidas! ¡Hoy somos libres!

La audiencia rompió en aplausos y se coreó el nombre de Ivayeva, la Imperial Scarlet Society y de los Agentes Libres. Mientras Darkox y Zaroca planeaban los siguientes pasos que habría que dar mientras recorrían los pasillos que les llevaban hacia los hangares. Ambos sabían que quedaba mucho por hacer.

Y con la ayuda de los Agentes Libres, lo harían.
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