El calor como espada de Damocles
12 Jan 2021Manuel
Después de las peripecias y amargas experiencias previas, decidí despedirme del sistema "Sol" y sus extenuantes misiones. Al retornar a pastos familiares (en el sistema "Ehecatl") vi un par de misiones cuya recompensa eran cierto material del cual me encontraba en números rojos, por lo que vorazmente la acepte.Contando con tiempo suficiente (6 días para su conclusión o fallo), aproveché para volver a visitar al ingeniero Broo Tarquin (esta vez, sin necesitar llevarle sus 50 toneladas -en serio, ¿quien diantres requiere 50 toneladas!!- de té) y remplazar las modificaciones a los cañones láser de pulso.
Tras haber conseguido que todos los cañones tuvieran la modificación de "Enfocado" y dos con la de "disparo rápido".
Tras haber hecho las simulaciones y pruebas de rigor, parecía una excelente idea, acortando el tiempo para reventar bonitamente al insospechado palurdo que deambularé frente a mis cañones; un subproducto de dichas modificaciones, era un excesivo aumento de temperatura (bastando unos 6 -8 segundos de fuego ininterrumpido, para empezar a hervir dentro de la cabina).
De regreso a la base, se me ocurrió que quizás si cambiaba a una fuente de energía con mejoras especializadas en eficiencia térmica, pudiera reducir el impacto de disparar (¡y no terminar como maíz en aceite!). Ademas de la planta de poder, retiré los módulos de refuerzo al escudo (cuya tecnología híbrida humano - "Guardian" me costaran tanto esfuerzo, tiempo y vueltas conseguir), de acuerdo con las simulaciones, así de debilitados, mis escudos podrían resistir unos minutos de fuego ininterrumpido (mas que suficiente, según yo, para acabar con la amenaza, o huir con el rabo entre las patas).
Larga historia contada brevemente:
No funciona así.
Lo descubrí al encontrarme con una manada de personajes escaneando mi carga, al no traer nada de valor (16 toneladas de drones recolectores), ingenuamente creí que podía dejarlos dar la vuelta, y aprovechar esa maniobra, para disparar hasta el cansancio y reclamar despojos de cada una de las naves en cuestión (pues no eran parte ni de un grupo, ni de la misma flota).
Al cabo de unos segundos de su intento de escaneo, el corsario mas cercano, ¡abrió fuego de súbito!; me vi con un radar atiborrado de miseros triangulitos rojos con rayitas, indicio de que ¡me estaban disparando hasta por la sombra!.
Tras las primeros segundos de tan asimetrico combate, los escudos de mi espartana nave ya daban señales inequívocas de fatiga; el malnacido enjambre de hostiles, zumbaba en derredor mio, cual nube de mosquitos acosando a un paquidermo... pero esta torpe, temeraria y medio atolondrada bestia aun tenia fuerzas.
En cuanto el primer agresor de pacotilla cruzo frente a mi, su frenética carrera se corto de tajo, resultando en una bonita explosión (faltaban ahora unos 6 contactos mas); los escudos ya casi eran un recuerdo, cuando logre dar cuenta de otro (esta vez, cortesía de embestir y disparar a bocajarro) y en seguida poner en retirada a uno mas. La tarea resulto mas difícil de lo esperado, pues bajo fuego tan cerrado y constante, requería tener toda la energía disponible en los escudos, cada ínfimo watt que podía destinar, era lo que marcaría la diferencia entre sobrevivir o reventar.
Así distribuidos (4 " pips" a escudos, dos al armamento y ¡que el diablo se lleve a los motores!), cada disparo que daba en justa represalia hacia mis rabiosos oponentes, incrementaba la temperatura de la nave. En suma, la situación era de o morir bajo fuego enemigo, o cocinado a las brasas dentro de la nave.
Al desactivarse la feliz capa que me separaba del fuego enemigo, mande toda la energía posible al armamento y me dispuse a vender cara la piel.
Bañado en misiles, impacto de diversas municiones y cuanta porquería tuvieren al alcance (y daba gracias mentalmente al poder que fuere, que no usaron ni cañones de riel, ni de plasma), seguí devolviendo tiro por golpe.
Al cabo de una eternidad, las fuerzas de seguridad del sector, iniciaron su barrido y reventaron a uno de los enemigos. Aprovechando su intervención, di cuenta de otro, no sin antes toparme con un bello misil directamente sobre la cabina, que estallo sin mas ceremonia, dejándome solo con la reserva del soporte vital.
El casco bajo hasta un 64% de integridad y el oxigeno restante daba para 3 minutos mas, en el momento que termino el combate; para cuando el salto a un sistema cercano se completo, quedaba muy poco oxigeno.
Al salir del espacio entre espacios, inicie una desaforada recarga del suministro de oxigeno (había leído que dicha maniobra tardaba un minuto mas o menos...y no estaba dispuesto a comprobarlo por las malas) y a ciegas, puse rumbo a una estación amiga.
Ya había experimentado la angustia de navegar sin sensores (de parte de otro misil y su maldita puntería) y en un encuentro previo también probé el agridulce estrés de volar sin cabina, así que ya no era mi primer rodeo.
Tras orientarme a medias, y ubicar el ínfimo puntito azul que indicaba una estación espacial, logre aproximarme vía instrumentos, y al salir de supercrucero ¡oh felicidad!¡oh alegre encuentro!, estaba frente a la estación (aproximándome desde la parte trasera, pero bueeeno, pudo ser peor).
Después de acoplar la nave y guardarla en hangar, lo primero que haré (tras hacer la libaciones pertinentes a las deidades de la reparación y rearme), sera mandar a paseo a la planta de poder...y quizás modifique nuevamente los cañones.
O mejor aun, deje de estar buscando bronca ajena y retome mi vida de explorador.
Decisiones, decisiones.