Fuí, leí y (no) entendí.
25 Jan 2021Manuel
Después de leer la descripción de la misión comunitaria semanal y llegar a la conclusión de que es un esfuerzo improductivo para mis tibios afanes, me dirigí al sistema mas cercano bajo el dominio de la "Sirius Corporation".Mi expectativa de conseguir las mejoras para los propulsores en un fin de semana fue en el mejor de los casos, miope. Tras llegar, vender datos cartográficos, cobrar recompensas (de los piratas que trataron de interrumpir mi viaje), y vender algunas toneladas de rocas y porquería, conseguí el permiso para el sistema "Sirio".
Y empezamos una serie de vueltas redundantes e innecesarias, cortesía de mi demostrada habilidad para leer una cosa y entender otra.
Resulta y resalta, que había leído que se requería la mentada reputación y el permiso para Sirio, y eso granjeaba el acceso al mentado ingeniero Qwent, y que tras suficiente bricolaje en la nave, este sujeto daba acceso,recomendación o pase, a otro ingeniero. Hasta ahí la cosa parecía tediosa, pero realizable en un fin de semana.
Al parecer el roedor encargado de girar mis engranes cerebrales, estaba de vacaciones o en coma.
Tras viajar entre sistemas cercanos haciendo tiempo para que me llegara la misera invitación, me inmiscuí en algunas peleas contra piratas (mis eternos y jurados nemesis), y de paso busque pleito ajeno en un par de zonas de conflicto (de las que salí en una pieza...esta vez, por que las previas terminaron en desastre para mi).
Así pasaban las horas y nada de la invitación; dudando ya de mi paciencia y tolerancia, deje el tema por la paz y volé de regreso al sistema que llamo "hogar".
Habiendo puesto a feliz resguardo la nave, salí en pos de la sabiduría colectiva en la red, cual perdido peregrino en pos de un oasis.
Y resulta que tenia que viajar al sistema Sirio, atracar en una estación de por ahí, y si mis esfuerzos habían bastado, estaría disponible una misión cuya conclusión feliz y correcta, me daría la recomendación para pasar con el sujeto en cuestión.
Rechinando dientes y sulfurando a mas no poder, me dirijo (de nuevo) a Sirio, acople la nave en la estación, acepte la endemoniada labor de mensajero, la termine sin contratiempos y ya al vuelo de regreso me llaga la invitación.
Pero dicho personaje tan pintoresco, requería un tributo acorde a sus intereses y perversiones, esta vez, en la forma de varias toneladas de algo llamado "terminales modulares".
Una búsqueda en el mapa de comercio galáctico no aporto respuestas; perplejo y cabizbajo busque nuevamente en el oráculo informático y este dio algunos sistemas donde (supuestamente) podía adquirir dichos cachivaches. Trazar la ruta, varios saltos, unas interdicciones en el camino, dispararle a mansalva a quien me interrumpiera mi furibundo recorrido; en fin, lo normal.
Consigo llegar al sistema Euryale, me acoplo en la estación, reviso el mercado...y nada.
¡Relámpagos y maldiciones!¡bufidos y puñetazos a la pared!¡golpes gorilescos en el pecho y machismo toxico desbordante!; tres aneurismas cerebrales reventados mas tarde, y descubro que el pedazo de animal que soy, había leído mal la información comercial, y estaba en el sitio de "Mejor venta"...cuando lo que necesitaba era un sitio de "mejor compra".
Para añadir ácido de batería a la herida en mi (ya muy vapuleado) orgullo, resulta que esas porquerías solo las dan o como recompensa de misiones, o las venden en portanaves.
Si estos viajecitos no me mandan a la unidad de cuidados intensivos cardiovasculares, espero concluirlos antes de la semana.
Ni siquiera he puesto un pie en su taller y creo que ya odio al mentado Ing M. Qwent.