CEREBRO DE LANGOSTA (El viaje a Colonia Parte 2)
24 Apr 2023Tordo562
El Puente a Colonia está formado por 56 meganaves, cada una enumerada tras la sigla CB ("C"olonia "B"ridge) de manera consecutiva comenzando desde la burbuja, por lo que CB 1 es la más cercana al sistema SOL, a la que le sigue CB 2 y así sucesivamente. La separación entre ellas varía desde unos 300 a 500 años luz de distancia. Una nave con un rango de salto entre 40 a 50 AL, estaría realizando unos 10 a 12 saltos para ir de una a otra. A medida que se progresa en la ruta, la densidad de estrellas se intensifica, con lo que es más común encontrar estrellas de neutrones que acorten el número de saltos. En uno de los costados de la apaisada cabina de la Beluga, Shinrarta Dezhra se asoma para decirme adiós. Por delante, el espacio negro salpicado de pequeños brillos parece extender los brazos para recibirme en su seno. Queda un largo camino por delante en el que no me preocupa la supervivencia, sino el tiempo que me habrá de llevar. La ventaja de contar con un buen tanque de combustible, evitará el proceso de estar recargando combustible desde las estrellas y la demora que conlleva. Así también, en mi tablet está la web Spansh en la cual voy a estar haciendo pruebas y comparaciones más con el fin de aprender y tomar confianza. En mi cabeza revolotean todos los consejos recibidos, pero no hay como la propia experiencia para tomar coraje.
La luz de proximidad de masa de apaga, el marcador del próximo destino está justo delante, y la Beluga se desliza silenciosa por el manto oscuro. Una última mirada a los instrumentos y nos preparamos para realizar el primero de los muchos saltos que vendrán hasta alcanzar Colonia. La travasía ha comenzado.
Tras la explosión propia de la salida de súper-crucero y al disiparse las nubes de vapor, aparece de la nada la CB-1 Argon's Reach, mi primera parada. Tras 12 saltos, había logrado alcanzarla. ¿Habrán 56 más por delante? Definitivamente no. Debo encontrar la manera de reducir los tiempos. Casi dos meses viajando hasta mi destino es algo inaudito. ¡Vaya! No acabo de empezar y ya siento que mi templanza flaquea ante el reto por enfrentar. Me siento parado frente a los pies de un gigante al que debo golpearle la cara, y estoy a la altura de la suela de sus zapatos. ¿Seré capaz de lograr mi hazaña? Debo preparar café y apelar a la calma. Por suerte, traje conmigo el módulo de pasajeros de lujo así que comodidades me sobran.
Con la ayuda de Spansh, trazo una ruta que utilice estrellas de neutrones las cuales me entregan una capacidad de salto de 190 AL. Así, mi próxima parada no será CB-2, sino CB-6 y luego CB-14 (un cuarto de ruta en una sola jornada). Esto a es otra cosa y me siento más tranquilo. Lo que ignoro, es cuánto destrato soportará mi FSD antes de comenzar a fallar, pero en tal caso, llevo dos unidades de auto reparación. Tampoco es mi intención separarme demasiado de la ruta del puente. Aún no estoy tan seguro de alejarme demasiado del camino. Reparo, repongo un par de disipadores de calor que necesité utilizar durante una recarga, y ajusto algunos módulos innecesarios desactivándolos a fin de enfriar la nave lo más posible. Desacoplo de Argon's Reach, y continúo viaje.
Las fulgurantes estrellas de neutrones se suceden unas tras otra. Algunas más intensas que otras, pero el próximo punto de ruta se ubica siempre entre 150 a 190 AL de distancia. El combustible se agota mucho menos que de la manera convencional, pero cada cierta cantidad de saltos, prefiero desviarme hacia alguna clase K o M para repostar, no por necesidad sino por precaución. Entonces llega la desorientación. ¿Estoy avanzando correctamente? ¿Me estoy desviando demasiado? ¿Debo confiar en este mapa artificial? Preguntas y más preguntas llegan en cascada a tu cerebro. Es culpa de la rutina repetitiva. Tantas veces pones llave a tu puerta cuando vas a salir, que ya lo haces mecánicamente y luego, 5 minutos después, no puedes recordar el momento exacto en el que lo hiciste y debes volver para asegurarte que sí lo has hecho. Dejo la nave surcando el espacio completamente vacío del sistema, y voy por una ducha que aclare mis ideas. Necesito salir de esta sensación horrible que me embarga.
Al fin alcanzo la meta de CB-14 "Ashwin's Delight". Un cuarto de ruta y lugar donde relajarse, reparar, comer y dormir. El FSD ha aguantado bien y sólo ha quedado al 90% sin la menor alarma de mal funcionamiento. Mañana será el turno de completar la primera mitad del viaje. Antes de acostarme, recorro personalmente el casco de mi nave para notar las quemaduras y deterioros producidos por las interacciones con los elementos del cosmos. Un personal de la base se me acerca a ofrecerse para reparar los rastros, pero declino el servicio. Quiero saber cuántas cicatrices habrá de dejar el viaje a mi dama.
Casi 12 horas después, con las energías renovadas, ya estoy de nuevo encendiendo y preparando todo para partir. La mitad del viaje estaría marcada por la CB-28, pero mi estado de ánimo se ha fortalecido a tal manera, que ya no se trata de llegar a la media, sino de cuántas más pasaré de ella. Del temor ante la larga travesía, he migrado al desafío de completarla antes. Me siento más encendido que la estrella de neutrones que estoy a punto de acariciar.
La siguiente pausa llegó en la CB-32 "Song of Deimos". Estoy realmente exhausto. Casi había agotado el depósito de combustible, y la recarga se hizo eterna en aquella clase "K". Conseguí llegar más allá de la mitad y ahora queda menos, mucho menos. ¿Estoy hablando de menos en lugar de más? ¿Haré el resto en dos tramos o lo intentaré en uno? Colonia está cerca, las estrellas me lo dicen. Ahora la cabina parece iluminarse con un amanecer cada vez que me alineo con la galaxia. A esta altura del recorrido, incluso Sagitario A parece estar cerca. Es como apostar en la Lotería de Rajito, que cuando ganas algo, ya crees que puedes ir por más y es en esa ocasión que descubres haber tomado una mala decisión. Así que, concéntrate y apunta a un único objetivo a la vez.
Y finalmente llega ese momento en el que tu próximo marcador te dice "COLONIA". Al fondo, las estrellas parecen encenderse como focos que apuntan directamente a tu cara, como si rieran y aplaudieran. Creo que este viaje a afectado definitivamente mi psiquis. Mi cerebro es una ameba gigante cuya única célula sobreviviente sirve para simplemente saltar una y otra vez. De allí deben venir estas cursilerías impresentables.
—Pulsa esa maldita tecla de una buena vez, y termina este viaje. —Me sorprendí diciéndome.