Cmdr Mitxel
Role
Wanderer / Freedom fighter
Registered ship name
Icarus
Credit balance
-
Rank
Elite IV
Registered ship ID
Anaconda LEGACY
Overall assets
-
Squadron
Corralito de Acción Independiente
Allegiance
Independent
Power
Independent

Logbook entry

The Heart Of The Icarus, Capítulo 5. Anderton.

19 Sep 2023Mitxel

Anderton, Anlave. 

La lluvia caía sobre mi rostro, un rostro sin expresión, sin vida. Las pestañas apenas podían soportar el peso de las gotas de lluvia que caían sin cesar. Una mirada perdida en la incertidumbre, en el pasado, sin fe, ni sueños, en aquel ataúd. 

Bika se acercó y posó una rosa roja sobre él. Al volver me miró con tristeza y se agarró a mi brazo. Pero mi mirada seguía perdida, impasible ante la lluvia. Luego un hombre con un bastón se acercó con dificultad, cojeando y dejó otra rosa. Esperó un rato y luego volvió a mi lado sin dejar que nadie le ayudase.

Al retirar el ataúd, la lápida quedó expuesta.

Melanie Boulet, May 3290.
Alejandro Delaroux, Oct 3303.
Mayori Delaroux, Apr 3309.

A Red le temblaba la mano con la que se apoyaba al bastón, las secuelas que le quedaron fue una parálisis total del lado derecho y el habla, Bika sigue trabajando con la máquina y ha logrado avances importantes con su tratamiento. Al menos ya puede moverse.

-Es hora de irse.

Bika trata de alejarme, pero no puedo, sigo sin poder creer lo que mis ojos están viendo. Por un momento, mi vida había cobrado sentido. Sin embargo apenas duró un suspiro y yo... había sido la culpable. Culpable de terminar con lo único que me quedaba.

Me acerqué a la lápida y coloqué la fotografía dentro del marco. La lluvia lo golpeaba y las gotas de agua que se acumulaban en él, comenzaron a distorsionar los rostros de lo que antaño fue, mi familia. 

-Vamos Mitxelle...

Al levantarme vi un coche negro aparcado a lo lejos. Una mujer vestida de negro se bajó de él. Había también un hombre en su interior, se quedó observándome. Me extrañó, ya que me era familiar aquel rostro, al menos me dio la sensación de haberlo visto en alguna parte con anterioridad. Intercambiaron unas palabras y luego ella se acercó. El hombre no dejó de mirarnos hasta que se cerró la puerta. Luego el vehículo se elevó ligeramente y se fue.

Dejó otra rosa roja apoyada junto a la lápida. Llevaba un sombrero negro con un velo que impedía ver su rostro. 

-Una pena. -Dijo con aquella voz que reconocí al instante.
-No me jodas...

Una ligera luminiscencia de color verdoso emanó de sus ojos al dirigirme la mirada a través del velo oscuro. Era Mayori, con otro cuerpo clonado.

-¿Nos vamos, hermana?.

Me aparté hacia atrás. 

-No... ¡Alejaros todos de mi!.
-Pensé que te alegraría verme...
-¿Alegrarme?. 
-¡Mitxelle!.

-Ella tenía razón... soy una bomba de relojería. ¿Ves esa tumba, a Robert?. Mira a mi alrededor... destruyo todo aquello que me importa. 

-¡Nada de esto tenía que haber ocurrido!.  

-Tu no eres la culpable. Si abandonas, si que se irá todo a la mierda, y nosotros con ella. -Prosiguió May.
-Ya he tomado una decisión...
-Vuelve, ¡estoy aquí para ayudarte!. Juntas superaremos todo esto, solo tienes que aprender a controlarlo.

Me quedé observándola, callada. Luego me di la vuelta y me alejé. 

-¡Mitxelle!.

La lluvia comenzó a arreciar. Apenas se podía ver la Adrasthea aterrizada al fondo. 

-¡Ícaro!. -Dijo May en voz alta.
-¿Qué?. -Grité. 
-¡El proyecto en que trabajaba papá. Ven y deja que te lo cuente todo. Tenemos que estar juntas en esto!...

Me detuve un momento, intenté mirar atrás tratando de luchar contra el viento y la lluvia.

-¿Ícaro?. -Volví a Gritar.

Creo que vi a May contestar afirmativamente con la cabeza.

-¿Qué es Ícaro?. -Grité.
-¡No es que... es quién!. -Dijo May en voz alta.





La Operación. 

Mi rostro se reflejaba en el ventanal de la sala médica, al fondo solo veía a Bika y sus ayudantes entre todas aquellas máquinas de laboratorio. Mi mirada se perdía en mis pensamientos y en la figura de Red que se proyectaba en aquel holograma flotante.

-¡Bu!.
-Joder... que susto.

May me abrazó por la espalda y apoyó la cabeza en mi hombro.

-Se recuperará, papá sabía a quién escogía. Es la mejor.
-Todo esto es culpa mía...

May guardó silencio y se colocó en frente mío. 

-No podías controlarlo. 
-Solo soy un peligro para ellos, para todos vosotros... No debería estar aquí.
-Eh... se resolverá. Yo te ayudaré. 
-¿Cómo, May?. 

Me enseñó una especie de corona de tonos dorados con una especie de gema azulada en el frontal, me quitó la coleta y la encajó en la cabeza. Aquello empezó a rodearme hasta adaptarse al contorno como si tuviera vida propia. Mis ojos se tornaron luminiscentes de nuevo en aquel momento.

-Ya está. 
-Joder... ¡qué es esto!.
-Sentirás placer, es algo normal. 
-¿Normal?.
-Déjate llevar, pronto te acostumbrarás. 
-Lo siento por todo mi cuerpo. 
-No te vicies, jajaja. 
-¿Qué es?.
-Un neutralizador de ondas guardián. 
-¿Qué?.
-¿Te acuerdas de Shara?, lo conseguisteis para mi.
-¿Esto estaba allí?, ¿por qué la secta lo tenía en su poder?.
-Quizás para alguien a quien... esperaban. 
-Qué fue de ella...

May guardó silencio.

-No me jodas.
-Hermana, tu libras tu guerra... ya te dije que yo libraba la mía. 
-Pero...
-No. Juré vengarme de todos ellos. Por papá, por nosotros. 

Volví a mirar hacia el ventanal. 

Habían pasado horas desde que Bika empezará la operación . En ese momento me vi reflejada con aquella cosa sobre mi cabeza. 

-¿Esto es lo que soy realmente?. -Pensé. 
-No. -May me habló desde mi interior. 

Cuando la vi en el reflejo, sus ojos tornaron de un color verde intenso.

-Aún no sabes lo que somos.

Su voz se reproducía en mi interior como si fuera yo quien hablara. 

-¡Basta!.

La corona se desprendió sola antes de querer quitármela. 

-No puedo ir con esto por ahí. 

Bika parecía haber terminado, sus ayudantes fueron saliendo de la sala mientras murmuraban sobre la operación y lo que habían aprendido. Hernán salió el último y se dirigió hacia mí.

-Todo ha ido bien. Dormirá un buen rato todavía. Puedes entrar si quieres.
-Gracias Hernán. 
-No hay de qué, estamos aprendiendo muchas cosas. 

May y yo nos adentramos en aquella sala llena de artilugios y nos acercamos hacia el escáner donde estaba Red. Bika estaba afanada recogiendo varios enseres. Me coloqué justo al lado de Red y le acaricié la frente. 

-Hola. 
-Hola. -Respondió Bika.
-¿Qué tal ha ido?. -Dije preocupada.
-Mejor de lo que esperaba. 

Bika miró a May.

-Si no fuera por tu hermana, por todo esto... gracias. 
-Um... darle las gracias a Caleb. El fue quien preparó toda esta sala. -Respondió May.
-¿Caleb?. -Pregunté sorprendida. 
-Si. Ya te dije que estábamos preparados para ayudarte.

May observó luego a Red.

-Ayudaros. -Terminó. 
-Bueno, los aceleradores terminarán el trabajo. En un par de semanas ya habrá recuperado el 99%. -Irrumpió Bika.
-¿99%?.
-Bastante para como estaba. 
-Gracias Bika. 

Bika nos observó detenidamente. 

-¿Qué es eso que llevas en la mano?.
-Un... des neutralizador o como se llame guardián. 

May se rio. 

-Es para controlar ya sabes... -Dijo May.
-¿Es seguro?. -Preguntó Bika dirigiéndose a May.
-Claro. -Respondió. 
-Es muy bonita.
-Si, pero no quiero ir con esto por ahí. -Concluí. 
-Tendrás que llevarla cerca por si vuelves a tener esa sensación de querer... salir. -Dijo May.
-Esta bien hermanita. 

Bika desconectó la máquina, sólo quedaba una luz suave que iluminaba el rostro de Red. 

-¿Vamos a comer?, estoy hambrienta. -Preguntó Bika.
-¿Estará bien?.
-Que si... ¡Vamos!.  





Como la primera vez.

Coloqué mi Karma L6 en el armero y lo golpeé para fijarlo. A mi lado, una mujer de pelo rubio trataba inútilmente de colocar su fusil. 

-Así no, observa. -Dije.

Di un golpe seco y el fusil se fijó a la primera. 

-Gracias...  Señora. 
-¿Estás bien?.
-No...

Me quedé pensativa observándola. 

-Mitxelle. -Me presenté. 
-Sé quien es. Yo soy Selina.
-Selina, bonito nombre.

Creo que trató de reírse de ella misma. 

-¡Qué!, lo digo en serio.
-Déjelo, Señora. 

Me estaba quitando la armadura, cuando la escuché decir algo.

-¿Tú primera vez en combate real?.
-Si, señora. 
-¿Y habías matado a alguien antes?.
-No.

...

-Ya veo... eso nunca se olvida.
-¿Usted es veterana?.
-¿Veterana?... podría decirse que si. -Dije esbozando una sonrisa. 
-¿Y se acuerda del primero?.
-Es una imagen que sigue grabada en mi retina. Curiosamente nubla al resto.
-¿Fueron muchos?.
-Hace tiempo perdí la cuenta.

Selina se quitó la visera y se deshizo la coleta mientras me observaba. 

-Lía me dijo que cuando llegara el momento lo sabría. 
-¿Momento?.
-Cuando lo haría. Matar a alguien. 
-Yo te digo una cosa, esa gente no está allí para darte unas gominolas ¿Sabes?. Su misión es matarte.
-Ya, lo sé. 
-Pero de tu vida y las que quites penden tus compañeros también. Con sus muertes estás salvando más vidas. 
-Un tanto contradictorio... matar para salvar. 
-Pero es así. Todos tú compañeros necesitan de ti, como tú de ellos. Si tu fallas o dudas, uno de los tuyos caerá. 

Selina se detuvo un instante y observó al resto mientras se quitaban los trajes. 

-¿Cómo fue tu primera vez?.

Me estaba colocando el pantalón cuando también observé al resto.

-Tenía 17 años... Un capullo. Fue mi primer trabajo, el mismo hijo puta que drogó y mató a mi madre.
-¿17?.

Me detuve un momento al guardar el undersuit. 

-Si... sus sesos se desparramaron por el mueble bar. Ni si quiera apreté el gatillo. Bueno, se me disparó, más bien. El chicle que masticaba sabía a hierro, a su sangre. 
-Joder...
-Pensé que me haría sentir mejor. 
-Pero no lo hizo...
-No.
-Es, como me siento ahora.
-No te voy a mentir, luego será distinto. 

Terminé de vestirme, me puse la chaqueta de mi padre y sus gafas de sol. Al salir me di media vuelta y vi a todas aquellas jóvenes promesas. 

-¡Selina!. 

Todos se detuvieron y se quedaron observándome. 

-1224 asentamientos, 1224 victorias y sólo me arrepiento de aquellos compañeros que no logré salvar. 

Selina me respondió con un simple ademán afirmativo cuando cerró su taquilla. 


Salí al pasillo. No me acostumbro todavía a que la gente presente sus respetos a cada paso que doy. Sé que es una mera formalidad, pero no hace sentirme cómoda. A veces deseo pasar desapercibida, que la gente siga con sus labores, ser una más. 

Vi a Biok en el gimnasio, dónde no ¿Verdad?. Está entrenando a la tropa en la lucha cuerpo a cuerpo.

Sentí curiosidad. Entré y me apoyé en una barandilla en la parte superior de la grada. Estaba luchando con uno de ellos en un ring. Observé sus movimientos y como lograba llevarlos a su terreno. Es buena en todo. Después de darle una paliza llamó a otro. Me vió y se quedó observándome. 

Hace tiempo que no hablo con ella. La reconquista de 25195, 380 y Apuris me ha tenido alejada de todos ellos bastante tiempo. 

-¡Vamos, esa guardia!. -Escuché gritar a Biok.
-¡Derecha, izquierda!... eso es.

Me fascina verla en acción. Sus trenzas se mueven al mismo son que sus movimientos. No sé si disfruta o es algo personal que lleva dentro. Más bien creo que lo segundo. Es una mujer que no ha alcanzado la paz y no creo que... nunca lo haga.

El chaval cayó de redondo tras un golpe de Biok. El estruendo me volvió a la realidad. 

-¡Tú!.

Todos me miraron y empezaron a murmurar.

-¿Yo?.

Biok escupió el protector al suelo.

-¿Estas sorda hermanita?.

Me aparté de la barandilla y bajé al ring. Todos se llevaban el puño al hombro a mi paso. Al subir al ring ayudé al chaval a levantarse. Biok se quedó observándome. Estaba empapada de sudor.

-¿No te estás pasando un poquito?.
-Esto no es nada comparado con lo que te voy hacer. -Rio. 

La gente empezó a abuchear a Biok.

-Anda... vete y reza por mi. -Le dije al chaval. 

Biok soltó una patada aérea que logré detener con el antebrazo. 

-Eh... acabo de venir de combate. No te pases.
-El enemigo nunca descansa.

Una segunda que también paré. Se movía hacia la derecha tratando de hacerme girar. Su mirada felina seguía clavada en mi.

-Jajajaja, vamos Biok. Hace mucho que no hablamos. 

Biok trató de lanzar una oleada de puñetazos, solo el último logró alcanzar mi costado. La gente volvió a abuchear a Biok y lanzarme ánimos.

-Te los tienes ganados, ¿eh mamita?. ¡No les haces ningún favor!.

Los ataques fueron a más cuando de repente cayó al suelo tras lograr esquivar su último movimiento. La gente comenzó a aplaudir. Me acerqué a ella y le extendí la mano.

-Vamos, no quiero dejarte mal ante tus alumnos.

Uno de sus pies aterrizó sobre mi cara y me tiró al suelo ipso facto. Ella se levantó y observé la sangre en el suelo, tenía una brecha en la ceja y la sentía palpitar. 

-Va en serio.
-¿Acaso lo dudas?.
-Está bien... Bika nos va a matar si nosotras no lo hacemos antes.

Me levanté y vi algún flash en el ojo que recibió el golpe. Creo que vi a Lía observándonos desde la grada.

-Esta bien. 

Pasé al ataque pero Biok logró rechazarlos, finalmente me giré y solté una patada en el aire. Biok me agarró la pierna y caí al suelo, me retorció y trató de inmovilizarme. Golpeé el suelo varias veces con la palma de la mano tratando de soportar el dolor. Los silbidos de la gente eran cada vez más fuertes. Juraría que ya estaban haciendo apuestas.

Logré girar y atraparla con la otra pierna, la di un codazo en la cara y me soltó. Cuando me levanté empecé a golpearla el costado, pero volvió a mi aquella imagen de Biok en el suelo de la Icarus. Me paré de inmediato. Cuando miré alrededor les vi disfrutando. Lía parecía querer que la diera su merecido. 

El combate prosiguió, los golpes cada vez eran más fuertes entre las dos. 

-¡Basta, Biok!.
-Si acabamos de empezar.

Dentro de mi aquello quería salir. Mis ojos empezaron a iluminarse de manera pulsante al ritmo de mi respiración que trataba de reponerme con cada bocanada de aire.

-¡Basta!. 

Cerré los ojos un instante tratando de controlar lo que había en mi interior y volví a caer al suelo tras otro golpe en la mejilla. Quedé tumbada en el suelo. Noté el peso de Biok sobre mi. No sé que pretendía. 

-La corona.
-¿Qué?.
-¡La corona, joder!.

Seguía tratando de inmovilizarme. El dolor comenzó a ser insoportable y luego cesó. La sangre que caía por mi ojo hinchado apenas me dejó ver a Lía arremetiendo contra ella. Traté de reponerme. Cuando Lía cayó al suelo, volví a por ella. Esta vez no me vio venir y cayó al suelo ipso facto tras mi golpe. Seguí y seguí hasta que escuché a Lía decir basta. Tenía las manos ensangrentadas.

-¡Basta!, ¡esto se acabó!. Esto no es un show ni un entrenamiento. ¡Ya vale!.

Aquellos jóvenes guardaban silencio. Lía me cogió de las axilas y me apartó hacia atrás. Volví a ver aquella imagen de nuevo. Biok tumbada en el suelo escupiendo sangre.

-Joder... 

Me miró riéndose y levantó el puño arriba, que apenas duró unos segundos hasta que su mano tocó el suelo. Yo estaba exhausta. Lía me gritó pero ya era como un zumbido. 





Sin palabras. 

-¿Y bien?, ¿Podéis explicarme esto?.

Mayori estaba sentada en la esquina sobre su mesa de despacho. Nos miraba seriamente. Biok y yo teníamos las manos atadas con unas esposas.

-Guardias... quitarlas eso por amor de Dios. 

Noté cierta liberación cuando el personal de seguridad nos soltó. Traté de calmar la molestia de las muñecas.

-¿Vais a explicarme que ha pasado?.

Ahí estábamos las dos... llenas de sangre y con la cara hinchada sin decir nada.

-¿Es algo personal?. -Prosiguió. 

-Mitxelle, ¿Ella es un problema?. 

Seguimos las dos guardando silencio. 

-¿Vas a ser un problema Biok?.

-¿No vais a hablar?.


Seguimos ahí paradas sin decir nada. Mayori no dejaba mirarnos y al rato aquel silencio hizo que me empezara a entrar la risa.

-¡Mitxelle joder!.

Levanté las manos, pero querer guardar las formas aumentaban más las ganas de reír y cada vez eran más fuertes. Biok tampoco dejaba de reír, así que entramos las dos en bucle.

-Vaya dos... 
-Guardias, llevarlas a enfermería... a ver si se ríen igual cuando las vea Bika.

En ese momento Lía entró por la puerta, tenía el labio hinchado. 

-¿Tú también?. ¿Mi mano derecha?. 
-¿Puedes explicarme esto?.

Rompimos a reír. Lía nos miraba de reojo y guardó silencio. 

-Ale... otra para enfermería. De verdad...
-Lía, ya hablaremos. -Prosiguió May.
-Oye, oye, a Lía no la metas en esto, ¿Vale?. -Irrumpí. 
-¿Ahora la proteges también, hermana?.
-¿Pero tu crees que ella puede hablar con ese labio?, jajajajaja. 

Lía empezó a reírse.

-Iros todos a la mierda... ¡guardias!.

Nos sacaron a las tres de allí entre risas. 

-Eh, esas manos fuera, a mis hermanas ni las toquéis que me sobra también estopa para vosotros. -Espetó Biok.

May se levantó de la mesa y se acercó al ventanal. Se llevó la mano a los ojos y comenzó a reírse también.


Al llegar a la enfermería, Bika estaba hablando con Hernán y otra compañera que callaron nada más vernos, cuando Bika nos miró de reojo se le cayó el bolígrafo que tenía en la mano.

-Aguantar chaparrón chicas. -Dijo Biok entre dientes. 
-¿Otra vez?. -Dijo Bika con cara de pocos amigos. 
-Tiene una explicación. -Dije con seguridad. 

Biok empezó a reír.

-Déjalo Mit. Creo que... -Interrumpió Biok.
-Esta bien. Tengo algo para vosotras. -Dijo Bika con seriedad. 

Bika llamó a varios aprendices. 

-Ellos os atenderán, a ver si así aprendéis todos algo. -Dijo Bika.
-No me jodas Bika... -Dijo Biok.
-Si tenéis suerte, alguno atinará con la aguja.

No se si preferiría que Bika se enfadara conmigo directamente que dejarnos en manos de aquellos chavales. 

-Bika, yo... intervine. 
-Tu eres la peor. ¡¡¡Para que la sigues el juego!!!.

Miré a Biok quien también me devolvió la mirada.

-Porque soy como una hermana para ella.

Biok sonrió. 

-¿Lía?.
-Sólo intervine para... intervenir. -Dijo Lía mientras me observaba. 

Bika se quedó callada, luego reaccionó. 

-Esta bien, Lía conmigo. El resto os arregláis con ellos.
-Pero... ¡Bika!.

Bika se marchó al encuentro de los aprendices, habló algo con ellos y luego se acercaron hacia nosotras, no se quien estaba más acojonado. 

-Bika, esta no te la paso. -Grité. 

Ella alzó la mano y levantó el dedo corazón mientras se alejaba. 





Un día más. 

Llegué al armero y coloqué mi Karma L6 con un golpe seco. 

-Un día más. -Suspiré. 

Desde que la flota saltó a 24883, no hemos dejado de luchar. Los Republic no van ceder tan fácilmente. Bika sigue enfadada conmigo y no es por lo de Biok. Creo que vuelve a recaer, sinceramente creí que lo había superado, pero no se qué la pasa ahora. Simplemente trato de no discutir. 





Otro día más. 

Golpe al Karma L6 en el armero. 





...y al siguiente. 

Golpe al Karma L6. 





...y al otro.

Golpe al Karma L6. 





...de nuevo. 

Golpe al Karma L6. 

-¡¡¡Joder!!!.

Selina me miró sobresaltada y el resto de compañeros enmudeció. 

-¿Todo bien, Señora?.
-No, Selina. Nada está bien. ¡Nada, joder!...

-Creo que... necesita un descanso, Señora. 

Me quedé pensativa. Luego apoyé la frente en el Karma y mire de reojo a Selina.

-Descanse unos días. Le vendrá bien. Arregle sus cosas y vuelva. 

Moví la cabeza afirmativamente. Me reincorporé y cerré la taquilla, luego abandoné el vestuario pero sin antes dedicar unas palabras a aquellos que me habían apoyado ahí fuera.

-Gracias a todos por vuestra ayuda, lo habéis hecho bien. ¡Suerte ahí fuera!. 
-La estaremos esperando de vuelta, Señora. -Dijeron con agrado. 
-¡Gracias gente!...




Un plato frío.

Regresé al camarote. Dafne me abrazó como si no hubiera un mañana. 

-Hola cariño...
-Te hecho unos dibujos, mira.

Me enseñó unos dibujos de mi, luchando.

-¿Esta soy yo?.
-Claro, la guerrera sin rostro. -Dijo con entusiasmo. 
-Claro, Dafne. ¿Y estos cuerpos de aquí?.
-Papá y mamá. 

Algo dentro de mi empezó a ahogarme. Bika me miró seriamente. 

-Hola Bika...

No me dijo nada.

-He dicho hola.
-Tienes algo de comida en la nevera, como no sabía si volverías...
-Sabes que siempre vuelvo. 
-Hasta el día que no lo hagas.
-Bika.
-¡Bika, no!. ¡¡Ya basta!!.

Guarde silencio y mire a Dafne con una sonrisa, más bien forzada.

-Pronto te volveré a ver Dafne. ¿Vale?.
-¿Vas a luchar otra vez?.
-No, esta vez no. Tengo algo que solucionar, ¿ok?...e igual te traigo un regalo. 
-¡Vale!.
-Una nave espacial, de las que te gustan.
-¡Si!.
-Adiós cariño. -Dije mientras observaba a Bika.

Justo al salir me crucé con Red.

-¡Red!. -Dije sin palabras.
-Hola.

Le di un fuerte abrazo. 

-Pero... 
-Bika ya me dio el alta.
-¡Joder!.
-Eh, ya pasó ¿Vale?. ¿Marchas?.

Miré a Bika de reojo luego a Red.

-Un tiempo. 

Red se dio cuenta de que las cosas no iban bien. Me miró con cierta preocupación. 

-¿Dónde vas a ir?.
-No lo sé... fuera de aquí. 
-¿Quieres que hable con ella?.
-No... necesito tiempo. Habla con Tanko, Dafne no está bien. 
-De acuerdo. 
-Gracias... te quiero, te quiero mucho. No lo olvides ¿Vale?. 

Casi no podía hablar, un nudo en la garganta me impedía hacerlo. 

-Adiós Robert...

...

-Mitxelle... ¡Mitxelle!.

Me fui sin mirar atrás, la voz de Red retumbaba en mi interior a cada paso que daba. 




Anderton, Anlave.

La lluvia empapa los frondosos bosques de Anderton. La vegetación y los helechos han ido ganando el terreno a los arcenes de las carreteras que fueron abandonadas hace tiempo. El ruido del agua al caer sobre ellos es roto por el sonido de un motor que cada vez se hace más ensordecedor a medida que pasan los segundos. 

De repente, el sonido retumba en el asfalto y una motocicleta pasa a gran velocidad, revolviendo la vegetación y dejando una estela de agua tras su paso hasta perderse en el horizonte. 

La motocicleta, va recorriendo la sinuosa carretera que va cruzando valles y bosques. Un paisaje verde, agrisado por las oscuras nubes de tormenta, que hace mucho tiempo no ven nadie y parecen mantenerse alejadas de aquel extraño dejando pasar unos leves rayos de luz.

Desde la lejanía, la estela de agua de la motocicleta va marcando su recorrido hasta llegar a la costa, donde grandes acantilados terminan de golpe dentro del mar. La Rueda delantera comienza a reducir la velocidad y el amortiguador delantero cede ante los intensos ruidos del escape al reducir los cambios de marcha. La rueda comienza a pisar la tierra y finalmente se detiene. Un pie tira del caballete hacia abajo y la motocicleta se queda apoyada en él.

Una figura femenina se baja de la motocicleta de gran cilindrada y se acerca hacia el borde del acantilado mientras se quita el casco. Su melena de color azul es violentamente agitada hacia un costado por las fuertes rachas de viento que castigan la zona costera. 

La mujer se queda allí quieta, impasible ante la lluvia y el viento, observando el mar embravecido por el temporal. Su mirada se pierde en el horizonte, mientras sus recuerdos la atormentan y la sucumben aún más en su dolor. 

-Solo luchó por ti...
-¡Pues hazme un favor y no vuelvas allí!. 
-Bika... 
-¡Déjame de una vez!.

-¿Ya has tenido tu dosis?.
-Bika, hoy no...
-¡No qué!.
-Mira ya vale... estoy cansada. 
-¿Cansada de matar?. Dafne te ve ya como un monstruo. 
-Ya... solo soy yo ¿Vale?.

...

-¡Sólo soy una persona!.

Aquel grito de desolación se apoderó del acantilado y enmudeció al oleaje. Sus ojos brillaron intensamente tras una onda de luz que se extendió en todas direcciones, como un pulso de energía que cesó de inmediato. Sus ojos se apagaron dejando paso a la rabia y la desesperación. 

Pasaron los minutos muertos, luego regresó a la moto y se sentó en ella mientras observaba por última vez el mar. Cuando volvió en si, se colocó el casco y arrancó el motor. El escape rugió varias veces a golpe de muñeca. Acto seguido, la rueda trasera comenzó a girar escupiendo la tierra de debajo suyo y empujó a la motocicleta a gran velocidad. La estela de agua volvió a extenderse sobre sus pasos a medida que se alejaba por el asfalto con aquel estruendoso ruido. 

El valle de Alay era famoso por las dos grandes montañas que lo formaban y que acaban descansando junto al mar con sus frondosos bosques. Las aguas del río de Alay, recorrían su llanura hasta mezclarse con el agua del mar formando varios deltas. De ahí el nombre del valle. Los verdes prados rompen con la monotonía de los bosques cuanto más bajo y cerca de la costa te encuentras. Las oscuras nubes de tormenta atrapadas en ambos picos se van abriendo por el valle dejando caer algún rayo de luz de Anlave sobre las copas de sus árboles. 

La estela de agua continúa sinuosamente cruzando el río por uno de sus puentes de grandes dimensiones, cuya resistencia ya dista mucho de lo que antiguamente fue, hasta desaparecer en un antiguo túnel que cruza la montaña por debajo. A la salida, el paisaje se vuelve algo más llano y la vieja carretera se vuelve menos agresiva, adentrándose hacia el interior a través de más frondosos bosques, abandonando la costa rumbo a la vieja y abandonada ciudad de Leven que descansa bajo la falda de otra montaña de su mismo nombre y el monte Thilenés en la lejanía. 

La motocicleta sigue impasible a toda velocidad expulsando el agua caída en el propio asfalto y rompiendo el silencio con aquel estrepitoso ruido, enmascarado tenuemente por los árboles. Al llegar cerca de Leven, los bosques se van abriendo dejando lugar a grandes llanuras donde antaño se cultivaban sus tierras y que ahora apenas se distinguen del resto del paisaje. 

La vieja carretera se ve reflejada en el parabrisas de su casco, las líneas discontinuas casi inapreciables cruzan rápidamente hacia abajo creando la ilusión de ser una línea continua. Una figura humana aparece de repente al fondo y se va acercando rápidamente.

-¡Bika!.

La Rueda trasera se bloquea y comienza a derrapar, el escape ruge y cae sobre el asfalto. Moto y piloto se van separando poco a poco a medida que se deslizan por el agua encharcada y parecen no detenerse nunca. El cuerpo de la mujer abandona la carretera tras la moto donde la vegetación del arcén les recibe con violencia tratando de frenarles. 

Todo termina finalmente. El agua cae cenitalmente sobre el cuerpo inmóvil de la mujer y el parabrisas del casco roto ensuciado por la vegetación. Pasan los minutos y sus ojos se abren rápidamente, las gotas de agua golpean el ojo que queda a merced de la lluvia desprovisto de la protección del parabrisas. Trata de respirar y mantener la consciencia mientras sus párpados tiemblan. 

-Mierda... 

-¡Bika!.

Se reincorpora con dificultad agarrándose el costado derecho con el brazo inmóvil.

-Bika...

Observa alrededor por encima de la vegetación tratando de levantarse con dificultad, cuando lo consigue sólo puede ver la motocicleta posada en el suelo varios metros más adelante. Avanza cojeando y agarrándose el costado por el dolor hacia el asfalto. Una vez allí, mira con desesperación hacia todos lados.

-¡Bika!.

Trata de gritar desconsoladamente mientras busca su cuerpo por todas partes sin éxito. Trata de quitarse el casco y lo deja caer al suelo mientras observa cómo las nubes grises se van apartando dejando pasar los últimos rayos de luz. Anlave se acerca más al horizonte dejándola entender que apenas la quedan unas escasas horas de luz. 

Después de media hora el cuerpo sigue sin aparecer y abandona todo intento de seguir buscando. Se acerca hacia la motocicleta y trata de levantarla. Cuando lo consigue observa su estado y trata de arrancarla sin éxito. 

-Joder...

Acerca la moto al asfalto tirando de ella con el manillar, una vez allí apoya la moto con el caballete y se tumba de espaldas en el suelo para ver el motor más de cerca y tratar de repararlo. Al rato, el sonido de un motor eléctrico se hace cada vez más notable hasta detenerse a su lado. 

La cara de un hombre joven asoma por la ventanilla de una vieja ranchera cargada con varios materiales. 

-¿Se encuentra bien?.

Pero la mujer que sigue bajo la moto con las manos ocupadas, no responde. El hombre observa el asfalto y las marcas del accidente. 

-Parece que ha tenido una buena caída... 

Ella sigue sin decir nada. El hombre observa el horizonte. 

-Apenas quedan un par de horas de luz y no creo que... consiga hacer nada con esa moto.

La mujer golpea con fuerza una de las herramientas. 

-Si quiere... puedo acercarla a usted y a su moto a la ciudad, quizá allí puedan arreglársela. 

-Conozco a alguien que entiende de esas... reliquias.  

Las manos de la mujer cesan su actividad y se desliza hacia fuera. El hombre se queda observando el rostro ensuciado de la mujer con el pelo azul empapado y cara de pocos amigos. Se bajó de la ranchera y se acercó a ella.

-Déjeme ayudarla... 

El hombre empujó la moto y la subió a la ranchera con dificultad. Ella seguía observando alrededor echando un último vistazo por si veía a Bika.

-¿Ha perdido alguna cosa?.

La mujer negó con la cabeza. 

-Bien... pues vámonos, va a anochecer pronto y quiero llegar mientras sea de día. La noche es muy traicionera en esta región, eso sin contar con ellos. 

La mujer se subió al asiento del copiloto y observó de reojo al hombre que tendría más o menos su edad subirse y cerrar la puerta. El hombre la observó detenidamente. 

-Bien... parece que ha salido de ésta. ¿Nos vamos?. 

La ranchera se alejó poco a poco iluminada de costado por los rayos de luz anaranjados hasta desaparecer por el horizonte con las oscuras nubes de tormenta al fondo.

-Ha tenido suerte... no suelo venir por aquí desde hace tiempo y este lugar quedó deshabitado hace tiempo. Ya nadie frecuenta este lugar, salvo usted... y yo.

El hombre seguía atento a la carretera con ambas manos sobre el volante. 

-La vi pasar a toda velocidad...

-Veo que no es muy habladora.

-Por cierto... me llamó Dave.

La ranchera se fue adentrando en los bosques.

-¿Es usted de por aquí?.

-Es un bello lugar... pero las guerras y las sequías dejaron la región abandonada, eso sin contar la epidemia que hubo tiempo después. La gente se desplazó a la ciudad de Fraser y el resto dejó Anderton para ganarse la vida en la colioris de Suri Park como transportistas o desplazarse... a otros sistemas colindantes.

Dave miró a la mujer brevemente. 

-Pensé que me daría algo de conversación, pero no importa. De verdad, paso mucho tiempo solo. De hecho, solo vengo a esta región para olvidar. Estoy acostumbrado al silencio. 

Dave volvió a mirar a la mujer, quien apartó la mirada del frente para observar por la ventanilla. Dave volvió la mirada a la carretera esbozando una ligera sonrisa. Al rato, sus manos se tensaron al volante. 

-Emboscada... ¡agárrese fuerte!.

La ranchera abandonó el asfalto con violencia y trató de atajar tierra a través hasta finalmente volver de nuevo al asfalto con brusquedad. La mujer permanecía agarrada con fuerza mirando hacia atrás. 

-Nos siguen. -Dijo Dave mientras observaba por el retrovisor.

-¿Ha manejado un arma alguna vez?.

Dave extendió su brazo derecho por detrás del asiento del copiloto y sacó un fusil que entregó a la mujer.

-Tendrá que usarlo.

Dave volvió a coger el volante firmemente mientras trataba de mantener la dirección. La mujer tiró del cerrojo del arma, abrió la ventanilla trasera y sacó el cañón por fuera apoyándolo en la esquina de la ventanilla. 

Varios vehículos seguían a la ranchera por la carretera dentro del bosque y se acercaban a gran velocidad. A cada destello visible en el ventanal de la ranchera a lo lejos, cada vehículo perdía el control y se salía de la carretera estrellándose contra los árboles, otros comenzaban a dar vueltas de campana. Un destello, un vehículo. Ni si quiera el zigzaguear les evitó su triste final. Apenas pasó un par de minutos, la mujer volvió a colocarse en su asiento. Dave no pudo evitar ver su cintura.

-¿Ya está?. -Preguntó Dave sorprendido mientras ojeaba por el retrovisor. 

Sus brazos se relajaron a medida que pasaba el tiempo y no veía a nadie por detrás. 

-Raiders... ¡panda de capullos!. -Espetó Dave. 

-No sólo sabes no hablar... también sabes manejar un arma, y disparar. -Dijo sorprendido.
-¡No serás uno de ellos!. -Exclamó Dave mientras la miraba.

La mujer alzó el arma y le encañonó. 

-Detén el coche... -Dijo la mujer seriamente.

-¿Ahora sabes hablar?.
-¡Que detengas el coche!...

-Mierda... 
-¡Joder!. ¡Joder!... -Gritó enfadado consigo mismo. 
-Si ya lo decía mi mujer... ¡eres gilipollas!. ¡Gilipollas!.
-Debí darme cuenta... ¡Joder!. ¡Pero como he sido tan gilipollas!.
-¿Sabes una cosa?... ¡que estoy hasta los cojones!. ¡Vamos!. ¡Aprieta ese puto gatillo!.

Dave cogió el cañón con fuerza y se lo colocó en la sien.

-¡Venga, dispara!. ¡Acaba con mi puta vida de mierda!. ¡Vamos!.
-¿Es que ahora no sabes?, ¡Aprieta el puto gatillo, joder!. -Dijo fuera de sí.

El arma se disparó con un sonido metálico. 

-Jajajajaja, tenías que ver tu cara, jajajaja. 
-¿Qué?.
-No quedaba munición... 
-Mierda, joder... joder.

Dave tiró el arma detrás del asiento. 

-Tengo un Tormentor en mi pierna, si fuera uno de esos capullos, no tendríamos esta conversación. Así que si, un poco gilipollas si que eres, jajaja. 

Dave elevó la cabeza para ver su pierna y así satisfacer su curiosidad. Luego volvió a su postura, más relajado cuando vio la pistola.

-Al menos, no sólo te he hecho hablar... también te he hecho reír.

Dave volvió a mirar a la mujer quien le observaba con una leve sonrisa.

-¿Contaste la munición?.
-Mira la carretera, ¿Quieres?.

...

-¿Es tuya?. -Preguntó Dave. 
-¿El qué?.
-La moto.
-No... de Rai. Un viejo amigo.
-¿Estabas con el?.

...

-Murió... hace tiempo. 
-Vaya, veo que era importante para ti. 
-Fue lo más parecido a un padre que pude tener.
-Ajá. ¿Y tu padre?.

La mujer miró hacia la ventanilla guardando silencio. 

-No quiero hablar de eso, ¿Vale?.
-Entiendo.  

La ranchera prosiguió su camino alejándose por entre el bosque. 

Pasó una hora y ya empezó a oscurecer. Unas luces se hicieron visibles al fondo de la carretera.

-Estamos llegando. 

La ranchera se detuvo junto a un taller y los dos se bajaron de ella. Dave bajó la motocicleta y la acercó al portón del taller donde un hombre mayor que él se acercó a saludar. 

-Me tenías preocupado. -Dijo el hombre.
-Él es el capullo de mi hermano... Jackes, si alguien puede ayudarte... es él. -Dijo Dave mirando a la mujer.
-¿Quién es ella?.
-La encontré cerca de Leven, tuvo un accidente con la moto.

El hombre se acercó para ver la moto, iluminada solamente por la luz de una lámpara que colgaba de lo alto del portón.

-Esto es muy viejo... pero muy bien conservado. No me creo que sea suya. ¿Dave, no será uno de ellos?.
-Se cargó a unos cuántos en una emboscada.
-Emboscada... Sabes que no me gusta que vayas por allí. 

Jackes se acercó a la mujer, que estaba llena de trozos de hierba pegados al cuerpo, algunas magulladuras y rasgaduras en su traje. La observó detenidamente. 

-No puedo hacer gran cosa con tu moto... no ahora. 
-Podría acercarte a la ciudad, hay un hotel a las afueras y conozco al tipo o puedes quedarte con nosotros, vivo justo enfrente con mi hermano. -Propuso Dave. 

La mujer miró la casa que había en frente, cruzando la carretera.

-Dave... -Dijo Jackes con seriedad a su hermano. 
-Es cosa mía, ¿Vale?. 
-No quiero ser una molestia. -Dijo la mujer.
-¿Molestia?, ¿Sabes el tiempo que hace que no tenemos un invitado?.
-Esta bien... la verdad es que prefiero estar cerca de mi moto.
-Vamos, te acerco a casa.

Jackes no quitó el ojo a la mujer. No parecía aprobar lo que hacía su hermano mientras los observaba alejarse y entrar por la puerta de su casa. Luego cogió la moto y la guardó dentro del taller.

-¡Bienvenida a mi dulce hogar!. -Exclamó Dave.
-Es bonita. 

Dave la acompañó por las escaleras de madera al piso superior y le mostró su cuarto. 

-No tengo ropa de mujer... así que tendrás que arreglarte con lo mío. Están en este armario y el baño está al fondo. Por favor... siéntete como en tu casa, ¿Vale?. Voy abajo a preparar la cena.

Dave se alejó del cuarto y empezó a bajar las escaleras cuando la mujer le llamó la atención. 

-Mitxelle... 

Dave se detuvo y la miró.

-Me llamo Mitxelle y... gracias. 

Dave asintió con la cabeza. 

-De nada, Mitxelle. 

Cogí unas toallas y algo de ropa del armario de Dave. Luego me acerqué al baño y al entrar me topé con una niña que me observaba con cara de susto.

-¡Perdón!. -Dije mientras cerraba la puerta del baño.
-¿Quién eres?. -Preguntó la niña.
-Una amiga. No... sabía que estabas, perdona. -Dije con voz más alta.
-¡Enseguida salgo!. -Gritó la niña.
-Tranquila.


Pasó el tiempo y Dave comenzó a colocar los platos y los cubiertos sobre la robusta mesa de madera del comedor. Cuando alzó la mirada me vio bajar por las escaleras limpia y vestida con su ropa, también vio a Melissa cogida de mi mano. 

-Pareces otra... y veo que ya os conocéis.
-Tienes una hija estupenda, nos hemos reído un rato con tus... calzoncillos. 

Dave sonrió con cierto resquemor. 

-Es la hija de mi hermano...
-Ah, eso no me lo dijiste. -Le dije a Melissa al oído. 
-Uy, no.

Dave sirvió unos chuletones adobados con su toque personal de hierbas y a Melissa unos trozos previamente cortados.

-Que aproveche. 
-Gracias. -Dijimos las dos a la vez.
-Estoy en superioridad numérica, así que, tratarme bien señoritas, ¿Vale?.
-Jajajajaja. -Melissa se partía el eje.
-Sobre todo tú. -Dave la señaló con el tenedor.

Clavé el tenedor en aquel jugoso chuletón y empecé a cortarlo con el cuchillo.

-¿Tu hermano no viene?. -Pregunté. 
-Llegará enseguida, estará cerrando el taller. 
-¡Uh, esto está buenísimo!.

Dave sonrió y se sintió complacido.

-Uso unas plantas y hierbas que crecen cerca de... donde te encontré. Preparo un adobo con ellas y aceite de bálsamo. Oye, si no te gusta, te preparo otra cosa...
-¿Estás de coña?, me encanta. Veo que a parte de charlatán y gilipollas, eres un cocinillas...

-¿Gilipollas?. -Melissa volvió a reír.
-¡Eh!. Cuidado. 
-Jajajajaja, vale gilipollas. -Continuó Melissa.

No nos paramos de reír. Creo que en el fondo a Dave tampoco le molestaba un ápice. 

-Mel, ya vale. -Dijo Dave. -Esa palabra es para los mayores, no para una señorita como tú.
-Mayores... mayores, señorita, bla, bla.... -Dijo en tono burlón. 

Mel se levantó de la silla y se acercó a mi oído.

-Me caes bien. -Dijo con la mano tapándome la oreja.
-Mel... a tu sitio. Pórtate bien, ¿Vale?.

Me quedé mirando a esa chiquilla. Me caía bien y sabía como reírse.

-¿Siempre cocinas tu?. -Pregunté a Dave.
-Mi hermano... bueno, digamos que se pasa allí encerrado todo el día. Así que si, soy yo quien prepara la comida y salgo a cazar. Mel suele ayudarme con el resto. 

Cada bocado de aquella carne se deshacía en mi paladar y su sabor me transportaba a otra dimensión, pero trataba de que no se me notara. 

-Te sienta bien. -Dijo Dave.
-¿Cómo?.
-La ropa. Te queda mejor que a mi...
-Si, bueno, me... ya vale. Estoy ridícula, lo sé y tu calzoncillo... no se si fue buena idea.

Dave miró a Melissa y empezaron a reírse.

-¿Te has puesto un calzoncillo mío?. Jajajaja. 
-¿Que iba a ir, sin bragas?.
-Jajajajaja. -Reímos todos. 

Al rato apareció Jackes y se sentó en la mesa.

-Que aproveche. -Dijo Jackes. 
-Gracias. -Contestamos todos entre risas.

Jackes cortaba el chuletón mientras me observaba con detenimiento. 

-¿Es de por aquí?.

Observé a Jackes mientras masticaba aquella fabulosa carne.

-De las afueras de Leven.
-Nadie vive allí... así que, una vez más. ¿De dónde viene?.

Hubo un silencio, roto finalmente por la intervención de Dave.

-¿Qué más dará eso?.
-Solo... quiero saber a quien meto en mi casa, Dave.
-De Lenty. -Irrumpí.

Jackes se puso más serio.

-¿Lenty?, ¿Eso está muy lejos, tío?. -Preguntó Melissa a Dave. 
-¡Bastante!. -Exclamó Dave.

...

-¿Lo ves?. No solo no sabes a quién traes, sino que metes a una fugitiva en casa. -Saltó Jackes.
-No soy una fugitiva... -Dije con cierto desdén. 
-¿Ah, no?, ¿Y por qué ha venido hasta aquí?, ¡Este es un buen lugar donde esconderse!, ¿verdad?. -Dijo Jackes con tono amenazante.
-¡Basta Jackes!, es mi invitada, guarda las formas. -Irrumpió Dave.

-No... Dave... creo que, será mejor que me vaya, ¿podrías acercarme hasta la ciudad con mi moto?.
-¡No me jodas, Mitxelle!, además... no pienso volver a cargar esa moto con lo que pesa. 
-Hermano... hace mucho tiempo que no te pido nada, por favor. 
-Eso es lo que me preocupa de ti, Dave.
-Papá, papá... porfa.

Hubo otro silencio y miré detenidamente a Jackes. 

-Tienes razón... huyo, pero no de la justicia. Eso no me hace una fugitiva. Y si he venido aquí es para olvidar, nada más...

Los ojos Jackes cambiaron de parecer y miró a su hermano. 

-¿Esto lo haces por ella?.
-No.

Dave me miró a la cara.

-Solo quiero ayudarla. -Dijo a su hermano. 

-¿Y por qué Anderton?. -Me volvió a preguntar Jackes. 
-Nací aquí, a las afueras de Leven, como dije. Esta región es tan mía como vuestra, así que, no tengo por qué dar explicaciones. 
-Esta bien... disculpe y por favor, coma. 
-Mañana temprano echaré un vistazo a la moto, pero no la prometo nada.
-Se lo agradezco, de verdad.
-Papá es un reniegas, niegas... pero luego se le pasa. -Irrumpió Melissa. 

La cara de Jackes cambió por completo. 

-¡Que has dicho!.

Jackes se levantó de la mesa con cara de ogro y cogió a Melissa en volandas. 

-¡Que has dicho!.

Melissa no paraba de reír. 

-Papá para... jajajaja. ¡Papá!.

Mire a Dave. No entendía nada.

-Jackes, acaba de comer... la va a sentar mal. -Dijo Dave.

Jackes se detuvo y volvió a sentar a Melissa en la mesa. Después, él siguió con su cena. Yo ya había terminado el chuletón. 

-Pues... estaba riquísimo. -Dije.
-Dave tiene buena mano con la cocina. -Dijo Jackes. 
-Os agradezco todo esto, de verdad.
-No hay de qué. -Prosiguió Jackes. 
-Tenéis una casa muy bonita.

Jackes se quedó pensativo y luego miró a Melissa.

-Vivimos con lo que tenemos y lo que nos da el taller, Dave... suele salir fuera, cuando no caza, suele traer chatarra o lo que pilla por ahí en las zonas abandonadas, se vende bien en el puerto naval en Fraser. Mi hija, también nos ayuda con la casa.

Observé alrededor. Había una mezcla entre la montaña, la caza y se notaba también un toque femenino.

-Ya he terminado, ¿Puedo levantarme y ver los dibujos en la tele?.
-¿Has terminado los deberes que te puse?. -Preguntó Dave.
-Si.

Jackes miró a Melissa y dio su aprobación con la cabeza. 

-Dave era profesor en la escuela, en Leven, antes de mudarse aquí.
-¿Profesor?. -Dije sorprendida.
-De enseñanza intermedia, hace tiempo, ahora sólo la doy clases a Mel, cuando no estoy fuera, claro. -Dijo Dave.
-Parece buena.
-Lo es...

Me levanté de la mesa y me puse a recoger los platos. 

-¡Eh, qué haces!. -Protestó Dave. 
-No pensarás que vengo aquí de gorra.

Dave puso cara de desaprobación. 

-Entre los dos, ¿Vale?. -Sentenció Dave. 

Empezamos a recoger mientras Jackes terminaba de cenar y luego a fregar los cubiertos entre los dos. Cuando Jackes terminó, se levantó y acercó sus cubiertos al fregadero. Luego abrió la nevera y sacó un par de botellines de cerveza. Se asomó a la puerta y salió al porche donde se sentó junto a una mesa.

Dave observó que cogió dos cervezas.

-Creo que es mejor que salgas fuera, me da que quiere compañía. 
-Como veas.

Salí fuera y me senté en otra silla de madera junto a Jackes quien abrió el otro botellín con el borde de la silla y me la ofreció. Di un primer sorbo y me gustó su sabor.

-Esta buena.
-La hacen cerca de aquí, en Fraser. -Dijo Jackes, quien observaba el cielo estrellado.
-¿Llevas mucho tiempo aquí?.
-Bastante. Dave vino más tarde, cuando cerraron la escuela.

Volví a dar otro sorbo mientras observaba el cielo.

-Parece que al final el tiempo nos ha dado una tregua... a quedado una buena noche.
-A saber, aquí el tiempo se volvió loco. Eso afectó a las cosechas en varias grandes regiones, Leven, una de ellas.
-¿Cómo aguantáis aquí fuera?.
-Fraser esta a un paso, es donde se concentra ahora todo. El puerto naval es ahora el núcleo de vida. A veces vienen hasta aquí, con encargos. Saben que aun hay grupos a las afueras que nos resistimos a abandonar y nos ayudan, por si cambian las tornas.
-Leven quedó bastante dañada tras el último conflicto. -Aporté. -No creo que vuelva a ser lo mismo.

Jackes asintió con la cabeza. 

-Una pena... Anderton siempre estuvo maldita y sus habitantes también. -Dijo después de dar un sorbo al botellín. 
-Recuerdo tiempo mejores, cuando era niña.
-¿Me contará la historia de esa moto?.
-La moto... no...
-Esta bien, no hable de ello si no quiere despertar a sus fantasmas.
-Ciertamente. 

Dave salió con unas bolsas de basura, Mel le acompañaba. 

-Vamos a tirar la basura.
-¿Queréis que os acompañe?.
-Ni hablar, es nuestro paseo nocturno. 
-Ah, vale. Jajajaja. 

Vi a Dave alejarse con Mel.

-¿Qué ocurrió?. -Pregunté. 
-¿A qué se refiere?. 
-Tu familia. Es evidente que vivís solos y la casa tiene un toque... familiar.
-Desde que perdimos a nuestras familias, querrá decir.

Devolví la mira a Jackes. 

-¿Familias?. -Dije con estupor.

-Dave tenía una mujer, Dora. Bellísima, inteligente, muy agradable y una hija, Rebeca. Yo estaba con Helena y tuvimos a Mel, algo más tarde que mi hermano. Llevaban poco tiempo aquí, se habían mudado poco después del cierre de los colegios. No quedaba nada allí para ellos...

Jackes tomo otro sorbo yo le acompañe mientras observaba a Dave y a Mel alejarse por la carretera.

-Una mañana temprano, fui de caza con mi hermano. Ese día se dio mal y llegamos entrada la noche. Dave aparcó la ranchera junto al taller, me sorprendió que el portón estuviera abierto, pero entré en la casa primero mientras Dave guardaba las cosas en el taller.

Jackes tomó otro sorbo.

-Cuando entré en la casa, todo era normal, pensé que se habían acostado pronto... Cuando escuché el grito de Dave salí corriendo, estaba fuera de sí, llorando y gritando. Al entrar en el taller las vi allí, colgadas con un gancho por la espalda que les atravesaba el pecho. Estaban desnudas, con la piel cortada a trozos. Dora, Helena y... su hija Rebeca.
-Joder... no me jodas. -Casi no podía hablar.

Observé a Dave, cogió a Mel en volandas y hacia como que la metía en el contenedor. 

-Mierda... o dios mío, Jackes. 

-No sabía que hacer... Dave estaba roto, no paraba de gritar y yo... no me creía lo que estaba viendo. Solo pude abrazarlo... cuando dejó de gritar escuché un llanto, era Mel, la habían escondido dentro de una de las cajas... supongo que cuando dormía. Siempre duerme como un ceporro, así se salvó. Abrí la caja, apenas era un bebé y tenía hambre. No dejaba de llorar. 

Dave y Mel se acercaban, las lágrimas casi me impedían verlos.

-¡Tío, no!. Jajajaja.
-¡El último pierde!.
-¡Pero eso es trampa!, ¡tienes que darme ventaja!, ¡Papá!.

-Joder... lo siento muchísimo por vosotros. ¿Por eso nunca dejas el taller?.

Jackes asintió. 

-Por eso nunca la dejo sola. Malditos Raiders... malditos... jamás imaginé que se acercarán tanto. -Dijo Jackes golpeando con el puño en la silla.
-¿Fuisteis tras ellos?.
-Lo intentamos, fuimos hasta su campamento, pero eran tantos... Cuando me di cuenta de Mel, observé a mi hermano y le golpeé con la culata del arma. Tuve que bajarle a hombros desde allí. Nunca me lo perdonó. Era una muerte segura y no podía dejar a Mel a su suerte. Helena me hubiera condenado desde el más allá si morimos los dos.
-Hiciste bien, Jackes. Era lo correcto. 

Mel había llegado corriendo. No se como, pero vi a Dave tirado en el suelo haciéndose la víctima. 

-¡Gané!. -Gritó. 
-Oye, eso no se hace. -La dije.
-¿El qué?. -Preguntó Melissa.
-Dejar tirado al compañero, cuando cae, hay que ir a ayudarlo. -Proseguí. 
-¡Anda!, es verdad... 

Mel se dio cuenta y salió corriendo en su ayuda, pero cuando le levantó, Dave salió corriendo y llegó el primero. 

-¡Trampa!, ¡Tía, ha hecho trampa!. -Dijo Mel señalándole con el dedo.

Tía... eso me quedó grabado. Había cogido tanta confianza que ya me contaba con si fuera de la familia. Eso me dio a pensar cuando Dave se acercó a nosotros y pegó un sorbo de la cerveza de su hermano. 

-¡Venga, a la cama!. -Saltó Dave.
-No, un rato más, jope.
-A la cama Mel... -Dijo su padre.
-Jo, que rollo, lo estaba pasando bien. 

Dave cogió a Mel y la subió a su hombro.

-Venga, vamos haciendo la nave.
-¡Bien!, soy una Cobra, ¡soy una Cobra!.

Dave entró para dentro. No pude contener la risa, no incluso después de oír su historia. 

-Veo... que lo habéis superado, tienes es una hija encantadora.
-Helena era igual... y no, Dave nunca lo superó. Le verás así, pero lo lleva por dentro. Eso es lo malo. Mel es un golpe de aire fresco para él, supongo que... porque fue la única que se salvó. Por eso quiero que esté conmigo. Me da miedo cuando sale solo y se adentra a las regiones abandonadas. A veces pienso que busca reunirse con ellas. No puedo perderlo a él tampoco.

Jackes hizo una pausa, terminó la cerveza y se levantó de la silla. 

-Recoge el botellín cuando acabes. Voy a dormir yo también. 
-Lo haré y... gracias Jackes. 
-¿Por qué?.
-Por contármelo. 
-Me has caído bien, pero... si haces daño a alguno de nosotros... 
-Buenas noches, charlatán.
-En algo me parezco a mi hermano, ¿no?.

Jackes entró dentro esbozando una sonrisa. 

-Hasta mañana, Jackes.

Me quedé allí sentada. Me sentía a gusto y hacía muchos días que no me sentía así. La noche acompañaba, después de todo el agua que había caído incluso hacia calor. Dave salió afuera con otra cerveza y se sentó en la silla de Jackes. 

-Hace una noche agradable. -Dije.

Dave se quedó observando el cielo estrellado. 

-Debe ser magnífico poder estar allí fuera. -Dijo Dave.
-¿En el espacio?.
-Si.
-Es... diferente. Aquí también se está muy bien. ¿Ves aquella estrella?.
-Hay muchas.

Me acerqué a él y le señalé con la mano. 

-La que más brilla, es Sury Park, la estación orbital. A la derecha, cuenta trece, justo al lado de esa que es como azulada, ¿la ves?.
-Supongo. 

Dave cada vez estaba más cerca, estaba haciendo un gran esfuerzo. 

-Eso es Concordia, subes siete más hacia arriba y llegas a HIP 25195, ahora en diagonal hacia arriba tres más y está Lenty, bajas dos más y HIP 24883. De allá vengo.
-Tiene que ser estupendo moverte por las estrellas como si fueran barrios.
-¿Barrios?, jajajaja.
-Que puedo decir, nunca he salido de aquí.

...

-¿A qué te dedicas ahí fuera?.
-Soy... exploradora y bióloga. 

Dave se quedó observándome.

-Venga ya... no me lo creo...
-Mercenaria también. La verdad es que hace tiempo que no salgo a explorar.
-Eso me cuadra más. Cuando te vi disparar supe que tu vida estaba ligada a las armas... ¿Mi hermano tenía razón?, ¿Huyes de algo?.
-Dave...
-No, por mi no importa. Prefiero no saberlo. Ojos que no ven...
-¿Corazón que no siente?.

La cara de Dave estaba tan cerca que acabó encontrando mis labios. Al principio estaba tan a gusto que me dejé llevar, pero la razón se apoderó de mi.

-Dave... no.
-Lo siento. 
-No...
-Soy un gilipollas... de verdad. No sé que estaba pensando.
-Verás, agradezco todo esto. Estoy bien, a gusto. Pero... no me conoces.
-Te conozco desde que te vi allí tirada en el suelo. 
-Dave... hago daño a la gente que quiero ¿Vale?. Por eso estoy aquí. Por eso huyo de todo. Solo quería... caer y no levantarme nunca más. 
-Sé lo que es eso... 
-¿Hacer daño a alguien?.

Dave agachó la frente. 

-Querer caer y no levantarme nunca más. 

Me levanté de la silla y me apoyé en la barandilla de madera del porche con las manos. 

-No sabes nada de mi Dave. 
-Solo sé que no necesito saberlo... bueno, quería besarte, nada más. ¿Olvídalo, quieres?.

Me di la vuelta y me quedé observándole. 

-Dave...
-No, no pienso escuchar nada más. 
-Te lo quiero contar, ¿vale?.
-Pues, tu misma.
-Todos los días tengo que salir ahí fuera... salgo a luchar por mi gente, matar por mi gente, llego cansada, y lo único que hago es hacerles mas daño.
-¿Pero daño a quien?.
-¡A todos Dave!. Casi le quito la vida al hombre que quiero y no hago más que hacerle la vida imposible a la mujer que más a amo... ¿No lo entiendes?. Este no es mi lugar Dave. Huyo de todo eso... 

Volví a girarme y ver las estrellas. 

-Ni si quiera sé por qué vine aquí...

Dave se levantó y se acercó a la barandilla. 

-Entiendo... te he juzgado mal. Tienes gente allí esperándote y he actuado de manera completamente egoísta. Tienes razón, no sabía nada de ti y ella tenía razón... sigo siendo el mismo gilipollas de siempre. 
-Dave...
-Me voy a la cama. Por favor, Olvidemos esto, ¿vale?. Ha sido un error.
-Lo siento Dave... de verdad.
-No, no lo sientas. 
-Hay otra cosa...

Dave sonrió. 

-¿Peor aún que un rechazo?.

Me giré hacia él. 

-No soy... del todo humana.
-¿Qué?. Creo que te golpeaste la cabeza al caer, en serio. Jajajaja.
-No Dave... hay algo dentro de mi, ¡vivo!, que no puedo controlar aún. Por eso es mejor que me vaya cuanto antes.
-Lo que yo creo es que necesitamos dormir. Mañana será otro día. 
-¿No me crees, verdad?.
-Me han dado calabazas muchas veces en mi vida, Mitxelle. Así que si, te creo. Nadie se inventaría algo tan insensatamente, ridículo. 
-Dora tenía razón.
-No la metas en esto.
-Eres gilipollas.

Dave se metió adentro sin decir nada más. 

-Mierda... ¿pero será posible?.

Dave volvió a aparecer. 

-Por cierto, he puesto sábanas limpias y te he dejado una manta por si tienes frío. Yo... dormiré abajo. 
-Gracias Dave.
-Y no te excuses tanto... te estás delatando. 
-¡Dave!.

Se metió dentro con una sonrisa. Luego asomó una mano con un pulgar levantado. 

-A dormir. 

El pulgar cayó hacia abajo. No pude dejar de reír. 

-Eres un payaso. Jajajaja. 





A la mañana siguiente...

Me desperté con los primeros rayos de luz que entraban por la ventana e iluminaban mi rostro. Todo estaba tranquilo y hacia tiempo que no dormía tan bien. Los rayos de luz que se colaban por las hendiduras de la contraventana, se hacían visibles por el brillo de ligeras partículas de polvo en suspensión. Estiré el cuerpo con los brazos, me sentía feliz, incluso podía escuchar el sonido de los pájaros que hace tiempo había olvidado. Me levanté y bajé las escaleras de madera que daban al piso inferior llegando a la gran mesa de madera del comedor, mas adelante se encontraba la cocina. Sólo llevaba puesta la camisa de pijama de Dave. Olía bien, a café recién hecho. Cogí una taza en la cocina y me serví el café, todavía humeaba, estiré el brazo para coger el azúcar del armario cuando escuché el ruido de una foto.

-¿Qué?. ¡Dame eso!.

Dave había bajado las escaleras y me sacó una foto con los calzoncillos. 

-Jajajajaja, ni hablar. -Dijo en tono burlesco. 
-¡Dámelo!.

Traté de seguirle y quitársela cuando nos caímos los dos en el sofá. 

-¡Que me la des!.
-Estás cañón, no.
-Trae,imbécil. 

Le quité la cámara.

-Si la borras no volveré a hablarte. -Dijo Dave con tono amenazante.
-¡Gilipollas!.
-Qué pasa, no debería importarte. ¿No?.

Enseguida me di cuenta que estaba encima de él y no dejaba de mirarme. 

-No pienso lavar esos calzoncillos en mi vida.
-¡Serás cabrón!.

Dave no dejaba de reír y le golpeé varias veces, luego borré la foto.

-Sabía que no era buena idea lo de los calzoncillos... -Murmuré. 
-¡Hola!.
-Mel... ¡hola!.

Me quedé helada.

-Si queréis me voy fuera.
-Pero... ¡no!, jajajaja. ¿Leche?.
-¿Solo se te ocurre decir eso?. -Dijo Dave entre carcajadas. 

Mire fríamente a Dave y le di otro puñetazo. 

-Vale... tregua. Vamos Mel, yo te sirvo el desayuno. 

Dave me apartó a un lado, se levantó del sofá y agarró a Mel.

-¡Marchando una de leche!. -Dijo Dave mientras me miraba con ganas de reír.
-Subiré a vestirme.
-Termina de desayunar, anda...
-Pero sin trucos. 
-¿De qué habláis?. -Preguntó Melissa.
-De nada. -Dijimos a la vez.

Me asomé con la taza de café a la puerta, Anlave daba de lleno y hacia calor. Vi a Jackes trabajando en el taller mientras tomaba un sorbo. Luego Dave se asomó y se apoyó en el otro costado. 

-¿Siempre se levanta tan temprano?.
-Si. ¿Te gusta el pescado?.
-¿Pescado?, depende del pescado. 
-El Rabek. Bien preparado, con patatas y unas verduras asadas. 
-Rabek... hace muchísimo que no lo pruebo. 
-Pues, no se hable más. Bajaré al puerto y aprovecharé para hacer algunas compras. ¿Quieres venir?.
-Debería, pero quiero ayudar a tu hermano con la moto si no te importa.
-Vale, no. La verdad es que no le vendrá mal.

Dave terminó el café y se metió para dentro. Tardó un rato en volver a aparecer. 

-Mel tiene que terminar unos ejercicios. 
-Ok.
-Nos vemos. 

Dave bajó las escaleras del porche y se acercó a la ranchera que estaba en el aparcamiento de tierra que había enfrente, entre la casa y la carretera en curva. Se adentró en él, dio marcha atrás, enfiló hacia la carretera y paró en el arcén. Luego giró a la izquierda y comenzó a descender por el asfalto hasta desaparecer tras otra curva.

Recogí el desayuno y subí a cambiarme de ropa. Me puse los vaqueros de Dave y su camisa de cuadros. Cuando bajé, encontré a Melissa haciendo los deberes. 

-¿Es difícil?.
-No mucho... son más de escribir. 
-Ah. ¿Te enseña muchas cosas?.
-Si, claro. 
-¿Y qué es lo peor que se te da?.
-Matemáticas. Las odio. -Dijo en voz baja. 
-Pero si son muy guais. 
-No sirven para nada.
-Jajajajaja. ¿Sabes que con ellas, podemos viajar muy lejos en muy poco tiempo?.
-¡Ala!.
-Y que hay un número que está en todas las cosas, las plantas, hasta en la forma de los paneles de las abejas y en los caparazones de los caracoles. Esta en todas partes. 
-¡Ala!. No lo sabía. 
-Jajajajaja, todavía eres muy joven, pero algún día... viajaras al futuro con ellas.

Mel abría los ojos como si fuera a comerme. Estaba flipando. 

-Bueno, lo del futuro quizás no. Pero gracias a las matemáticas se podría intentar. 
-Que pasada.
-Ale... te dejo con los ejercicios, voy a ver a tu padre.

-¿Te marcharás pronto?.

Me quedé parada en la puerta de la calle.

-Mel... no lo sé. 
-Me gustaría que te quedaras...
-No sabemos que pasará hoy, ni mañana, ni al otro. No me hagas responderte a esa pregunta, Mel.
-¿Por qué?.
-Para no estar tristes el tiempo que si estemos juntas, ¿Vale?.
-Vale...

Mel corrió a abrazarme. 

-Oye, esto me suena a escusa para no hacer los ejercicios... venga.
-Jajajajaja. No.

Salí de la casa y llegué al taller. Al entrar, la moto estaba subida en una mesa de trabajo y anclada, varias partes estaban desmontadas sobre la mesa en perfecto orden. A Jackes se le veía muy entretenido y observador. Me acerqué y le di una llave. No dijo nada, seguí observando lo que hacía y le acerqué otra herramienta. No pude evitar ver su tatuaje en el antebrazo, de los marines. 

-¿Estuvo en los marines de la federación?. -Pregunté. 

Jackes dejó otra pieza en la mesa y siguió observando el motor. 

-Eta Cassiopeia.
-También estuve allí, pero marché antes de licenciarme. No me gustó el rollo que se traían los mandos.
-Hua.
-Hua, Jackes. Siempre leales...
-Siempre hacia delante. -Terminó Jackes la frase.

-Yo sufrí una lesión en combate y me retiraron del servicio, aunque no me arrepiento, gracias a ello conocí a Helena.
-Federales... 
-Federales, Imperiales, la Alianza... todo es más de lo mismo. Una mierda. -Dijo mientras hacía fuerza con una de las herramientas. 

-¿Qué te parce la moto?.
-Es una reliquia... hace mucho que los motores de combustión pasaron a mejor vida. 
-¿Podrás con ello?.
-Solo la puedo decir que si no puedo, nadie más lo hará por aquí. 
-Es un consuelo. ¡Tenga!.
-Gracias. Veo que también entiende de mecánica...

-El otro día limpié las bujías y la puse a punto, estaba bastante mal... llevaba mucho tiempo cogiendo polvo.
-¿Dónde aprendió a hacerlo?.
-Rai... su dueño, era un fanático de las motos. El me enseñó a mantenerla. -Dije mientras pasaba la mano sobre el dibujo del depósito.
-Entonces sabrá más que yo.
-Tan sólo me enseñó algunas cosas. No mucho.

Jackes salió al portón con una de las piezas en la mano. No se le veía muy contento. La observó detenidamente. 

-Le voy ser franco... ha recibido un fuerte golpe en el costado y sin recambios, la moto está condenada.
-¿Recambios?.
-Estas cosas ya no se fabrican en ninguna parte y de haber algo, es de coleccionista. ¿Entiende lo que la digo?.
-Si, claro...
-Y no tengo lo que necesita.
-Joder.
-Puedo rehacer algunas piezas y reparar otras, pero esto... no.
-¿Y qué puedo hacer?. -Dije con preocupación. 

Jackes quedó pensativo. 

-Solo se de un sitio donde podría haber algo parecido. 
-Si me dice dónde, yo se lo traigo. 
-Ese es el problema...
-¿Problema?.
-Sólo hay alguien aquí que aún use motores de combustión. Allí arriba no hay electricidad y lo único que pueden usar es combustible. Así que hicieron acopio de todo lo que fueron saqueando. Sabe ya a quién me refiero. 
-Raiders. 
-Así que, no veo forma de devolverla a la vida.
-¿Dónde están?.
-No... olvídese de la moto.
-Jackes...
-Olvídelo. 

Jackes se metió a dentro. 

-¿Por qué me lo ha contado y luego me dice que me olvide?. Si tengo alguna opción de arreglarla, la aprovecharé. 

Jackes estaba afectado. 

-Dígamelo, Jackes.
-¡Maldita sea, mataron a mi mujer y a la familia de mi hermano!. ¡Esta loca si pretende que la voy a dejar ir allí sola!.
-Si no me lo dice iré igualmente... así que, ahórreme el tiempo, ¿Quiere?.

Jackes empezó a dar vueltas por el taller. 

-Jackes...

-También es testaruda. 
-No sabes cuanto. 
-Joder... Carretera arriba, antes del túnel, ha pasado por allí, hay un camino de tierra que sube a la montaña, no tiene pérdida, sabrá lo que la digo cuando lo vea.
-Gracias... 
-Hágame el favor y sea inteligente. vuelva a su casa o a donde sea de donde ha venido y váyase de Anlave, olvide la moto.

Tras él, vi una moto eléctrica de montaña apoyada en la pared.

-¿Funciona?.
-¿El qué?.
-Eso.
-No... y es de Dave.

Me acerqué a ella y la observé detenidamente, al pulsar el encendido la moto arrancó sin problemas y el indicador de carga estaba a tope.

-¿Me has mentido, Jackes?. -Sabía que eso le jodería.
-Esta loca si piensa que puede entrar allí y salir con vida. Morirá. 
-Jackes... gracias por preocuparte, de verdad pero... es lo que vine buscando aquí.

Jackes se quedó callado un instante, pensativo y decepcionado con sigo mismo.

-Pues si es lo que busca, venga conmigo. Si quiere suicidarse, al menos hágalo bien.. 

Le acompañé a otro cuarto dentro del taller, levantó una compuerta del suelo y bajamos por unas escaleras. Cuando Jackes encendió la luz flipé.

-¡Joder!, ¿Todo esto es tuyo?.
-Un pequeño precio por participar en el ejército. 
-Esto es robado, Jackes. 
-Prestado, pero no tengo a quién devolvérselo.
-Jajajajaja. Claro, claro. 
-Sírvase usted misma, la espero arriba.

Me puse un traje de campaña mimetizado y cogí una mochila donde empecé a meter de todo. Dos pistolas a las cartucheras, una en cada pierna, un subfusil, una escopeta y un rifle con mira que cargué a los costados. Granadas, proyectores de escudo y minas.

-Munición, mucha munición. 

Cuando subí al taller, Jackes me observó de arriba a abajo y se sintió más a gusto. 

-Cuide el equipo y mis gafas.
-No le prometo nada.

Subí a la moto de Dave, me até la coleta y miré por última vez a Jackes.

-Cuida de ellos, ¿Quieres?. -Le dije mientras le daba un beso en la mejilla.

Salí con la moto del taller y me adentré en la carretera. Por el retrovisor vi a Jackes asomarse al portón para verme marchar. 

La ranchera de Dave llegó justo detrás de mi y frenó en seco frente al taller levantando polvareda. Inmediatamente bajó corriendo y cuando me vio se llevó las manos a la cabeza.

-¿Esa era mi moto?.

Dave se dio cuenta que algo había pasado por la cara de su hermano. 

-¡Qué ha pasado!, ¡Dónde va!....
-Lo siento Dave. Esa mujer no es para ti, olvídate de ella ¿vale?.
-¿Pero de qué estás hablando, a dónde a ido?.
-Al único sitio donde puede encontrar lo que necesita... al campamento.
-¿Qué?. Has... la has...

Jackes asintió. 

-No... no te creo. ¡Pero qué has hecho!. -Gritó. 

Dave soltó una patada de rabia al aire y luego se llevó las manos a la cintura mientras la veía marchar, estaba fuera de sí, desesperado.

-¡Joder!. -Volvió a Gritar.
-Esa mujer solo busca una cosa, hermano. Lo vi en su mirada nada más verla.

Dave cayó de rodillas al suelo. 

...

-¿Volverá?. -Preguntó casi sin fuerzas.
-Si quiere su moto, si supera sus fantasmas o si le importamos algo, lo hará. Incluso aunque sólo sea para joderme.

Jackes se acercó él y lo abrazó pero su hermano lo apartó.

-Sino vuelve me marcho. -Le dijo Dave mirándole a los ojos desafiante.





Dos días después...

Jackes se había levantado temprano como de costumbre. Se acercó al taller y empezó a recoger las piezas de la moto. Algo en su interior le decía que ella ya no volvería y se sentía culpable de haberla dejado ir allí. Su hermano ya no era el mismo y amenazaba con marcharse.

Cuando empezó a colocar una de las piezas comenzó a escuchar el ruido de un motor. El lo conocía, sabía quienes eran. Cogió su rifle y salió fuera del taller. Se fue acercando al centro de la carretera y se arrodilló en el asfalto con el arma apuntando hacia el horizonte. 

El ruido era cada vez más grave, hasta que vio la silueta de una camioneta Raider asomándose lentamente. Sujetó el rifle con firmeza enredándose la correa en el brazo mientras acomodaba el ojo al visor y la culata al hombro. Empezó a respirar más lentamente y el dedo comenzó a acariciar el gatillo. El ojo trataba de afinar la puntería cuando observó varios rostros empalados en las traviesas delanteras del capó. Eran Raiders. Soltó el gatillo a la vez que levantó el arma y se levantó del suelo cuando la camioneta ya estaba cerca.

-Jajajajaja... si. ¡Si!.

Jackes soltó una gran carcajada al ver el rostro del piloto tras el volante. 

-Joder, ¡Si!.

La camioneta abandonó la carretera lentamente y se detuvo frente al taller. 

-¿Me ibas a recibir con una bala en la cabeza, Jackes?.
-Joder... ¡Hua!.
-¡Hua, Jackes!.

Chocamos los puños, luego Jackes golpeó la chapa de la camioneta con alegría.

-No apostaba ya un crédito por ti, ¿Y mis gafas?.
-Rotas. ¿Me dejas salir?.
-¡Claro, deja que te dé un abrazo!.

... 

-Menudo cacharro... ¿se lo has robado?.
-Prestado, solo que ya no queda nadie a quien devolvérselo. 
-Jajajaja... ¿a todos?.
-Hasta el último Raider.
-Joder... gracias. 

Jackes volvió a abrazarme más efusivamente, por fin alguien hizo justicia por su mujer y la familia de Dave.

-No hay nada que pueda hacer... para agradecértelo.
-Si, arregla mi moto.
-¿Tienes la pieza?.
-Mejor aún. 

Le llevé a la parte trasera y abrí el portón. 

-Hay tres cajas enteras, no pude cargar más. 
-Joder... voy a desmantelar este cacharro y guardar todas las piezas. -Dijo Jackes. 
-Arriba quedó un montón de material sin dueño. ¿Dave?.
-Durmiendo. Aún es temprano.
-¿Y esa cara?.
-No está bien, ha recaído. 
-Vaya. 
-No serás bien recibida. 
-Está bien, gracias Jackes. Voy a darme una ducha, la necesito... total, ya estoy acostumbrada a los duros recibimientos. 

Cuando terminé de ducharme salí a la calle y me senté en las escaleras del porche para secarme el pelo. Anlave pegaba bien y mi cuerpo agradecía su calor. Mel salió detrás con un cepillo de pelo. La había prometido que sería su muñeca de prácticas y se sentó justo detrás. 

-Gracias Mel.

Dave se despertó del sofá y subió a la habitación para ver si ella había vuelto, ni si quiera sé percató de verlas fuera en la calle. Lo hizo desde que se marchó pero vio que todo seguía en su sitio. Bajó las escaleras de madera y se sirvió un café. Cuando se arrimó al marco de la puerta, dio un sorbo y observó la camioneta que había en frente del taller. Luego, bajó unos peldaños y se sentó a lado de ella.

-Hola. -Saludó Dave.

Anlave me daba de lleno, como no podía mover la cabeza, traté de mirarle de reojo con el ceño fruncido cegada por la luz mientras Mel me cepillaba el pelo.

-Hola...

Dave seguía observando el taller.

-¿Te gusta el pescado?.

Volví a mirarle de reojo.

-¿Pescado?, depende del pescado.
-El Rabek, bien preparado, con patatas y unas verduras asadas. Tendrás hambre... llevas un par días comiendo las barritas alimentarias de mi hermano. Son horribles.
-Jajajajaja, si la verdad.

Dave me miró de reojo con aquella taza de café humeante.

-Gracias...

No me esperaba aquella palabra. 

-¿Por qué?.
-Por lo que has hecho... no dudaba de ti.

Ambos sonreímos. 

-En verdad, estaba más preocupado por la moto.

Cuando acabó de pronunciar aquella frase le metí un codazo y se le derramó el café. No paraba de reír. Me gustaba su risa. La verdad, pensé que tendría que ponerle en su sitio, pero no fue así. Me quedé mirándole de reojo callada mientras Mel me cepillaba el pelo.

-¿No vas a ponerte como un energúmeno?.
-¿Para qué?. ¿Qué sentido tendría discutir?.
-No sé, al menos finge que te importo un poquito.

Dave se estiró y cogió aire.

-Mitxelle, no pienso cambiar nada y por lo que a mi respecta, poniéndome en tu lugar, haría lo mismo.

Aquello sonó tan sensato por su parte que me dejó totalmente sorprendida. Cerré los ojos y dejé que Anlave me calentase con su luz. 

-Para ser un gilipollas... eso ha sido muy elocuente. 

Dave asintió con una muesca de la boca y tomó lo que le quedaba en la taza.

-No me has contestado. 
-¿A qué?.
-Que al menos te importe un poquito. 

Dave se quedó pensativo. 

-¿Más que a mi moto?, no. 

Recibió otro codazo a mi cuenta. Nos quedamos en silencio un rato hasta que Dave se levantó y se acercó al taller, no pude evitar verle marchar.

-Te gusta. -Dijo Mel.
-¿Qué?, no.
-Ya ya. Jajajaja. 
-Mel... no sigas por ese camino. 
-¿Por qué?, es guay. 
-Eso... no es suficiente, Mel.

Se quedó callada.

-Tu le gustas, a ti te gusta. 
-¡Yo no he dicho eso!. Mel, no líes las cosas, ¿vale?.
-Entonces... 
-Mel, mucha gente cuenta conmigo y me están esperando allí fuera. No...
-Ok, nada de estar tristes cuando estemos juntas. 
-Eso es. 
-¿Me dejas hacerte una trenza?.
-Claro, ¿Sabes hacerlas?.
-Si. Me las hago yo misma.

-¿Sabes otra cosa?.
-No, ¿Qué?.
-Que tu también me caes bien.

Mel se rio. 


Había pasado media mañana y me acerqué a taller. Dave estaba organizando las piezas y metiéndolas en cajas. Jackes estaba soldando otra pieza que estaba dañada. Vi el raspón en la pintura del depósito, tenía un dibujo de unas rosas rodeando un fusil, muy parecido al tatuaje que tengo dibujado en la nuca.

-Era bonito. -Dijo Dave.
-Si... una pena. -Dije mientras mi dedo acariciaba los rayones. 
-Podría pintarlo o hacer uno nuevo.
-¿También sabes dibujar?.
-Enseñaba arte y pintura a mis alumnos, a parte de otras áreas.
-Pues... me encantaría, Dave.
-Así, te robaré unos días más.
-Jajajajaja, andas listo, ¿eh?. Toma. -Le dije mientras le ayudaba a recoger. 

Había un cuaderno junto apoyado en la balda donde estábamos guardando las piezas. No pude aguantar la curiosidad y lo cogí.

-¿Qué es esto?. -Pregunté a Dave.
-Eh, no. Deja eso. -Dijo nervioso. 

Miré a Dave con picardía. 

-¿Quieres que lo deje?. -Dije burlescamente. 
-Si.
-A ver...
-Mitxelle, no. ¡No me jodas!.
-Jajajajaja, a ver que te pone tan nervioso...
-¡Mitxelle!.

Abrí aquel cuaderno por las primeras hojas. Eran dibujos, de animales. Según fui pasando las páginas, reconocí el valle de Alay, con su gran río.

-Joder, ¡Qué pasada!. ¿Son tuyos?.
-Trae, ¡dámelo!.
-No. Son buenos. Qué pasada.

Seguí pasando las hojas. Había el rostro de una mujer.

-Es guapa. Que buen retrato. 
-Mitxelle...
-¿Era Dora?.
-Si...

Le vi afectado, aún así seguí ojeando el cuaderno. Había una niña también. 

-¿Rebeca?.
-Si...
-Que guapas.
-¡Dámelo!, ¿quieres?.

Su hermano con una presa recién cazada, otra mujer.

-¿Helena?.
-Si.

Eran muy buenos retratos y estaba claro que se le daba bien dibujar. Habían ciertos mensajes en sus dibujos, sabían trasmitir. Seguí mirando más dibujos. 

-¡Ja!, ¡pero serás cabrón!. ¿Esto es lo que no querías que viera?.

Llegando al final, había un dibujo mío cogiendo la taza del armario, igual que la fotografía que me hizo en calzoncillos y borré.

-Trae joder. 
-Que no. 

-¿Y ésta?.

Era otro dibujo de mi y Mel sentadas en las escaleras del porche donde se la veía feliz sujetando un mechón del pelo tratando de hacer una trenza. Yo estaba con la cabeza ligeramente hacia atrás disfrutando de aquel momento, incluso el pelo parecía realmente algo mojado y el detalle de los rayos de luz de Anlave sobre nosotras... una pasada.

-Son buenos, Dave... Toma.
-Ya es tarde. Me voy a preparar el Rabek. 

Dave me cogió el cuaderno y se marchó enfadado, ni si quiera me miró. Jackes estaba observándome. 

-Pues no entiendo por qué se enfada...
-Ese cuaderno es parte importante de su vida, como un diario para él, a mi también me lo tiene prohibido. Se le pasará. -Dijo mientras esforzaba su rostro tratando de enderezar una chapa con el brazo.
-No lo sabía... lo siento. 
-Su familia, ya sabes. Le dije una vez que lo quemara, se puso como un energúmeno.
-Ya... normal.

Observé a Dave entrar en la casa.

-Da igual, esos dibujos tienen vida propia.
-¿Me ayudas con esto?.
-Claro.
-Coge de aquí y levanta, mantenlo firme. No mires. 
-¿Así?.
-Si, mantenlo. 

Jackes y yo seguimos trabajando en la moto. Sabía lo que hacía, al menos era la sensación que me daba. Lo que más me gustaba de él era el orden y la seriedad a la hora de hacer su trabajo. Muy profesional. Luego me acerqué a la casa. Dave estaba cortando unas patatas.

-¿Te ayudo?.

Dave no dijo nada, estaba serio. Cogí unos pimientos, los lavé, un cuchillo y me puse a cortar.

-Así no, en tiras... 
-Vale, al menos te hecho hablar. -Dije con cierta gracia.

Mel se acercó a al armario con una silla, su subió a ella y agarró unas galletas.

-Ten cuidado, te puedes caer...
-Nunca me caigo.
-Hasta que un día lo hagas.

El cuchillo dejó de cortar. En ese momento las palabras de Bika vinieron a mis recuerdos. Intenté seguir cortando.

-¿Estás bien?. -Preguntó Dave.
-Si, claro... -Dije entrecortado.
-Estás llorando...
-Es el pimiento, me hace lagrimar, solo es eso.
-¿El pimiento?. jajajaja.
-Mierda... 

Dejé el cuchillo y salí al porche. Al rato se asomó Dave.

-¿Qué pasa?.
-Nada...
-Si lo sacas fuera, quizá te ayude.
-Es, Bika...
-¿Bika?, ¿la mujer de la que me hablaste?.
-Si, ella no... soporta que me enfrente allí fuera. Lo que la he dicho a Mel... nada, solo me veía como ella chillándome, nada mas.
-Ya veo.

Nos quedamos callados.

-Creo que... igual el problema eres tu y no ella.
-Dave... déjalo ¿quieres?.
-Solo piénsalo, ¿Vale?. Lo que le has dicho a Mel, ha salido de dentro de ti... por cariño, por las razones que sean. Es lícito preocuparse por las personas que te importan.
-Dave... no quiero convertirme en aquello de lo que estoy huyendo.
-Entonces mi hermano tenía razón. 
-¿En qué?.
-En que nunca encontrarás la paz interior.
-No tenéis ni puta idea de lo que llevo dentro.
-Mitxelle, eres incorregible. -Dijo con cierto resquemor.

Dave se volvió a meter a dentro para seguir con el pescado pero antes se quedó parado en la puerta.

-Estas siendo egoísta. 
-¿Egoísta?.
-Si.
-¿Egoísta, Dave?. ¡Pero tu de que vas!. ¡Todo lo que hago es por los demás!. 
-¿Segura?.
-Dave, no sigas, ¿Es egoísta que haya acabado con los que os hicieron daño?. ¡Pensé que no tendría que darte explicaciones a ti también de lo que hago!. ¿Te lo estabas guardando, Dave?. ¿Es eso?. Ya veo... eres igual que ellos.

Dave se fue acercando poco a poco. 

-Egoísta, egoísta contigo misma, egoísta con tu vida, egoísta con lo que buscas. ¿Qué pasa?, ¿tuviste una mala infancia?.

El sonido de un bofetón resonó en el porche. 

-Vete a la mierda, Dave. Eres un puto gilipollas. 
-Ves como eres una egoísta. ¿Vas a darme otra bofetada?.
-Que te jodan, Dave. 

Entré a la casa apartándole con el hombro y me encerré en la habitación. Al rato entró Mel. Yo estaba llorando. Mel se acercó a mi y me abrazó. 

-Lo siento Mel... lo siento. 
-¿Te acuerdas de lo que me dijiste?. No estar tristes el tiempo que estemos juntas. 
-Lo sé. Perdona. 

Traté de secarme las lágrimas con la mano mientras la abrazaba.

-Lo siento. 
-Yo no creo que seas egoísta. 
-Gracias. -Dije mientras trataba de sonreírla.
-El tío Dave es bueno. 
-Lo sé, lo sé...
-¿Entonces, por qué le has pegado?.
-Porque soy una egoísta, Mel... soy una egoísta.
-¿Es cierto lo que me suele decir mi tío sobre lo que las verdades duelen?.
-Supongo que si... todo duele Mel... eso hace que hagamos cosas malas.
-¿Eres mala?.
-Si, Mel... soy mala.
-Entonces, si estas diciendo la verdad, ¿Por qué te duele?. No lo entiendo.
-No lo sé, Mel... Intento ser buena, pero eso hace que sea mala y no quiero hacer cosas malas solo buenas.
-A ver, si los mayores sois así de raros, yo no quiero ser mayor. De verdad.

No pude esbozar una sonrisa y reírme con ella.

-No crezcas nunca... nunca.
-¿Mejor?.
-Si. Gracias por ser tu misma. 
-Somos amigas, las amigas se ayudan.
-Claro y se abrazan fuertemente.
-¡Ay, me ahogas!.
-Jajajaja.

Al rato se asomó Dave a la puerta para decirnos que la comida ya estaba lista.

-Mel... 
-Voy.

Mel bajó corriendo las escaleras. Dave se quedó apoyado en el marco de la puerta viéndola bajar.

-Lo siento, Dave. No... no se que me ha pasado.
-El Rabek me ha quedado de lujo.
-Gracias.
-¿Por qué, por el Rabek?.
-Por abrirme los ojos.
-Venga, vamos a probar ese pescado y si no te gusta, miénteme.

Cuando pasé a su lado le di un beso en la mejilla.

-Lo siento.
-¿Siempre pides perdón así?, haces mal... así solo tendremos mas peleas.
-Payaso. Jajaja.
-Eh, pídeme disculpas, ¡venga!.
-¿Por lo de payaso?, ni de coña.
-Me has ofendido. ¡Exijo una disculpa!.
-Si te ofende la verdad, no pienso disculparme por ello.

Dave se quedo perplejo.

-Pero...

Me di media vuelta y le di un beso rápido en el labio.

-¿Y eso?.
-Por las veces que te he llamado gilipollas.
-100 veces han sido.

Me reí y empecé a bajar las escaleras, cuando levanté el dedo corazón.

-¿101?.

Levante el otro.

-102, han sido 102.


Nos sentamos a comer, Dave había cortado los lomos y nos los sirvió con las patatas y las verduras asadas de guarnición. Fue probarlo y aquello te transportaba al mar directamente. 

-¡Oh!, joder. -Exclamé.
-¿Estas bien?. -Dijo Dave alarmado.
-Si... -Respondí tratando de reponerme. 
-Si quieres te preparo otra cosa...
-¡Por Dios, Dave!. No. ¡Que pasada!.
-¿Te gusta?.
-Cocinas igual que dibujas. Madre mía. Me lo comería entero.
-Jajajajaja. Es un buen bicho. Si quieres luego te sirvo más.
-No lo recordaba así, de verdad.
-El Rabek tiene de por sí un sabor muy acentuado, demasiado, por eso uso la verdura, para suavizarlo un poco, pero sin llegar a matarlo. 
-A mi no me gusta... -Protestó Mel.
-A ti nunca te a gustado el pescado, sobrina.
-Bla, bla, bla...
-A comerlo, sabes que hay que comer de todo. 
-Pues las piedras no se comen. -Dijo burlescamente. 
-Todo lo que sea vivo. -Respondió con otra burla.
-Seguro que este pescado ya estaba muerto. 
-Mel... -Dijo Jackes.
-Vale... pero mañana me haces pasta.
-¿Pasta?. -Preguntó Dave mirándonos a las dos.
-Tu eres el cocinillas... -Dije levantando las manos ligeramente. 
-Si... -Gritó Mel de alegría. 
-Jajajajaja. -Dije mientras chocaba la mano con Mel.
-Creo que si no fuera por las galletas te morirías de hambre. -Insinuó Jackes.
-Galletas, buenas y no están vivas, tío Dave.
-Jajajajaja. -Dave se partía de risa.

Cuando terminamos de comer algo me golpeó en la mejilla. Era Mel que me lanzó una miga de pan. La miré desafiante y respondí con un contraataque. 

-Mel... -Dave la llamó la atención. 
-Ha sido ella. 
-¿Qué?.
-Me da igual, ella es una cría pero tu Mel ya tienes una edad para saber comportarte en una mesa.
-¿Perdona?, ¿Qué me has llamado?. -Dije exaltada. 

Jackes se nos quedó mirando seriamente. 

-Perdón. -Dije disculpándome. 

Al momento Dave se empezó a reír y la tiró un trozo entero a Mel.

-¡Papá!.

Jackes se empezó a reír.

-¿No conoces a tu tío todavía?.

Yo le lancé un trozo aún más grande a Dave.

-¡Mitxelle!.
-Jajajajaja, jajajaja... -Mel casi se ahogaba de la risa.
-Jajajajaja. -Continuó Mel.
-Esta bien, esta ganáis. -Dijo Dave mientras se tocaba la frente. 

Mel me giñó el ojo exageradamente y respondí con otro. Jackes se levantó y empezó a recoger, yo hice lo mismo. Cuando Dave se levantó, su hermano le llamó la atención. 

-Tu ya has hecho la comida, déjame a mi.

Dave no dijo nada sorprendido y se tumbó en el sofá. Yo me quedé con Jackes y le iba pasando los cubiertos. Mel terminó de limpiar la mesa. Cuando acabamos, Jackes cogió una cerveza y salió al porche. Minutos después salí yo, Dave se había quedado dormido. Jackes estaba pensativo, de pie junto a la barandilla de madera. 

-Voy a morir. -Dije.
-¿Comiste bien?.
-Demasiado. 
-No es por nada, pero se te ve buen saque. ¿Dónde lo metes?.
-Jajajajaja, Jackes. Oye, ¿No me estarás llamando zampona?.

Jackes empezó reír, tenía una forma muy exagerada de hacerlo, especial. Luego se quedó callado. 

-Hacía mucho tiempo que no nos reíamos en la mesa. -Dijo evocando al pasado. 
-Jackes...
-No, tranquila. Al menos, lo hemos pasado bien. 

Vi a Jackes tocado. 

-¿Nunca habéis pensado en marcharos de aquí?, hacer una nueva vida, conocer a otras personas...
-A dónde, ¿Al espacio, a otros planetas?, daría igual. Es más de lo mismo...
-Hablo de oportunidades. De conocer a otra gente, formar otras familias. Cuando te veo me da la sensación de que estás preso en este lugar. 

Jackes terminó un sorbo y se quedó más pensativo aún. 

-Este lugar es parte de mi familia. Cuando ellas murieron aquí, yo lo hice también. 
-Jackes... lo siento, pero no tienes por qué. Mel algún día se hará mayor y esté lugar... se le quedará pequeño. ¿Entiendes lo que te quiero decir?.
-Mel tiene a Dave. 
-No, Jackes. No me jodas tu también, Mel tiene a su padre. Tu eres su padre y una responsabilidad para con ella, su futuro depende de ti.

Jackes empezó a romperse. 

-¡Pero es que me recuerda tanto a ella!. Joder.
-Mel es parte de Helena, disfruta la vida que te queda con ella.

Jackes dejó la cerveza en la mesa de fuera y se marchó al taller. 

-Joder...

-No le harás cambiar de parecer... -La voz de Dave sonó a mi espalda. 
-Nunca lo ha superado.
-No. Lo lleva por dentro. Cree que soy yo quien no puede con ello, pero está muy equivocado y no le vas a cambiar, llevo mucho tiempo diciéndoselo. 
-Joder... lo siento Dave, me da tanta rabia.
-Bueno... en parte tiene razón, da igual aquí que allí. El hogar siempre está donde está la familia. ¿No es lo que dicen?.

-No lo sé, Dave... yo, no tuve una familia, quizá lo vea de otra manera. 
-¿Me contarás eso algún día?.
-En otro momento. 
-Otro momento, ok. 

Dejé a Dave y me fui al taller. Cuando entré Jackes estaba colocando otra pieza del motor. 

-Pensé que los marines no se rendían nunca.

Jackes no dijo nada.

-Jackes, te estoy hablando. No hagas que me ignoras. 
-¿Qué quieres?.
-Que seas quien eras antes. 
-Eso es imposible. -Dijo mientras pasaba un trapo a otra pieza.
-No es imposible. Tienes a tu hija.
-¡Ya basta!. ¡Tu no sabes!.

Me crucé de brazos y le miré con desprecio. 

-¿Qué no sé, Jackes?. ¿Lo qué es perder a una madre?. ¿A un padre?. ¿Una familia, Jackes?. ¿Eso es lo que no sé?.

Jackes bajó la cabeza.

-Esto, todo lo que ves, es ella. Lo creamos juntos. Queríamos olvidarnos de todo aquello. Empezar una nueva vida... ¿y de qué sirvió?. Esto es lo que me queda... 
-Despierta, Jackes. Tienes mucho más, tienes a Mel y a tu hermano. Todo esto esto es tu pasado, necesitas un futuro.
-¡No!. ¡Tú no me dices que hacer!. ¡Has venido aquí a qué!.

Me dirigí hacia Jackes y le empujé contra la balda. 

-¡Despierta coño!.

Dave escuchaba los ruidos desde el porche de madera. Al poco se asomó Mel. 

-¿Qué son esos ruidos?.
-Que todo va bien. -Dijo Dave.
-Suena como si estuvieran peleando... 
-Tranquila, Mel. Es por una buena razón. 
-No entiendo a los mayores... de verdad. 

Mitxelle salió del taller y volvió a entrar.

-¿Va ganando?.
-No lo sé. 
-¿Una apuesta?. La tía gana. 
-Jajajajaja, ¿Qué?. Papá es un duro rival. 

El ruido y las voces seguían su curso. 

-¿Eso que sale rodando no es un tapa cubos?.
-Si.
-¿Por qué se llama tapa cubos si lo que tapan son las ruedas?.
-No lo sé. ¿Por qué lo que tapa tiene forma de cubo?.
-Entonces, ¿los pantalones son un tapa culos?.
-Jajajajaja. ¡O tapa ya sabes!.
-Jeje jeje... ssch... ya no hay ruido, yo dije tía, tu papá.

Mitxelle salió del taller de nuevo y volvió a casa.

-¿Todo bien?.
-Es más testarudo que tú... pero creo que si.
-¡He ganado!. -Saltó Mel. 
-¿Qué?. -Pregunté sorprendida. 
-Aposté por ti.
-¡Serás bicho!.
-Jeje jeje...
-Voy a dormir un rato, estoy cansada. 
-Te compré algo de ropa en Fraser, creo que es de tu talla. Luego te la pruebas.
-Gracias, Dave.
-¿Estás bien?.
-Si, claro. Cansada. 
-Bien. 
-También he comido mucho... espectacular el Rabek, Dave.

Dave asintió orgulloso y me observó marchar.

-Le gustas. -Dijo Mel. 
-¿Qué?, Mel...
-Veo vuestras miraditas, jeje. 
-Ya vale, Mel. No mal metas. Además... ella tiene su vida y nosotros la nuestra. 
-De verdad, no quiero ser mayor... 
-Pues, estás creciendo muy rápido. 

Mel le pellizcó el brazo. 

-Ya vas para 9 años y tu reloj biológico no se detiene. 

Mel apretó con más fuerza mientras forzaba el rostro.

 
Me desperté de la siesta, todo estaba en silencio. Me meaba un montón, así que, me levanté y salí corriendo al baño cuando choqué contra el pecho desnudo de Dave. Había salido de la ducha y sólo le cubría una toalla de cintura para abajo. No pude evitar fijarme en el nudo de la toalla que entraba hacia vientre marcado. 

-Perdón... solo iba... al... baño, a... pues eso. Me... a la mierda, ¡Eres gilipollas!.

Entré y cerré la puerta con fuerza. 

-¡Pero si no he dicho nada!. -Dijo conmocionado mirando a Mel que estaba tumbada boca abajo en la cama con un libro y las piernas en alto.

Mel observaba a Dave mientras levantaba las cejas continuamente de forma exagerada y con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Borra esa sonrisa de tu cara!, Mel...

Mel puso morros y se dio la vuelta con el libro. Luego levantó el dedo corazón. 

-¡Mel!... -Protestó Dave. 
-¿Qué?, ella también lo hace...
-Eso está muy feo.
-Pues a ella no la riñes. 
-Es mayor y tú no.
-Me aburro.

Dave se dio cuenta que ya no era tan niña y se quedaba con todo lo que veía. Entró dentro de la habitación y se puso a pelear con Mel jugando.

-¡No tío!, jajajaja...
-Bicho, soy una araña y te voy a comer.
-¡No, la araña no!. Jajajaja...
-¡Pues una bestia Grokan!.

Dave cogió a Mel en volandas. Cuando salí del baño les vi juntos, Mel estaba arriba en el aire. Me fijé en una marca que tenía Dave en la espalda. Sus músculos estaban marcados y en tensión. Se notaba que hacía ejercicio.

Dave se giró para dejar a Mel en la cama de nuevo cuando se quedó observándome. Reaccioné y me marché como si acabara de salir del baño y no hubiera estado espiando.

-¡Seré imbécil!. -Dije para mis adentros cuando cerré la puerta de la habitación. 

Me quedé un rato consternada con la espalda apoyada en la puerta. 

-Mierda...

Vi la bolsa con la ropa que me compró Dave. Me probé la ropa interior, me quedaba bien, sorprendentemente dio con la talla. Me miré en el espejo del armario durante un rato. La cabeza no dejaba de castigarme. ¿Qué hacía allí?. ¿Por qué dejé todo atrás?. Todavía recordaba a May delante de mi diciendo que recapacitara y pidiéndome que no me marchara. Se quedó por mi en el Damocles y sólo se me ocurre dejarla allí sola. Estaba tan cegada por las continuas peleas con Bika... ni si quiera la echo de menos y no sé que me da más rabia. Pensé que dejarla por un tiempo me volvería a atrapar, pero es como si aquel día en la carretera... la hubiera perdido para siempre. 

Dave nunca tuvo que parar allí... Estoy tan a gusto que no me quiero marchar. Creo que, estoy encontrando la paz que quería y eso... me asusta. Me asusta aún más no poder controlarlo sabiendo lo que soy.

-¡Perdón!.
-¡Dave!.
-Iba por mi... ropa. Lo siento. 

Dave entró de golpe a la habitación e intenté taparme. Casi me entró la risa al ver su cara. 

-¿Vas a tardar?. -Dijo desde detrás de la puerta. 

Me senté en la cama y me tapé con un cojín grande que tenía junto a almohada. 

-Entra.
-Perdón. 

Dave rebusco en su armario y cogió varias prendas.

-¿Te apetece ese paseo?.
-¿Paseo?.
-Te dejé colgado el otro día, así que, aprovechando que tengo que hacer una cosa, me... pues eso, que si... te apetece.
-¿A dónde?.
-Con tu moto, yo conduzco. 
-Espera, ¿me estás pidiendo una cita con mi moto?.
-Serás lerdo... no es una cita y si, te estoy pidiendo tu moto.
-¿Después de lo que le hiciste a tu moto?, ni de coña.
-¿Perdona?. Vale... ¿Sabes qué?. Olvídalo.
-Te estaba vacilando. ¿Cuándo?. 
-20 minutos. 
-20...
-Si, eso he dicho.
-No 30 ni 40. 20...
-20... 
-Bien, 20. 
-No 21, ni 22, Dave. 20.
-¿18?.
-¡Vete a mierda!. Jajajaja. 

Le tiré el cojín con el que me estaba tapando sin darme cuenta y me tiré rodando hacia fuera de la cama.

-Te queda bien.

Mi cabeza asomó por encima.

-¡Si!. Es de mi talla, gracias. 
-No era una pregunta.
-¡Dave!... ha pasado un minuto. Tic, tac, tic, tac...

Dave salió corriendo, casi pierde la toalla y mi cabeza no hacía más que seguirle por encima de la cama sin parar de reírme. Además, me hice daño al caer.

Cuando se me pasó, me reincorporé y me puse los pantalones vaqueros nuevos.

-¿Por qué 20 minutos?. -Sonó la voz de Dave al fondo mientras me vestía. 
-Te quedan 17. -Dije en voz alta.
-¿17?.
-16.
-Mierda...

Salí de la casa y me dirigí al taller. Me encontré con Jackes, quien me observó coger la moto de Dave.  

-Hola.
-Hola. ¿Te vas algún sitio?.
-Con Dave, a dar una vuelta.
-Bien.
-¿Está cargada?.
-Debería. 
-Gracias, Jackes.

Me acerqué a él y le di otro beso en la mejilla.

-Aún no me des las gracias. 
-¿Necesitas algo de Fraser?.
-Que traigas a mi hermano entero.
-¿Dudas de mi, Jackes?. 
-Anda... largo de aquí. 
-Llegaremos tarde. 
-Que te pires...
-Gracias, gracias, gracias...
-Jajajajaja. -Rio Jackes.

Encendí la moto mientras la llevaba hacia atrás con los pies. Era suave y ligera. El holograma apareció flotando en el manillar y la carga estaba a fondo. Cuando salí del taller, giré el manillar y aceleré ligeramente, era silenciosa y ágil, me acerqué despacio al estacionamiento de tierra enfrente de la casa cruzando la carretera. Sólo se oía un ligero zumbido. 

Al rato apareció Dave, me vio con la ropa vaquera y la chaqueta de cuero negro que me compró. 

-19 minutos. 
-Bien, ¿No?.
-Para el tiempo que has perdido... si, justito. 
-Mola, ¿Tengo buen gusto o no?.
-Por la moto o la chaqueta. 
-Por las tres cosas.
-¡Vete a mierda, Dave!. Pero si, me gusta. Gracias.
-La moto o la chaqueta. 
-Las dos. 
-Ah, vale. 

Dave se subió detrás mío cuando la moto cedió ligeramente a su peso. Noté que se agarró a mi cintura.

-¿Mis calzoncillos?.
-En la lavadora...
-¡Qué!.

Aceleré bastante y Dave se tuvo que agarrar con fuerza mientras me adentraba en el asfalto. Aunque era ligera, notaba el peso de los dos, así que, aminoré la velocidad por si acaso. 





Anderton's Roads.

Estaba empezando a atardecer. Anlave aún seguía bastante alto y quedaban unas cuántas horas para anochecer. Seguimos carretera abajo hasta llegar a los acantilados en dirección a Fraser. El cromado de la moto centelleaba en la lejanía a medida que iba surcando las curvas, rompiendo así, con el silencio visual del entorno. 

La zona costera llena de acantilados era muy bella, uno de los atractivos de Fraser por lo pronunciadas que eran y sus largas playas a medida que se acercaban al núcleo urbano, a parte de que no distaban muy lejos de allí.

El brillo se desplazaba a través de varios puentes gastados por el tiempo, el mar y la falta de mantenimiento, hasta dejar atrás la costa de nuevo y adentrarse en una vía rápida que se perdía hacia los dos altos rascacielos que se vislumbraban a lo lejos en el horizonte con sus más de 800 metros de altura, ligeramente desvanecidos por el calima. 

La vista se me perdía de vez en cuando observando el mar al fondo a la derecha mientras la moto seguía su camino. Estábamos algo más elevados que la costa, desde allí se vislumbraba el puerto marítimo y en el interior el puerto espacial, entre medias, la ciudad de Fraser con sus altos edificios y las dos enormes torres postradas en duelo haciendo frente al mar y al espacio exterior. Símbolos de lo que en su día fueron las grandes corporaciones Federales, hoy despojadas de su relevancia estratégica. Aún así, continúan ejerciendo su poder sobre otras regiones del interior de Anderton. 

Dejamos la vía rápida por un carril de salida y enlazamos con otra carretera secundaria que bordeaba la ciudad de Fraser. Al llegar a una intersección, abandoné el asfalto para meterme en un estacionamiento de tierra junto a un edificio en ruinas y la estructura de un gran cartel completamente oxidado. Detuve la moto con suavidad y me quedé observando. Estaba todo lleno de restos de basura y la vegetación había ido ocupando su lugar.

-¿Todo bien, Mitxelle?. -Preguntó Dave desconcertado. 
-No.

Dave quedó pensativo intentando saber que narices hacían allí.

-¿Se puede saber qué hacemos en un antiguo club de alterne?. Desde que se cargaron al hijo puta de su dueño este lugar fue abandonado y dejó de existir. 
-Un ajuste de cuentas dijeron... 
-¿Esto te parece un lugar adecuado para nuestro primer paseo?.

Miré a Dave de reojo guardando silencio. Sólo hablaba él. 

-¿Mitxelle?.

Volví a observar el edificio. 

-Mi madre trabajaba aquí...
-El día de mi graduación no fue a buscarme. Cuando llegué a casa sola, ella estaba muerta. Sobredosis.
-Ese hijo puta del que hablaste se llamaba Trevor, se la quitó de en medio cuando ella ya no la valía. 
-El día de su entierro apareció Rai... yo me quedé sola, así que, me ofreció trabajo a cambio de protección y cuidados.

-Él me enseñó a ser lo que soy hoy en día, en parte...

-Lo siento, Mitxelle. No sabía... -Se disculpó Dave.

Volví a mirar de reojo a Dave. 

-Trevor fue mi primer encargo, Dave. 
-Sólo tenía 17 años...

Dave se quedó serio, sorprendido y cabizbajo. 

-No, no jodas. ¿Tú?... ¿Fuiste tú?. No me lo puedo creer. Eras una cría... Joder. ¿Te enfrentaste a todos ellos?.

Mis ojos se volvieron al cartel oxidado, aquel cartel de neón de que se alejaba y se perdía en el horizonte mientras Rai me llevaba en la moto.

-Si... 
-Al menos... te cargaste toda esta mierda. Pero 17 años... joder. ¿Rai lo permitió?.
-Se lo que vas a decir, Dave. Pero, fue lo más parecido a un padre que tuve para mi.
-Aún así, no lo comparto. 
-Me enseñó a ser fuerte, a ganarme la vida, a sobrevivir. Estaba sola, Dave.
-Tu padre. ¿Qué le pasó?.
-Nos abandonó a mi madre y a mi, un día antes de cumplir mi séptimo cumpleaños... simplemente se fue y nunca más regresó. 
-Joder. Que... lo siento, de veras. Nadie se merece eso tampoco. -Dijo Dave conmocionado. 

Nos quedamos en silencio. Dave se bajó de la moto y golpeó una bolsa que había en el suelo. 

-Mi hermano tenía razón, todos estamos malditos en este lugar.
-Cierto. -Dije mientras le observaba. 

Se quedó mirando el edificio. 

-Me cuesta... digerir todo esto, Mitxelle. ¿Cómo narices entraste ahí y te lo cargaste?. 

Me encogí de hombros. 

-Rai tenía razón. Nadie pregunta en estos sitios por una menor. Simplemente te meten para adentro esbozando una sonrisa y ya está. Ni si quiera sé paran a cachearte o registrar un bolso con un osito de peluche dentro.

Dave se giró hacia mí y se quedó observándome atónito. 

-Sólo quiero que me conozcas, Dave. Que veas... lo que soy en realidad. 
-Ya... joder. Tu primer trabajo, ¿Cuántos más hubo?.
-Casi un... ¿centenar?.
-Centenar... dices.
-Si.

-¿Y tus estudios?.
-Rai me pagaba la universidad mientras realizaba los trabajos. 
-¿Te licenciaste?. 
-¡Claro!. A parte gané mucha pasta. 
-Ya veo. No sé cómo pudiste compaginarlo todo.
-¿Crees que los tenía amenazados?, jajajajaja. Podía, pero no.

Dave levantó la cejas. Anlave realzaba el color claro de su pelo y la barba.

-No, Dave. Bastante tenía ya con los encargos.
-¿Cuándo lo dejaste, si lo dejaste?.
-Después de licenciarme. Acabé en la escuela de marines de la federación en Eta Cassiopeia, luego lo dejé, pase de ese rollo. Regresé y seguí realizando trabajos para Rai hasta su... fallecimiento.
-Mi hermano también estuvo allí. 
-Si, ya me lo contó.
-¿Después?.
-Poca cosa, freelance. Hice de todo de aquí para allá, estuve en Sol y luego conocí a un grupo de gente que pertenecía a una flota.
-En soledad. 
-Claro. Hice algunos amigos, pero pocos, el trabajo me hacía ir de aquí para allá sin un lugar fijo. Sol quizá fue el único sitio donde me centré algo, la estación Galileo.
-Ya veo. Lo supe, cuando te vi cargar el fusil en la ranchera. Supe que eras diferente. Cómo te cargaste a esos mierdas. 
-Anda, que estabas cagadito cuando te encañoné con él. Jajajaja. 

Dave sonrió. 

-Lo pasé mal, lo reconozco. 
-¡Gilipollas... soy gilipollas!, jajajajaja. Dave, perdona que me ría. Pero, jajajaja. Nunca vi algo igual, le echaste huevos, lo reconozco. También supe que eras diferente. ¿Y cuando se disparó el fusil?, ese momento fue mágico. 
-¿Mágico?. Casi me meo en el asiento. 
-Jajajajaja. Ay, perdona. 
-Al menos... te hice reír. Igual que ahora.
-Si... supongo. 

Dave y yo nos miramos fijamente. 

-¿Nos vamos?, este lugar da mala cosa. -Dijo Dave. 
-Si, aún nos queda camino. 

Dave subió detrás y encendí la moto. Volví al asfalto mientras observaba el club por el retrovisor como aquella noche, aunque ahora sólo era unas ruinas con un cartel desecho y oxidado.

Seguimos bordeando la ciudad por la antigua carretera, pasando junto a los viejos campos solares aún en funcionamiento y la granja Biderman, una de las más extensas. Aún se podían ver las grandes cosechadoras trabajando de manera autónoma. Uno de aquellos avances tecnológicos que acabó con el trabajo manual y generó la pérdida de millones de puestos de trabajo en el campo. Otro símbolo del poder económico corporativo. Llegaron, se apoderaron de las tierras de los primeros colonos, que por ley, les otorgaba el título y el derecho a las tierras que iban descubriendo, ocupando y trabajando, tierras que pasaban generacionalmente de padres a hijos. Hasta que la Federación concedió a las grandes corporaciones el poder quedarse con ellas, violando así, los derechos coloniales. Lo que finalmente llevó a revueltas y a guerras que más tarde se dieron a conocer como las guerras del patrimonio. Convirtiéndose así, en uno de los episodios más bochornosos dentro de la historia de la Federación. 

Llegamos a un paso cerrado y tuve que detener la moto para esperar que una de aquellas máquinas cruzara la carretera. Tenía un número 4 enorme dibujado en el costado y un logotipo con la palabras Biderman's Corp.. 
Los números tenían ese tamaño para poder identificar las máquinas desde la distancia, incluso desde los drones que patrullaban los campos, capaces de analizar el estado del suelo, las plantas. Podían controlar hasta los ganados con un chip, lo que comían y cuándo debían hacerlo, a dónde se tenían que dirigir y cómo. Todo gobernado por la tecnología.

Dave y yo nos quedamos perplejos viendo pasar aquélla mole. Tan sólo una de sus ruedas mediría al menos cinco veces nuestro tamaño y llevaba seis. Pasó lentamente por delante nuestro cuando uno de los drones se acercó y se quedó observándonos emitiendo varios pitidos claramente audibles. Cuando terminó de pasar, el dron se marchó y el camino quedó libre. 

Continuamos nuestro recorrido hasta llegar al lado del puerto espacial. Allí detuve la moto en el arcén y me quedé observando la actividad de las naves que llegaban y marchaban. Una Type-9 llegó con la luz de Anlave a su espalda y acompañada de dos Eagle como escolta. Desplegó su tren de aterrizaje y se posó lentamente con aquel ruido característico del anclaje magnético. Las Eagle se dividieron y aterrizaron en las plataformas adyacentes.

-Eso es otra de las cosas a las que me dedico. Transporte de mercancías, personal, minería... por eso estamos de aquí para allá, sin parar. Eso cuando no estoy en alguna guerra jugándome la vida.
-¿Nunca has decidido asentarte?. Dejar todo eso... para llevar una vida mas tranquila, un hogar.
-No he conocido otra cosa y me gusta.
-¿Matar gente?.
-El espacio. ¿Acaso crees que disfruto matando?. Dave, por favor.
-Perdona.
-He visto lugares nunca antes vistos. Pisado planetas que nadie antes había pisado. Descubierto sistemas que aún nadie a visitado. Volado entre asteroides de todo tipo. Volado a gran velocidad entre cañones que te quitarían el hipo de solo verlos. Enfrentarte cara a cara contra los Thargoides. ¿Cambiarías todo eso por una vida tranquila?.
-Tiene que ser impresionante todo eso que me cuentas.
-Lo es. Todo tiene su encanto, Dave. Son diferentes, no por ello mejores o peores, pero esto es lo único que he conocido. 
-¿Conocerías la otra cara?.
-¿Conocerías tu aquella? -Contesté mirando hacia arriba.
-Se podría intentar. No lo descartaría. 

Miré a Dave de reojo, no quise decir nada.

-Sigamos.

Encendí la moto y volvimos al asfalto, dejando atrás el puerto espacial y Fraser. Seguí la carretera en dirección a Cohan y subimos el puerto de montaña hasta llegar a un desvío donde tomé un camino de tierra que seguía subiendo a más altitud. Al llegar a una planicie Dave pudo ver una Phantom aterrizada junto a una cabaña. Detuve la moto junto a la valla de madera que servía de quitamiedos para no caer montaña abajo, enfrente de la cabaña. Desde allí se divisaba el mar, Cohan y Fraser.

-Bájate de la moto, Dave.
-Si, claro. ¿Qué hacemos aquí?. Parece que hay gente, esa nave no está aquí por estar. 
-Sígueme. 

Al llegar a la puerta activé el panel y se abrió.

-Pero... ¿Esa nave es tuya y la cabaña?.
-Si.
-¿No vivías en Leven?.
-Esta no es la casa de mis padres. La adquirí con el dinero que ganaba con Rai. La usaba como escondite. 
-Es un lugar con unas vistas increíbles... ¿De verdad esa pedazo nave es tuya?.
-¿Impresionado?. Vamos dentro, tengo que coger algunas cosas.
-Claro... 
-¿Una cerveza?.
-Si.

Abrí el frigorífico y saqué una cerveza que entregué a Dave. 

-Ponte cómodo, no tardaré. 

Cogí varios enseres y los guardé en una mochila. Dave había salido fuera a ver la Phantom. Cuando terminé, me reuní con él. Hice un trasvase de combustible de la Phantom al depósito de la cabaña. En su día había logrado adaptar la Power plant de una vieja Asp para obtener energía. 

-¿Vienes?.
-¿Ahí dentro?.

Dave subió conmigo a la Némesis. Lo miraba todo.

-Es increíble que esto pueda viajar por allí arriba. Me da la sensación de que me has traído aquí para algo más. 
-Siéntate ahí donde el copiloto. 
-Pero...
-Silencio. 

Me acerqué a Dave y amarré la palanca del cebador. Comencé a moverla y cuando cargó, pulsé varios contactores de encendido para alimentar la nave. Fue cuando perdí el equilibrio y caí sobre Dave.

-Uy, perdón. Jajajaja. 
-¿Estás bien?.

Me quedé mirándole.

-Estas acojonado. Jajajaja. 
-¿Yo?. Cómo puedes decir eso.
-Si quieres... doy marcha atrás.
-¿Es que acaso pretendes llevarme de paseo?.

Asentí afirmativamente con la cabeza. 

-Sujétate.

Me senté en el asiento del piloto y terminé el proceso de arranque.

-Tráfico aéreo de Fraser, aquí Mike, India, Tango. Iniciando salida.
-Mike, India, Tango, control de Fraser, contacto informado, puede iniciar despegue. 

Me giré hacia atrás para ver la reacción de Dave.

-¿Preparado?.
-No.
-Jajajaja. 

La Némesis comenzó a elevarse del suelo lentamente y el tren de aterrizaje se fue replegando. Dave estaba agarrado al asiento. Pronto tiré hacia atrás del stick y empujé la palanca de combustión. La Némesis aceleró con agilidad y enseguida quedamos rodeados por las nubes anaranjadas teñidas por los rayos de Anlave. Varias estelas de condensación se iban formando por detrás de la Némesis al contacto con la humedad. 

-Increíble.
-¿Te gusta?.
-Es... una pasada.

La Némesis fue rodeando un cumulonimbo entre varias capas de formaciones nubosas que contrastaban con los rayos casi horizontales de Anlave. 

-Tiene que estar cayendo una buena ahí abajo. Esto es una pasada...

Dejé la Némesis en horizontal y elevé el morro a 90° de la horizontal, metí postcombustión y la Némesis fue dejando el brillo azul de la atmosfera por la oscuridad del espacio.
No tardamos en abandonar el planeta y Dave se quedó helado viendo Anderton como nunca en su vida lo había visto.

-¿De verdad que nunca has salido fuera?.
-No, nunca. Mi hermano si, con lo del ejército. Pero yo nunca tuve necesidad. 
-Prepárate, vamos a saltar a supercrucero. 

La Némesis se fue alejando rápidamente de Anderton y enseguida llegó a Suri Park después se dirigió a la estrella.

-Increíble que puedas ver todo esto. Nunca pensé que podría estar tan cerca. Y la vía láctea, Increíble como se ve.

Di un rodeo a la estrella mientras el colector de combustible hacía su trabajo y luego nos alejamos más hacia el espacio profundo, observando la vía láctea.

-¿Ves esa mancha?. 
-Si, claramente. 
-Esa es la nebulosa Saco de Carbón. Ahí he estado yo. La suelo usar para orientarme en mis viajes y cuando voy hacia el exterior utilizo la nebulosa de Barnard que ves ahí de color rojizo. La más grande junto a Orión, la mayor fábrica de estrellas, también he estado allí. Con eso en mente es fácil saber dónde te mueves. 
-Increíble.
-Algún día viajaré allí, al centro de la galaxia. ¿Sabías que hay otra burbuja a mitad de camino donde vive gente?.
-¿Colonia?.
-Si. Además, construyeron una serie de estaciones espaciales por el camino para poder descansar, reparar, etc...
-Algo había escuchado. 
-¿Ves aquella galaxia?, a tu izquierda, eso es Andrómeda. Algún día nuestra galaxia se fusionará con ella.
-Si.

Me giré hacia atrás y vi a Dave totalmente fuera de razón. Sabía que cualquier cosa que le diría sería si, no, Ajá... 

-Cuando nos casemos y tengamos hijos iremos todos juntos allí. 
-¿Andrómeda?.
-Si. Viajaremos a Raxxla, y seremos eteeernamente felices.
-Claro.

No podía evitar partirme de la risa.

-Perdona, ¿Qué habías dicho?.
-Nada, Dave. Sólo te comentaba lo bonito que seria Andrómeda.
-Ajá...
-Jajajajaja, estás en tu estado, Dave. Gilipollas perdido. Jajajaja. 
-Claro.
-Claro, claro, jajajaja.

Me volví a girar y seguimos hasta cruzar el anillo de asteroides que rodeaba la estrella. Luego abrí el mapa galáctico en el panel e hice la selección. 

-Iniciando motor de salto, salto en 5,4,3,2...1, saltando. 

Dave se agarró con fuerza al asiento. 

-¡Joder!.
-Jajajajaja, Dave. Tranquilo.
-¡Qué fuerte!. ¡Es una pasada!.
-Tendrías que ver el Fleetcarrier, eso si acojona.
-¿Fleet qué?.
-Jajajajaja. 

La Némesis salió de salto frente a Eta Cassiopeia y se detuvo en seco.

-¡Hostia!.
-Eta Cassiopeia, es una estrella de tipo F, verás que es algo más blanca que Anlave y más cálida. Aquí estuvimos tu hermano y yo. La sede del cuerpo de marines de la Federación. Hay tres planetas de tipo tierra terraformados y otra estrella tipo k más fría que Anlave a unos 52k sl.
-¿Tres?.
-Si, tres. ¿Ves como hay más vida fuera de Anlave?.
-Ya veo. 
-Feynman, Trojan y Navy Central. 
-¿El qué?.
-El nombre de los planetas habitables.
-Ah.
-Jajajajaja. 
-¿Así que aquí estuvo Jackes?.
-Si.
-Si está al lado...
-Um... no exactamente pero para esta nave que salta 71al, si, podría decirse que está al lado.

Asomé la cabeza por un lateral del asiento. 

-¿Bien?.
-Si.


Regresamos a Anderton. Al llegar, solicité el permiso de acceso a superficie. La Némesis descendió a la atmósfera y cruzó una capa densa de nubes, dejando una estela fina de agua tras ella. Anlave estaba prácticamente ocultándose tras el horizonte, pero aún se apreciaba la costa, sus montañas y valles. 

Nos acercábamos rápidamente a Fraser en velocidad de planeo hasta que deceleró rápidamente con ayuda de los impulsores frontales para cambiar a velocidad atmosférica, la Némesis rugía feroz durante el proceso.

-Estoy desconcertado, es como si hubiera perdido la noción del tiempo. No sé. 
-Si, es frecuente las primeras veces. Eso y los daños ocasionados por la radiación gamma.
-¿Daños?.
-Impotencia. Jajajaja.
-Estás de guasa.
-No.
-Vale, ¿me estás diciendo que están fritos?.
-Si.
-No te creo.
-No lo hagas, jajajaja.
-En serio, ¿Me voy a quedar estéril?.
-Que no, Dave. La cubierta está diseñada para frenar cualquier tipo de radiación. Tus cositas están a salvo. Jajajaja, tenías que haber visto tu cara.
-Joder...


Volví a asomar la cabeza por un lateral del asiento. 

-Eh, ¿Para que los quieres ya?.
-¡Quieres mirar para delante!.
-Jajajaja. -Volví a colocarme en posición. 

La Némesis se acercó a la planicie donde se encontraba la cabaña, desplegó el tren de aterrizaje y se posó con suavidad sobre el terreno. El resto de agua de la condensación caía ligeramente por los bordes de la nave. 

-Bien, ¡hemos llegado!.
-Hoy me has dejado completamente flipado.
-Si, ya te he visto. Jajajaja.
-¿Ya me puedo levantar?.
-Si, claro. 

Nos cruzamos cuando me levanté a tirar del descargador para apagar la nave. Dave se me quedó mirando.

-¿Vamos?.
-¿Es verdad lo de los gamma?.
-No lo sé. Tu eres el profesor, ¿No sabes de esas cosas?. -Dije burlescamente.
-De grado intermedio.

Le miré hacia abajo mientras empujaba la palanca de corte. 

-Cámbialos y así te quedarás más tranquilo. Jajajaja.
-Eso tampoco ha tenido gracia...

Bajamos de la Némesis y nos acercamos paseando hacia la cabaña. Saqué un par de cervezas y nos las tomamos sentados junto a un banco que tenía fuera cerca de la valla. Se podía ver el crepúsculo en el mar y las luces de Fraser al fondo a la derecha. 

-Se ve actividad en Cohan. ¿Sigue siendo tan horrible?.
-Ya no, de hecho está creciendo y la gente se está estableciendo allí. 
-Casi todos mis encargos fueron allí.
-Aquello fue pasado.
-Si. 
-¿Hablamos de futuro?. 
-Dave... soy una persona que vive en el presente.
-Ya veo.
-No ves nada. ¿Sigues pensando que soy una chica recién rescatada y que salí de la nada?. 
-No, no quería decir eso. ¿Por qué dices que vives en el presente si solo... vives en el pasado?. No te entiendo.
-Dave...
-No, ya vale... llegaste huyendo de tu pasado, me recuerdas constantemente lo que hiciste, te tratas como una basura, cuando lo único que veo en ti, es un futuro.
-No... ¡no soy una basura!, ¿y qué futuro, Dave?. ¿Contigo?. Vamos... 
-Ahora estás siendo egoísta. 
-Mierda, Dave. No empieces... ¿Vale?.
-¿Empezar a qué?. ¿Por qué te castigas así?. No, no lo entiendo.
-Yo no me castigo... es la vida la quien me ha castigado, Dave.
-La vida nos castiga a todos, Mitxelle.

-Por qué tuviste que parar...
-Eso fue suerte o el destino quizá. 
-Destino... ¿Quieres saber cuál es mi destino, Dave?.

Me levanté del banco y me metí dentro de la casa. Cuando salí vi a Dave apoyado en la barandilla de la valla. Me acerqué a él, estaba completamente insegura de lo que iba a hacer, aún así, me coloqué a su lado.

-¿Qué es eso?. -Preguntó Dave con suma curiosidad. 
-Es... bueno, algo que... una corona, guardián.
-¿Guardián?, hablas de... ¿Los guardianes?.
-Si... de esos.
-¿Dónde lo robaste?. ¿Esto es lo que me querías decir?. ¿Qué eras, una ladrona?. ¿Te persiguen?.
-¡Ahg, Dave!. Es que eres incorregible.
-Pues tu dirás que haces con esa pieza de museo...
-Es mía, ¿Vale?. No soy ninguna ladrona.

Dave la observó con detenimiento. 

-Es preciosa...
-Forma parte de lo que soy.
-¿Eres una princesa guardián?, Jajajajaja. Vale.
-Quiero que... sepas la verdad de lo que... soy.

Miré a Dave fijamente mientras me colocaba la corona sobre la cabeza y cerré los ojos.

La corona empezó a iluminarse y cobrar vida, sus extensiones comenzaban a rodear la cabeza, cuello y mejillas hasta adaptarse a su contorno. Dave se retiró ligeramente hacia atrás cuando vio aquella cosa apoderarse de mi cabeza.

-¿Qué, coño es eso?. -Dijo asustado.
-Esto es lo que soy... Dave.

Abrí los párpados lentamente, tan despacio que temblaban por las dudas, el iris resplandecía con aquella especie de bioluminiscencia azul verdosa que se intensificaba pulsantemente por la inseguridad, bajo la atónita mirada de Dave. Mis ojos zigzagueaban rápidamente buscando los suyos, sus gestos, querían saber lo que no podían descubrir en él. Pero a medida que pasaban los segundos, no vio respuesta alguna por parte de Dave. 

-Soy... un monstruo.

Me aparte hacia un lado cuando una lágrima brillante comenzó a descender por la mejilla.

-Sabía que no... era buena idea, perdona Dave. Soy... gilipollas, no, no sé... que estoy haciendo. 

Mi mano se elevó para coger la corona cuando Dave me detuvo y me giró hacia él, con la otra mano rodeó mi mejilla y secó la lágrima con el pulgar, hizo que por un momento me sintiera bien, que fuera mágico. 

-Eres... lo mas bello que he visto nunca.

Sus ojos buscaban los míos, era una mirada profunda y penetrante. 

-Es como si pudiera ver Andrómeda a través de ellos. -Dijo Dave desde dentro. 
-Dave... no.

Sus labios se acercaron poco a poco y se fusionaron con los míos convirtiéndose en uno solo. Durante largo tiempo permanecieron sellados hasta que se separaron tímidamente con dificultad.

-Vivamos el presente.
-Dave, yo...

-No digas nada, por favor. No lo hagas. 
-Tengo hambre... mucha.

Mis ojos seguían sus labios. 

-Vale, conozco el sitio perfecto. El tío es un crack con las carnes. Prepara auténticas bazofias.
-¿Bazofias dices?, me muero por esas bazofias. -Dije mirándole a los ojos. 
-Si nos damos prisa llegamos. 

Después de cerrar la cabaña y coger la mochila regresamos a Fraser. Dave me indicó el camino hasta llegar a las afueras, cerca del puerto naval. Era un lugar concurrido, ideal para aquellos que no necesitaban ir de traje y corbata. Tugurio sería la palabra exacta.

-¿Qué te parece el lugar?.
-Que no podría haber un antro peor en todo Anderton. ¿El cangrejo crujiente?. Jajajaja.
-Ríete, pero cuando pruebes su comida, vas a flipar.
-¿Estás seguro que cumple con las normativas sanitarias?.
-No.
-Que no estás seguro o no lo sabes.
-No, no las cumple.
-Ah, que bien.

-¡Dave!, ¿Qué pasa tío?. -Dijo un tipo que había cerca de la entrada con su amiga.
-¿Yunk?. -Saludó Dave.
-¿Qué haces por aquí?, ¿Es tu chica?. -Preguntó observándome con detenimiento. 
-Él es Yunk, nuestro mejor cliente y amigo de la familia. -Me comentó Dave.
-¿Mejor cliente?, no me jodas. Seguro que ese cabrón de Biderman paga mejor. No le hagas caso señorita...
-Mitxelle. 
-Mitxelle, ¿La conozco de algo?. No parece de fuera, ¿Leven?. -Dijo con mirada de Popeye. 
-Si... ¿tanto se nota?. Jajajaja. 
-Seré un necio, pero conozco bien la gente de por aquí. Me cae bien. Un consejo, aléjate de él. 
-Jajajajaja. 
-Bueno, ¿Ya estamos?. -Saltó Dave.
-Tranquilo Dave, sólo bromeaba... tan especial y gilipollas como siempre. 
-Jajajajaja, tú también me caes bien, Yunk. -Dije.
-¿Lo ves?. Jajajaja. 
-Bueno, ya está bien. ¿Y tú a favor de quien estás?. -Me preguntó. 

Le agarré del brazo. 

-Vamos, tengo hambre. Jajajaja. Un placer, Yunk.
-No pidas el especial, es otro consejo.
-¿Yunk?. -Se despidió Dave.
-Eh, Dave. Tengo otro trabajo, pásate cuando tengas un rato. Si lo quieres. 
-Bien, lo haré.
-¡El mejor tipo y mecánico de Anderton!... en serio. -Dijo Yunk mirándome.

Entramos dentro del local, olía a carne a la barbacoa. Se notaban los triglicéridos en el ambiente, de los buenos. 

-Joder, qué bien huele. 
-Jajajajaja, ya lo verás. 

El local estaba concurrido, una camarera se cruzó delante nuestro con una bandeja llena de carnes de todo tipo.

-¡Por Dios!. -Exclamé. 
-Eso, no es nada.

Nos acercamos a la barra y nos sentamos en los taburetes. Un tipo entrado en edad lleno de mierda nos atendió. 

-¿Dave?. ¿Señorita?. 
-¿Qué tal Monroe?. 
-Aquí, ya sabes, ¿me traes algo o vienes a cenar?. Aún me queda una pieza del Grokan que me trajiste. 
-Cenar. 
-Sentaros en aquella mesa. ¿Qué va a tomar la señorita?, tengo unos filetes de verdura exquisitos.
-El especial. -Dije. 

El hombre se me quedó observando con detenimiento. 

-¿Está usted loca?. Bien, si quiere suicidarse a elegido el mejor lugar. 
-Jajajajaja. 
-No se reirá cuando lo vea. 

Nos sentamos en una de las mesas junto a la pared y un ventanal por detrás que daba a la calle. Había mucho movimiento, el local tenía una decoración de madera, una mezcla entre el Mar y la Montaña, cálido y acogedor, una hoguera prendía en el centro del local, donde asaban carnes de todo tipo y marisco.

-¿No le pediste nada?.
-Él sabe lo que quiero.
-Ah. Qué pasada de sitio, no lo conocía. -Dije observando alrededor. 
-Le suelo traer piezas de lo que cazo, es un crack. Por mucho que te engañe el local, no encontrarás producto más fresco y auténtico de Anlave que aquí. Además, odia a las corporaciones. Si buscas esconderte, este es el mejor lugar. 
-¡Vaya!.

Una camarera se acercó, nos sirvió un vino y saludó a Dave. 

-¡Dave!, ¿Qué tal estás?.
-Hola Molly. ¡Tan guapa como siempre!.
-Quién tuviera tu edad para comerte, jajajaja. ¿Y este encanto?.
-Una amiga, se llama Mitxelle. 
-Encantada, soy Molly. ¡Qué dura es la competencia!.
-Jajajaja, para nada, oye, todo para ti. 
-Hay... no puedo dejar de reír, es un encanto de hombre, pero no me dudaría ni el primer asalto, jajajaja. 
-Pues para el postre. -Sugerí. 
-¿Para el postre?. -Espetó Dave.
-Mitxelle, eres un encanto. ¿Ya habéis pedido?.
-Si, se ha pedido un especial. 

Molly observó a Mitxelle con cara de asombro.

-Ohhh... ¡Tú eres de las mías!. Salgo a las dos, cielo.
-Jajajaja, si no muero antes.
-Ah, no les hagas mucho caso... Encantada de conocerte.
-El placer es mutuo. 
-¡Qué educada!, ¿Dónde las pescado?.
-Cerca de Leven, tuvo un accidente con la moto y la estamos ayudando. 
-¡Madre mía! y ¿motera?. Dave, eres un jodido con suerte. ¿Y tu hermano?. ¿Sigue encerrado en ese taller?.
-Si... 
-Joder, vaya... ¡Bueno!, os dejo solos tortolitos... jajajaja. Disfruta encanto

Molly se alejó y se pudo a atender a otros clientes.

-Es maja.
-Si, un encanto, a veces me preguntó que vio en Monroe. 
-¿Es su mujer?. 
-¡Claro!.
-Parece mucho más joven que él.
-Lo es... por eso lo decía.
-Será que es un animal en el sexo. Jajajaja. 
-¿Monroe?. ¡Joder, Mitxelle!...
-Qué, esta bien mono.
-¿Monroe?. ¿Lo dices en serio?.
-Con esa camisa de tirantes, ese bigote y ese culazo.
-Oh, vamos.
-Que te estoy tomando el pelo, hombre. No todo en esta vida es físico, quizá le gusta cómo es. 

Dave levantó las cejas. 

-Espera... ¿Qué es eso?. No, jodas...
-Tu especial. 
-Madre mía, madre mía... escóndeme.
-De eso nada, y hay costumbre de abuchear a quien no se lo termine.
-No lo dices en serio...
-Totalmente. 
-¿De verdad?.
-Que si, ves aquel cubo, lo llenan de sobras de caldo marisco y te lo tiran encima.
-¡Venga, no te creo!.
-Que si, joder.
-Mierda...

-Su especial, señorita.
-Gracias, Monroe. 
-No me de las gracias...¿Ve aquel cubo?. Más vale que se lo termine. 
-Ah, ¿Pero va en serio?.
-Completamente.

Miré a Dave avergonzada quién se encogió de hombros. La tabla de carnes estaba a rebosar y ocupaba gran parte de la mesa que pusieron al lado.

-Me ayudarás, ¿No?.
-Ni de coña... yo tengo otra.
-¿Qué?, ¡no me jodas!.
-Dijiste que tenias mucha hambre. 
-Ya, pero... está bien.
-Poca gente se ha salvado del cubo y una de ellas la tienes delante.
-¡Eres un cabrón!.
-Ese vocabulario... señorita. Jajajaja.
-Bien... vale. 

Aparté el vino hacia un costado.

-¡Molly, néctar!.
-¿Néctar?. ¡Aquí huele a competición!. -Gritó Molly quién tocó una campana que colgaba junto al cubo.

La gente empezó a observarnos. 

-¿Néctar?, eso es muy fuerte. 

Molly sirvió una jarra de néctar y me la tomé de un trago. A Molly se le abrieron los ojos y la gente empezó a cuchichear, Dave no daba crédito. 

-Nunca subestimes a tu contrincante, Dave. Es la primera regla de oro de un mercenario. ¡Otra, Molly!.
-¡Marchando más néctar!, ¿te dejo el barril, cariño?.
-Si, por favor. 

Molly volvió abrir los ojos.

-Dave, sabes que no tenemos seguro.

Miré a Dave desafiante y empezamos a cenar. Nos íbamos sirviendo las piezas desde la tabla al plato. 

-El barril... sírvete tu misma, encanto. 
-Oh, esto está buenísimo. Dave, tienes un serio contrincante en la cocina. De verdad. 

Me tomé más néctar. 

-Te dije que era un crack.
-Oh, por Dios, ¿Qué salsa es ésta?.
-La especialidad de Monroe. 
-Joder... es orgásmico, ¿Ahora entiendes a Molly?. Jajajajaja. 
-Ve más despacio o te llenaras antes. 
-¿No te comes eso?, trae. 
-¡Mitxelle!.

Le miré fijamente a los ojos y le esbocé una sonrisa con la boca llena. La gente que fue terminado de cenar empezó a observarnos y a animar a Dave.

-Eres muy popular por aquí. -Dije después de tomar otro trago de néctar.
-Aquí nos conocemos todos, es como un pueblo, no como en la ciudad. 
-Ya veo, pero animan a la persona equivocada. Jajajaja. 
-¿Pero dónde metes todo eso?.
-¿Y tú?.

Pasó el tiempo y todo el mundo estaba aglutinado alrededor, animando. Mi rostro era ya de plena saciedad y masticaba cada vez más lento, los tragos de néctar se convirtieron hace rato en sorbos. Pero no podía fallar. Cuando mi brazo fue a por otra pieza sólo tocaba madera y la gente aplaudía, cuando miré hacia la tabla estaba completamente vacía. El néctar hacia tiempo que se me subió a la cabeza y se me escapó un eructo. 

-Ay, joder... ¡Perdón!.
-Dave, si no lo veo no lo creo. -Dijo Monroe. 

La gente empezó a decir cubo, cubo... y Dave me miró con cara de cerdo degollado. Completamente abatido. 

-Como era un duelo. Señorita, tendrá el privilegio de ser su verdugo.
-¡Ah, si!. Jajajaja. ¡Mola!.

No pude dejar de reírme viendo su cara.

-El reto era comérselo todo, ¿No?. -Pregunté a Monroe. 
-Dejar la tabla vacía, si señorita.
-¿Te lo vas a comer, Dave?. -Pregunté. 
-No, no puedo más... joder. 

Agarré la pieza que le quedaba y me la serví en el plato bajo la alentadora mirada de Dave. Tomé más néctar y no paré hasta terminar. La gente se fue marchando viendo que el cubo seguiría en su sitio otra temporada. 

-Esto no era lo correcto Dave, pero el reto es el reto. -Dijo Monroe. 

Dave se reclinó hacia atrás y levantó los brazos ligeramente. 

-Cariño, ¿Has cenado bien?, te veo con más hambre. Jajajaja. Le has dado una buena lección. -Dijo Molly.
-Gracias pero creo que voy a reventar... estaba todo riquísimo.


Después de la sobremesa nos levantamos de la mesa con dificultad y fuimos a la barra a pagar. El local ya estaba casi vacío y sólo quedaban algunas parejas. Molly estaba recogiendo las mesas y me sonrió cuando vio que la miraba. 

-¿Qué te debemos?. -Preguntó Dave.
-Dos especiales, el vino y el néctar... 645cr.
-¿645cr?. Joder, Monroe. 
-No es culpa mía que la Señorita tomara néctar. 
-Ya pago yo.
-¡No!, no jodas Mitxelle. 
-Que sí, insisto. Toma Monroe, mi tarjeta, cóbrate 700. Ha estado todo muy bueno. Gracias. 
-Nada, ya sabe que es bien bienvenida aquí, cuando quiera. 
-Gracias Monroe.

Salimos a la calle, me costaba andar.

-¿Conoces algún sitio para tomar una copa, bailar?... ya sabes.
-Buf... mejor íbamos a casa.
-¡No... Dave, no seas aguafiestas!.
-Mi hermano estará preocupado. 
-Ya le dije que volveríamos tarde.
-Con todo el néctar que te has tomado, mañana estarás llorando. 
-No, quiero fiesta. ¡Venga Dave, no seas carca!. ¿Por salvarte del cubo?, venga. -Le puse carita. 
-El local de Barney está a la vuelta de la esquina, podemos ir dando un paseo. 
-¡Bien, bien!.

Le cogí de la mano y empezamos a andar por la acera. 

-Un paseo.
-Si. -Dijo Dave. 
-¿Esa cara?. 
-¿Qué cara?.
-La de perdedor... jajajaja. 
-Mitxelle. 
-Eso te pasa por fiarte. ¡Ja!.
-¿Vas a seguir así toda la noche?.
-He ganado. 
-Y yo he perdido. 
-¡Oh, vamos, Dave!. Dame estos minutos de triunfo. 
-Jajajaja. Tu misma. 
-Eso es.
-¿El qué?.
-Esa sonrisa, que no se diga que al menos no te he hecho reír.

Dave se paró un momento. 

-Eso es mío. 
-El néctar. 
-¿Qué pasa con el néctar?.
-La clave para ganarte, jeje.
-Serás...
-Vamos. 

Giramos al final de la calle y ya se podía ver gente aglutinada a las afueras del local. 

-¡Música, gente!.
-El local de Barney...
-¡Bien!. 

Dave se volvió a detener. Noté como mi brazo se quedaba atrás. 

-Vamos. ¿Dave?, ¿Todo bien?.
-Si... voy.

Proseguimos nuestro paseo y entramos dentro. La música retumbaba en mi pecho y las luces de neón me envolvían por completo. 

-¡Mola!.
-¿Qué?.
-¡Cómo mola!. -Grité. 
-¡Sígueme!.

La gente bailaba y cantaba las canciones, estaban muy animados y unidos.

-¡Alimentar el fuego, alto y más alto, levantándose, levantándose, ahora soy peligroso!. -Gritaba la gente la canción. 

-¡Uy!, esto me va a gustar mucho.
-Jajaja. Se nota que eres de por aquí. 
-¿Lo dudabas?. 
-No, claro que no. Todas sus canciones son un levantamiento contra las corporaciones y la Federación. Libertad para el pueblo y defender lo que por derecho nos quitaron. 
-Ya. Lo sé. 
-Aunque a algunos se les pasa cuando ven las nóminas. 
-El dinero lo compra todo.

Dave asintió.

-¡Hola Gibs!.
-¡Dave!, ¿Tú por aquí?.

Aquella mujer cubierta de tatuajes no cesó en mirarme. 

-¿Qué tal el negocio?.
-Ya lo ves. ¿Es tu pareja?.
-No. Una amiga. 
-¿Tu hermano?. ¿Sigue de luto a estas alturas?.
-Eso parece...
-Bueno, dile que le echo de menos, que se pase por aquí algún día.
-Se lo diré. 
-¿Qué vais a tomar?.
-Un Dawsons y...
-Un par de tequilas. -Dije.
-Bueno, ¿A por todas, cariño?.
-A por todas.

Dave se quedó extrañado mientras Gibs sonrió al ver su cara. Sirvió las bebidas y tomé los dos vasos de chupito seguidos. 

-¡Uahhh!. ¡Otras dos!.
-¿Mitxelle?.

Le miré fijamente a los ojos. 

-Déjame la botella, Gibs.
-¡Toda tuya!.

Seguí mirándole a los ojos mientras reía. Llené los chupitos y los volví a beber de un trago bajo la atónita mirada de Dave.

-No tienes que demostrar nada. 
-¿Qué?, jajajaja. Pienso divertirme, Dave. ¿Un brindis?.
-¿Por qué brindamos?.
-Por... ¿Algo?. ¡Yo que sé!.
-Pues, un brindis por el... yo que sé.
-Eso, chin, chin. Jajajaja. No cambies nunca, Dave. ¿Me oyes?. Nunca. 

Volví a llenar los chupitos y para dentro.

-¡Joder... es bueno!. ¡Hua!.
-Jajajaja. Mañana verás. 
-Dave, joder. ¿Siempre tienes que pensar en el mañana?. ¡Qué agonías!. -Dije mientras llenaba los chupitos. 

Dave no me quitaba el ojo. No sé cuántos chupitos llevaba, él seguía con su bebida y la botella de tequila no parecía mermar. 
 
-¿Bailamos?.
-¿Qué?, no se bailar. 
-Venga, yo te guiaré. Me encanta esta canción.

Cogí a Dave de la mano y nos adentramos en la multitud, crucé mi pierna con la suya, cogí su mano y la puse en mi glúteo, la otra la llevé a la cintura y apoyé mis brazos en sus hombros. 

-Déjate llevar.
-¿Así?.
-Un poco más, sensual.

Dave miraba alrededor. Se sentía incómodo y eso me hacía reír. 

-Pareces recién sacado del horno. Jajajaja. 
-El horno voy a ser yo si sigo bailando así.
-Serás idiota, jajajaja.
-¡Eh, Dave!, ¡nunca te hemos visto así!. -Gritó Gibs.

Dave no sabía donde meterse.

-Creo que esto no es buena idea...
-Llevemos la lluvia, llevemos el fuego, prendamos las calles... Ohoh, ohohohoh, ohoh... pero no solo seré un testigo, puedes creerlo, me pondré en pie. ¡Cómo me encanta esta canción!.
-Anarquía colonial. 
-Ajá...
-Yo soy un tipo muy tranquilo. 
-Eres perfecto.
-Eh... creo que has bebido demasiado.

Mi rostro se acercaba lentamente más a él mientras mi cintura se movía más hacia los lados en semicírculos. Los ojos no se aparataban de los suyos, casi podía sentir mi lado mas felino. La música, la bebida, la gente entonando la canción. No pude evitarlo, nuestros labios volvieron a unirse en uno solo.

Perdimos la noción del tiempo, no sé cuánto tiempo permanecimos allí. 

-No quiero que esto termine nunca... -Balbuceé mientras mi cabeza descansaba sobre su pecho.
-Pues ya no queda nadie.
-¿Qué?.
-Que estamos solos. ¿Nos vamos?.
-No...
-Mitxelle...
-Quédate conmigo.

Ya no era capaz de discernir la realidad y casi no podía mantenerme en pie.

-Todo me da fue...fueltas. -Dije sin apenas entonar.
-Venga, vamos.
-¿Qué, fora es?.
-Las cinco.
-Está bien. Pero yo con...dusco.
-Jajajajaja, me temo que no.
-¡Aguafffiestas!.
-Si, claro. La culpa siempre es mía.
-Eso esss...

Dave trató de llevarme.

-Hablamos Gibs.
-Tranquilo, me alegro por ti.
-Mañana será otro día.
-Si, cuida de ella.
-Lo haré.
-Schhh... yo me guido soliiita. Jajajaja. Engantada, Gigg...gibss.
-Un placer, cariño.

Salimos a la calle, era incapaz de mantener el paso. Dave me agarró y me llevó hasta la moto, subí detrás como pude, me agarré a su cintura y apoyé la cabeza en su espalda mientras veía las luces quedar atrás.

Al llegar Dave aparcó la moto junto a la casa. Intentó separar mis brazos de su cintura hasta que se dio cuenta de que me había quedado dormida.

-¡Mitxelle!.

Logró bajarse sin tirarme al suelo y me cogió en brazos, entró en la casa. Se percató de que Jackes estaba fuera, en la silla. Subió las escaleras y me dejó en la cama. Me quitó la ropa como pudo y me puso la camisa del pijama, luego me arropó con la manta. Le sentía muy cerca.

-Hasta mañana.
-Te guiiiero.
-¿A mi?... ¿Mitxelle?, ¿me lo dices a mí?. ¡Mitxelle!.

Pero todos sus intentos fueron en vano. Ya estaba por mi quinto sueño y Dave salió fuera a hablar con su hermano.

-Dave.
-Jackes. 
-¿Lo habéis pasado bien?.
-Si. Claro. ¿Te acabas de levantar?.
-Hace un rato. Llevaré a Mel a la ciudad. Pasaremos el día juntos.
-¿Idea tuya o de Mitxelle?.
-Creo que ella tiene razón. 
-Me alegra oír eso.

Jackes asintió. 

-Me ganó el especial de Monroe. 
-No fastidies. Jajajajaja, esa mujer no sabe rendirse.
-No.

-Molly y Gibs te envían recuerdos.
-Qué mujeres... Te estás haciendo viejo, hermano, lo noto. No pienso verte envejecer. 
-¿De qué estás hablando?.
-Si quieres irte con ella, lo entiendo. No seré una carga para vosotros.
-¿Mel?. 
-Se acostumbrará. Soy su padre, ya es hora de que ejerza como tal.
-Los estudios, la comida, el trabajo... es demasiado para ti.
-Ese es mi problema, no el tuyo. Me arreglaré, al principio será difícil, pero saldremos adelante.
-Es igual, ella... no creo que esté a su altura. Tiene su vida, su gente... no creo que haya hueco para un simple profesor, no pinto nada allí. 
-Entiendo, aunque tú cara dice lo contrario.
-Lo sé y eso me revienta por dentro.
-Joder, Dave... sabía que pasaría.
-¿El qué?.
-Ya lo sabes.
-No, esta vez no. Ella se irá y todo seguirá como siempre.
-No es algo que tu elijas.
-Mierda.
-Si, mierda y eso es un problema.
-Mañana será otro día, voy a dormir, pasarlo bien.
-Descansa.
-Gracias, hermano.

Cuando me desperté la cabeza me iba a estallar. Agradecía aquel silencio con el sonido de los pájaros. Me levanté y fui al baño, no pude evitar mirarme en el espejo, tenía unas pintas horribles con el pelo todo revuelto. Estaba mareada y no pude evitar vomitar en el lavabo.

-Mierda...

Cogí un analgésico del armario y lo tomé de un trago, luego me quité la ropa y me duché. Para cuando salí ya estaba mejor. Me puse otra camisa de Dave y bajé a desayunar algo, cuando levanté el brazo volví a escuchar el sonido de una cámara.

-¡Dave!.

Corrí tras él y caímos en el suelo junto al sofá. 

-¡Dámelo!.
-No.
-¡Que me lo des!.
-Jajajaja. -Rio Dave.

Forcejeamos un rato. No sé cómo, pero me quedé inmovilizada por sus brazos.

-Soy un Grokan y te voy a devorar...
-Jajajaja. ¡Que no soy Mel!.
-¿Sabes lo que hace un Grokan?.
-¡No!, jajajaja.
-Esto...
-¡Ah!. Jajajajaja... ¡Para, que tengo cosquillas!.

Dave no dejaba de darme mordiscos en el costado de la cintura.

-¡No!, jajajajajaja, ¡Que pares!.
-Para... ¡BIKA, PARA!. -Grité.

Dave se detuvo y se apartó a un lado en el suelo, sentado. Nos quedamos en silencio, sin mirarnos.

-Lo siento... yo, creo que voy... a cortar la leña. Jackes y Mel han salido a pasar el día, así que... no vendrán hasta la tarde. -Dijo avergonzado.
-Si... bien, vale, yo... no sé, quizá, salga a... correr, si. Tengo que... quemar los excesos de esta noche. Si, eso haré...
-Bien.
-Bien.

Dave se levantó, le seguí con la mirada hasta verlo salir a la calle mientras me llevaba la mano a la frente.

-¡Estúpida!. ¡Joder!. ¡Estúpida!. -Dije golpeándome la frente.

Me levanté del suelo y terminé de desayunar mientras observaba desde la puerta de la calle, pensativa. Dave llevaba un rato dentro del taller, sin salir. Luego, subí al cuarto y me cambié de ropa, la de deporte que había traído desde la cabaña.

Salí al aparcamiento y empecé a calentar, se podían escuchar los golpes de la leña al partirse, sobre el sonido de los pájaros, que parecían ya acostumbrados. Cuando terminé, me sujeté el pelo con una coleta y de un breve salto, comencé mi recorrido a un ritmo suave.

Dejé el aparcamiento de tierra de enfrente de casa y me dirigí al asfalto con aquella ropa ceñida al cuerpo y las zapatillas de color blanco que resaltaban más que el propio conjunto en si. 

Pasé junto a Dave, se había quitado la camiseta y posaba apoyado en el hacha, no pude evitar mirarle. Parecía que el tiempo pasara más despacio. Nuestras miradas se cruzaron lentamente, solo pude esbozar una tímida sonrisa a su paso, luego seguí carretera abajo hacia los acantilados, mientras la coleta batía hacia los lados, a cada zancada que daba. 

El paso era cada vez más acelerado, hasta llegar a la velocidad donde me encontraba cómoda. La bajada no era muy pronunciada, y hacía curvas continuamente. Por el lado izquierdo, estaba la caída del terreno hacia el asfalto, y por el derecho, cubierto de altos pinares que prolongaban su sombra hasta la mitad de la carretera. De repente el bosque cesa, dejando paso al mar y a las vistas de la costa accidentada, que caía casi en vertical, hacia el mar.

No pude evitar fijarme en aquella imagen, que de golpe se abrió ante mis ojos. Ya la había visto cuando bajé con Dave en la moto, pero a pié, podía fijarme más detenidamente en su belleza. Justo al frente y a varios kilómetros podía vislumbrar el otro lado de la costa, menos pronunciado y más bajo que este. Sentía el frescor del mar y el salitre que levantaban las olas al chocar contra las rocas, me ayudaba a mantener el ritmo y evitar el calor que hacía a esa horas pasado el mediodía, que ha falta de una sombra, era de agradecer.

Continué por la sinuosa carretera abajo, hasta llegar a los puentes que descansaban junto al mar, envejecidos por el envite del oleaje y el agua marina. Empecé ya a notar el sudor, pero podía controlar bien el ritmo y la respiración. Seguí por un camino que llevaba hasta la playa pasado el segundo puente y llegué hasta la orilla. Las olas rompían al llegar a la arena con fuerza emitiendo aquel sonido tan relajante, bajé el ritmo, hasta ir caminando. 

La silueta femenina iba recorriendo la orilla de la playa junto a la olas, el viento llevaba su coleta hacia un costado continuamente, mientras su cabeza seguía el horizonte marino, hasta que finalmente se detuvo y se sentó en la arena, observando.

Por un momento había olvidado todos sus problemas, pero al cesar el ejercicio, volvieron casi con mayor intensidad.
Las discusiones con Bika, lo que les hizo a Red y a Mayori, las mentiras, los continuos secretos... era como si las propias olas, la estuvieran escupiendo aquellos momentos de nuevo. 

-Mierda... 

A todo aquello, había que añadir a Dave. Aquel hombre de melena rubia con aquella barba y aquellos ojos claros, cautivador, humilde hasta las trancas, siempre con afán de ayudar. 

-¡Gilipollas... si es que soy gilipollas!. -Me venían los recuerdos.

No pude evitar sonreír al recordar aquella escena. Su forma de mirarme cuando le dejo en jaque. Por un momento, todos mis problemas se habían fugado. Me sentía bien. Pero la olas volvían con más fuerza. La Icarus, Dafne, Tanko, Biok, Dreg, Lucie, Hoffman...

-Qué narices estoy haciendo...

Unos Flemures se acercaron a cierta distancia, eran unas aves marinas muy curiosas. Iban juntos como si fueran una familia. No dejé de fijarme en ellos, lo que hacían, como se movían y a dónde iban... su forma de caminar. Es curiosa la forma en que se presenta la vida, y única. Me lamento de no haber tenido una familia así. ¿Por qué yo?, de todos los billones y billones de personas hay por la galaxia, ¿Por qué me tocó a mi?, ¿Por qué hizo esto padre?, ¿Por qué mamá lo quiso echar de casa?, ¿Por qué Mayori y no yo?.

-¿Por qué, padre?. -Dije en voz baja.
-¿Fue culpa mía?...

Pero no había respuestas, sólo el sonido de la olas rompiendo en la arena y canto de los Flemures. 

Al rato, un mastín se acercó a mi, me dio un susto, me pilló desprevenida, sólo quería jugar. 

-Eh, ¿Qué haces tú por aquí?. 

No dejaba de lamerme, se le veía contento y no paraba de moverse.

-¡Ha tenido suerte¡. Normalmente hace lo contrario con los desconocidos. No le gustan las personas. 

Un hombre de unos 60 años apareció por detrás. 

-Pensé que no volvería a ver gente en esta playa. -Dijo el hombre observando el mar.

-Hola... parece joven. -Dije mientras miraba y acariciaba al animal.

-Si. Lo encontré abandonado, casi era un recién nacido, una bola de pelo temblorosa. 
-Pobre, sé lo que se siente.
-Pero usted le ha caído bien. ¿Es de por aquí?.
-Si y no... sólo estoy de paso. -Dije, alzando la mirada al mar.
-Ah, ya veo. 

Todo estaba tranquilo. 

-¿Puedo hacerla compañía un rato?. No veo a nadie desde hace tiempo.
-Claro. 

El hombre se sentó a escasos metros, observaba el oleaje como yo, luego a mi, alternaba, lo notaba.

-Hace tiempo viene aquí buscando respuestas. -Dijo el hombre con serenidad. 
-¿Las encontró?. -Pregunté. 
-No. Al final, el tiempo y este lugar, me atraparon.

Sonreí. 

-Es una maravilla de lugar. -Dije.
-Lo es.
-Dígame, si no es indiscreción, ¿Está buscando respuestas?. -Preguntó el hombre. 
-Más de las que nadie me quiere responder. -Sonreí tímidamente.

-Ya veo. Es joven, tiene toda una vida para encontrarlas. Al contrario que a mi. Se acaba el tiempo y aún sigo aquí.
-Jajajaja, aun está en forma hombre, ¿60?.
-62.
-Casi acierto. Jajajaja. ¿Le conozco de algo?, me suena su cara.

El hombre se sintió complacido. 

-Tenga, dele una chuche, así afianzará un poco más su relación con ella.
-¡Gracias!. ¡Uy, mira lo que tengo para ti!.

Se puso más emocionada aún. 

-Tranquila, despacio, jajajaja. 
-La verdad es que me sorprende. -Dijo aquel hombre. 
-Será que tenemos cosas en común... yo también me quedé sola siendo joven. -Dije jugando con ella.
-Tubo que ser duro para usted. 
-No sabe cuánto. 
-Tiene razón, no lo sé. Lo que si sé, es lo fuerte que es, para enfrentarse a ello.
-¿Fuerte?, jajajajaja. Perdone, pero...
-No, disculpe. No quería entrometerme. Sigue aquí después de todo.

-¡Venga, a correr un poco!. -Le di una palmada en el costado. 
-¿Cómo se llama ella?.
-Mara.
-Bonito nombre. 

El hombre se levantó.

-Eres especial. Nunca lo olvides, tu hermana era el señuelo, el poder que te ha otorgado la vida, era vital que nadie lo supiera. Sólo te protegíamos.
-¿De qué está hablando?. ¿Quién... es?. -Dije con incredulidad. 

Me fijé que no dejaba huellas en la arena. 

-Soy papá.
-¿Qué?.

Me quedé atónita viendo aquel rostro, me acerqué a él, despacio, tratando de reconocerlo, cuando caí en la cuenta de que era él, las lágrimas me nublaron su imagen, no dejé de observarlo, sin decir nada, luego lo golpeé hasta la saciedad.

-¡Hijo de puta!. -Grité una y otra vez, hasta quedarme sin aliento. 

Alejandro siguió ahí impasible, asimilando cada golpe, cada insulto, cada desprecio, hasta que me quedé sin fuerzas, apoyada en él, llorando.

-¡Estás muerto!, ¡Me oyes!, ¡Muerto!. 
-Si, y no me arrepiento de lo que he hecho.
-¿Qué?, ¿Pero cómo puedes ser tan, arrogante, cabrón?. -Dije entre sollozos.
-Un día lo entenderás. Nada de lo que te cuente ahora, servirá para aplacar tu dolor.
-Eres un mierda, ¿Me oyes?.
-Mitxelle....
-Borra ese nombre de tu vida. -Dije amenazante. -No tuviste una hija, ni una mujer, ¡Nada!, ¿Me oyes?.
-Eso no cambia las cosas. 
-¡Te odio!. -Dije con resquemor, mirándole a la cara. -Me das, asco.
-Veo que eres igual de testaruda que tu madre...

Le di un puñetazo en la cara, pero apenas se movió.

-Esto no cambia la realidad, Mitxelle. Lo que hay ahí fuera, las cosas que he visto... no lo entenderías.
-¡Nos abandonaste!...

No cese de dar vueltas sin quitarle el ojo de encima. 

-Tu madre no me dejó otra opción. 
-¡Murió por tu culpa!. -Grité. 
-¡Murió por cerrarse a la verdad!. No puedes culparme a mi.
-¡Claro que sí!, ¡Claro que sí!.

Alejandro se estaba cansando.

-Algún día lo entenderás, estás completamente cerrada. 
-¿Cerrada?, Por favor...

-¿Por qué?, ¿Fue culpa mía?. -Dije entre lágrimas.
-No, no fue culpa tuya, fue sólo... un gen de diferencia que junto a una pequeña incompatibilidad, formó algo, inimaginable. 
-¿Un gen?, ¿Un error?. Mamá tenía razón... 
-Es lo que somos, Mitxelle...
-¿Y el huésped?, ¿Eso también fue casualidad?.
-Eso fue un milagro.
-Un milagro...
-Icaro, un espécimen mitad Tharg, mitad Guardián. Imposible de volver a recrear, tú y tu hermana. Pero ese gen diferente te cambió más que a ella, casi te perdimos, pero por alguna razón, Icaro permitió dejarte vivir.

-¿Por qué me cuentas esto ahora?, ¿Un espécimen?.
-Una muestra orgánica en una reliquia antigua, contaminada con restos Thargoide. De alguna manera, Icaro logró vincularse a ella a través de la runa donde se encontraba la reliquia. Enseguida nos dimos cuenta de su potencial, pero sólo existía ese espécimen. Nunca volvimos a encontrar otra muestra contaminada.

-Cómo nos hiciste esto... éramos tus hijas.

-No había mucho tiempo, la Rueda, el Club, estaban muy cerca, tenía que protegeros. Confiaba en Caleb, así que comenzamos el proyecto Icarus.

Alejandro se giró giró hacia el mar.

-Era la única forma. Créeme, ojalá hubiera otra manera, pero no la encontré. Tuve que bloquear vuestros recuerdos anteriores al proyecto, para que no recordarais nada de él, Icaro estaría a salvo dentro de vosotras y vosotras también, gracias a Caleb. 

-Pero vuestra madre puso en peligro todo el proyecto, cuando supo la verdad, iba a contárselo al Club. Traté de evitarlo, fue aquella noche, la que te caíste por la escalera. Estuviste a punto de morir. Te llevé con Caleb, él activó a Icaro y logró salvarte la vida. Tu madre nunca me perdonó.

-Llegamos a un acuerdo. Ella se quedaba contigo y yo con Mayori, lo preferí así, dada la naturaleza del potencial que tenías. No podía ocultar durante más tiempo, el hecho de no tener una hija, así que presente a Mayori a la Rueda y preparé la muerte ficticia de Melody. Todo estaba calculado al milímetro, y funcionó.

-Eso no cambia nada, sólo te justificas. Nada cambia el hecho de que nos abandonaste a nuestra suerte, me quedé sola, tuve que sobrevivir haciendo cosas que... ni siquiera tuve una familia... yo te quería...

-Tenías a Rai. -Dijo mirándome de reojo . 
-¡Oh, menudo alivio!. 

-Él estaba para enseñarte, para que aprendieras a luchar, a sobrevivir, entre muchas otras cosas.

-Menudo capullo estás hecho... eres una rata, no me extraña que mamá te mandara a la mierda.

Alejandro tomó aire profundamente y lo exhaló lentamente. 

-Di lo que quieras, pero está hecho, las dos habéis sobrevivido, la humanidad está a salvo de ellos, a salvo de la verdad y juntas volveréis a limpiar la Rueda, de aquellos que pretendieron usurparla.
-Jajajajaja, pretendes que después de lo que nos hiciste, ¿Voy a seguir tu juego?. ¿Si voy al club y se lo cuento todo?, sólo tengo que abrirles los ojos para que me crean.

-Entonces, todo lo que he hecho en esta vida, para protegeros a todos... no habrá servido para nada. La humanidad seguiría los mismos pasos que los guardianes, sólo verías su final. 

Alejandro se giró hacia mí de nuevo. 

-En cualquier caso, Icaro lo sabe... dudo mucho que te permita poneros en riesgo.
-Vaya mierda, ¿eh?. Lo tenías todo preparado...
-Con lo que se avecina, cambiarás de opinión. Verás las cosas como yo.
-¿Qué se avecina?. Dímelo.
-Todo a su tiempo, Icaro proveerá, ahora tengo que irme, despierta.


Mis ojos se abrieron, estaba tumbada de costado sobre la arena. Me levanté desconcertada y miré en todas direcciones, pero no había nadie.

-¿Papá?.

-¡Joder! -Grité de ira. 
-¡Te odio!. ¿Me oyes?.
-¡Sea lo que sea que planeaste, no volveré, no seguiré tu estúpido juego!, ¿Me oyes?.

Caí sobre la arena de rodillas y me quedé en esa posición. Anlave cada vez se acercaba más al horizonte. ¿Por qué ahora?, después de tánto tiempo, ¿Por qué decidió aparecer en este momento?. En cualquier caso, ya estaba decidida a no seguir sus mierdas. 

-Lo siento, hermana.

Quedaba poco tiempo para que Anlave desapareciera por el horizonte. Me reincorporé y volví tras mis pasos, hasta llegar a la carretera. Una vez allí, aceleré la marcha y empecé a subir por el asfalto, mientras observaba con plenitud, el mar, desde los acantilados, con aquel color dorado que lo cubría todo.

Llegué hasta la casa y realicé unos pequeños ejercicios frente al taller. Ví a Dave afanado dentro y me acerqué a saludarlo.

-Hola...
-¡No!, No puedes pasar.

Me detuve justo en la puerta, mientras me secaba el sudor de la frente, con el antebrazo.

-¿Ese es el depósito de mi moto?, ¿Qué haces con él?.
-¡Quieta ahí!. No puedes verlo.
-¿Por qué?.
-Es... un regalo. Hasta el final no se puede ver.
-¿Lo estás pintando?. ¡Quiero verlo!.
-Largo...
-Está bien. Iré... a darme una ducha.
-Bien.
-Bien.

No me importó que Dave arreglara el depósito. Tras ver sus trabajos, sabía que podía confiar en él, me gustaba la idea de no poder ver algo, hasta que no estuviera del todo preparado. ¡Una sorpresa!.


Cuando terminé de ducharme, bajé las escaleras y vi a Dave preparando la cena. Me puse a su lado y le ayudé a preparar los ingredientes.

-¿Te gusta el pollo?. -Preguntó Dave.
-Si... ¿Aún no han llegado?.
-No, habrán parado a cenar algo por ahí.

Había cierta tensión en él. No era el mismo desde lo de antes, así que, traté de no molestarle, si quería contarme algo, tendría que salir de él. 

Dave metió el pollo al horno, ya condimentado. Mientras se hacía, saqué una cerveza de la nevera y la tomé apoyada en la encimera de la cocina, no dejé de observarle con cada sorbo.

Aquel silencio en él, me carcomía por dentro, no sé si era por mí, por lo que dije, pero no me gustaba. Me recordó a Bika en algún momento.

Salí fuera, a la calle y me senté en la silla de Jackes viendo el crepúsculo. La imagen de padre volvía a mi mente, pero trataba de olvidarlo, de dejarlo atrás, en el cajón del olvido.

-La cena está lista. -Dijo Dave, asomándose por la puerta.
-Voy.

La cena fué más de lo mismo, traté de entablar algo de conversación, pero sólo recibía respuestas concisas, si, no, tal vez... El pollo estaba delicioso, hay que reconocer que se le da muy bien la cocina. Había vuelto afuera, a la silla de Jackes, después de ayudar a Dave a recoger. Las estrellas brillaban y pude ver 883. 

-Voy a tirar la basura -Dijo Dave, que acababa de salir con la bolsa en la mano.
-¿Te acompañó?.
-Si quieres. 

Me levanté y comenzamos andar hacia la carretera. 

-Buena noche. -Dije.
-Si.

-Y... ¿Cómo hacéis con la basura?.

Sólo quería obligarle a hablar, que no fuera tan... seco.

-Cuando se llena el contenedor, lo engancho a la camioneta y lo descargo en Fraser. Parte de lo orgánico lo aprovecha Jackes para abono. El resto se recicla allí. 
-Entiendo.
-Lo tenemos ahí abajo, para evitar, ya sabes.
-Si, claro. 
-A Mel le encanta salir por la noche, así que aprovechamos para dar un paseo.
-Hoy no está Mel.

Dave se encogió de hombros.

-Estás tú. 
-Si, estoy yo. 

-Oye... lo de Bika... aún lo tengo reciente. No quería hacerte daño.
-¿Daño?, me sentí avergonzado... Sólo, quiero respetarte y siento que me propasé, me dejé llevar y... lo siento, se me cae la cara de vergüenza. 

Sonreí ligeramente. 

-Bika solía hacerme eso...
-¿La echas de menos?.

Guarde silencio. 

-Me hizo mucho daño. No sé me quita de la cabeza aquel rostro de indiferencia y asco.

Dave levantó la tapa del contenedor y tiró la bolsa, cuando me giré hacia la casa, algo me agarró por detrás y me levantó enérgicamente en volandas. 

-¡Dave!, ¡Para!.
-¡Eres basura y la basura va al contenedor!.
-¡No!, ¡No!, ¡Ah!. 
-Jajajajajaja. -Dave esbozó una carcajada. 
-¡Dave!, ¡Qué no soy Mel!... -Dije furiosamente entre risas.

Dave seguía riéndose. Intentaba no caer en aquel contenedor, moviendo los pies y agarrándome al borde.

-¡Serás cabrón!, ¡Para!.

Se detuvo un instante y me volteó hacia su pecho, me quedé con la cabeza apoyada en él mientras me sujetaba en brazos. No pude dejar de mirarle, su sonrisa, mi dedo acarició sus labios entre la barba y el bigote. 

Nos quedamos en silencio, no hacían falta las palabras. Aquella mirada suya, aquellos ojos claros...

-Será mejor que me bajes al suelo...

Dave me posó con suavidad. Justo en ese momento, unas luces comenzaron a iluminar la carretera. Era la ranchera de Dave. Sonó la bocina cuando llegaron a nuestra altura.

-¿Habéis cenado?. -Preguntó Dave por la ventanilla. 

Jackes asintió afirmativamente, se le veía contento. Mel se había quedado dormida, llevaba una Cobra MkIII de juguete en la mano. Luego, Jackes llevó la ranchera hasta el parking de tierra de enfrente de la casa y llevó a Mel a la cama. Cuando bajó, se sentó en su silla en el porche de madera con una cerveza. Le dí un beso en la mejilla, al acercarme a él. 

-Me alegro.

Jackes me miró de reojo sin mediar palabra.

-¿Lo habéis pasado bien?. -Pregunté. 
-Menudo palizón de día, pero si. Hacía mucho tiempo. 
-Me alegro de verás. 

Jackes sonrió. Dave salió con otra cerveza en la mano. 

-Me voy a la cama, mañana será otro día. -Dije en voz alta. 

Quise dejarles solos, para que tuvieran un rato de intimidad.





Una mala noche. 

Aquella noche no pude dormir, al principio escuchaba murmurar en la calle a Jackes y Dave, luego, cuando ya iba a quedarme dormida, escuché los pasos de Jackes, primero entró en la habitación de Mel, luego se dirigió a la suya.

Intentaba buscar la posición, pero era incapaz de encontrarla. Los recuerdos me martilleaban la cabeza. No podía de dejar de pensar en lo mismo, una y otra vez. Cuando miré la hora eran las tres de la madrugada. Me levanté de la cama en ropa interior y bajé a la cocina a tomar un vaso de leche caliente. Procuré no hacer ruido para no despertar a Dave. 

Di varios sorbos y me acerqué a él, me senté en el pequeño sofá de al lado, no dejé de mirarlo mientras tomaba la taza de leche, pensativa. Luego, encendí la tele y puse el canal de noticias de Fraser, hablaban de los cientos de sistemas que se encontraban bajo control Thargoide y los millones de pérdidas en vidas humanas. Por un tiempo, había olvidado todo aquello. 

Sentí algo de frío, miré a Dave tapado con aquella manta. Dejé la taza vacía sobre la mesilla y me acerqué a él, levanté la manta, y me coloqué a su vera con cuidado de no despertarlo, acto seguido, me cubrí con su brazo y la manta.

Las noticias siguieron tras una pausa publicitaria, Aegis ocupaba todo el noticiario, con la producción en masa de un nuevo inhibidor de pulso Thargoide, capaz de rechazar el campo de fuerza que emite la vorágine Thargoide. Con aquel módulo, se podría viajar al interior de la nube y descubrir que cosa o ser habita en él. 

-No pierden el tiempo... -Pensé. 

Luego pusieron un show en directo. Famosos del imperio, una parodia federalista... mala como el demonio. Una actriz chismosa imitaba a Aisling Duval con los ojos torcidos mirando a cámara, cuando trataba de convencer a su tía Arissa, de su aprobación para dirigir el cotarro de Aegis. Lo dicho, mala como el demonio. 

Cerré los ojos, levemente. 

Al despertar, miré de reojo a Dave. La luz de Anlave entraba por la ventana e iluminaba su rubio flequillo. Notaba su lenta respiración, su calor. Volví a cerrar los ojos. 

Cuando volví a despertarme, sentí su vacío. Miré hacía atrás y no estaba. Me levanté sobresaltada y subí con la manta a la habitación para ponerme algo de ropa. Luego bajé a la cocina y me preparé un café,  Dave dejó preparadas unas tostas de pan con mermelada de bayas.

Mientras comía una de ellas, observé la guitarra que colgaba de la pared junto a la chimenea. Cuando terminé la descolgué y probé que estaba desafinada. Le pasé una bayeta para quitar el polvo, tenía unos adornos muy chulos, muy femeninos, con unas rosas dibujadas, tendría que pertenecer a alguna de sus esposas fallecidas. Después, intenté afinarla a oído como solía hacer mi madre.

Salí a la calle. Anlave calentaba de lleno mi rostro, me senté en las escaleras y me puse a tocar unos acordes. Mel estaba jugando con su Cobra MkIII en el columpio que había cerca de la casa. Dave estaba recogiendo unas piezas con su hermano en el taller. 

Cerré los ojos, mis dedos acariciaron las cuerdas y comenzaron a producir una melodía...

...

Uhhhh

...

El corazón está en mis manos.
Nunca quise esto...

Esta lágrima nunca se reparará.
¿Cómo llegamos a esto?. 

Uhhhh...


(Mel se acercó corriendo y se sentó junto a mi).


Por favor no te alejes. -Canté mientras la miraba a los ojos.
Porque mi corazón no podrá soportarlo.
No dejes que este sea el final.
No dejes que este sea el final.

Por favor no te alejes.
Porque me seguiré rompiendo.
No dejes que este sea el final.
No dejes que este sea el final.

...

Las aguas oscuras se están hundiendo,
eras la luz que conocí.

No sé cómo fingir,
porque no soy a prueba de balas.

(Vi a Dave apoyado con el brazo y la cabeza en el marco de la puerta de taller, observándome).

... 

Por favor no te alejes. 
Porque mi corazón no podrá soportarlo. -Seguí cantando mientras le esbozaba una tímida sonrisa. 
No dejes que este sea el final.
No dejes que este sea el final.

Por favor no te alejes.
Porque me seguiré rompiendo.
No dejes que este sea el final.
No dejes que este sea el final.

...

No dejes que este sea el final...

Uhhhh...

No dejes que este sea el final...



Jackes se acercó a su hermano, mientras se limpiaba las manos con un trapo ennegrecido por el uso de aceites.

-¿De dónde sacaste algo así?. -Preguntó Jackes.
-¿Del suelo tirada en una carretera?. -Respondió Dave sin apartar la mirada. 

Mel estaba abrazada a ella.

-Increíble... -Especuló Jackes.
-Lo es...

-¿Crees que el destino nos esta hablando, Jackes?.

Dave se reincorporó.

-No lo sé, hermano. Los que somos de aquí, sabes que estamos malditos.
-¿Cuánto tardarás con la moto?. -Preguntó Dave.
-Depende...
-¿De qué?. ¿No tienes ya las piezas cromadas?.

Jackes miró a su hermano.

-De si me pides que lo alargue un poco más.

Dave se quedó pensativo mientras observaba a Mel y Mitxelle, en la lejanía, pero no acabó dando respuesta. Simplemente se alejó hacia la casa.

Al llegar a las escaleras, se detuvo un momento.

-¿Quién te dio permiso para coger la guitarra?.
-Eh... lo siento... no... 
-Vuelve a dejarla en su sito. -Dijo Dave con cierto resquemor.
-¡No la riñas!. -Dijo Mel en su defensa.
-Mel... vale. Tu tío tiene razón. No debería... lo siento.
-Pero me gusta como cantas... -Prosiguió Mel.

Dave se adentró en la casa sin pronunciarse.

-Déjalo Mel... no sé en qué estaba pensando cuando la cogí.
-Era la guitarra de mi tía, ella me solía tocar canciones, a todos. 
-Lo sé, por eso supongo que... está triste. Soy una imbécil... 
-Se le pasará. 

Observé hacia el interior de la puerta con preocupación, pensando que me estaba vacilando o algo así y volvería a sacarme el pulgar, que podría llamarle payaso, pero... no lo hizo.

Dejé que transcurriera el tiempo y entré dentro. Dave estaba preparando la comida. Pasé sin hacer ruido, limpié la guitarra y la colgué en su sitio.

-¿Me ayudas con la pasta?.
-¡Claro!.

Me acerqué a su lado y cogí el cuchillo.

-Dime, ¿Qué hago?.
-Corta esas zanahorias en tiras alargadas.

Me puse a ello, estuvimos un rato sin hablar. Luego quisimos hablar a la vez.

-Perdón, tu primero. -Dije.
-No, habla tu primero. -Dijo él.
-No, hazlo tu. Me lo merezco.
-Vale... sólo te decía que cortaras mas fino.
-¡Ah!, ¡Vale!. Claro... más fino.
-¿Y tú?.
-¿Yo?, Nada, que... ¡Qué idea más buena¡.
-¿Idea?.
-La pasta... las verduras... ya sabes.
-Ah... claro. ¿Puedes decirme por qué estamos hablando como en, código?.
-En código... yo no... hablo en código.
-Lo haces. 
-¡Que no!.
-Vale.
-Vale.
-Bien.
-Pues eso... Bien.
-¿Tratas de decir que lo sientes?.
-Si... supongo...
-¿No te enseñaron a no coger las cosas sin permiso?.
-¡Capullo!... yo... 

Me quedé en silencio.

-No soy una cría Dave, ¡Quieres dejar de tratarme como si fuera Mel!.
-¿Y por qué lo haces?.
-¡Joder!... ¡Lo siento!, ¿Vale?. ¿Quieres que me arrodille o qué?. ¡Ya esta hecho!.

Dave guardó silencio.

-La moto está casi lista. 
-¿Qué?.
-Que podrás marcharte en breve.
-Asi que es eso...
-¿El qué?.
-¿Quieres que me vaya?.
-No he dicho eso.
-Está bien... entiendo la directa. Eres un gilipollas.

Me quise marchar de allí, pero Dave me agarró y me lanzó contra él. Nuestros labios se volvieron a unir.

-Quédate... un tiempo.
-¿Te molestó tanto que cogiera su guitarra?.
-No, pero me gustó tener el control de la situación.
-Pero...

Mel justo entró por la puerta y nos separamos rápidamente. No se dió cuenta.

-Cuando esté la moto me iré. -Dije en bajo.

Dave se quedó callado.

-Está bien. 
-Bien.

El cuchillo seguía cortando el resto de verduras.

-¿Lo dices en serio?.
-Si... 
-Vale...
-Lo pensaré, sólo quería tener el control de la situación.

Dave se rio.

-Lo tengo merecido.
-Tengo un cuchillo, no lo olvides. 
-No me había percatado. Jajajaja.
-Pues, no te pases.
-¿Sabes qué?.
-Que.
-Puedes usarla cuanto quieras.
-Gracias. 
-De nada... cantas mejor que ella.

Me giré hacia él pero no supe que decirle, sólo le miré a los ojos.

-¿Cebolla?. -Pregunté.
-En el cesto.
-Marchando una cebolla...

Cebolla... sólo se me ocurrió eso. Con todas las cosas que se pueden decir... ¿Cebolla?. Ni si quiera sabía si la receta llevaba cebolla. 

Miré de reojo a Dave, se estaba conteniendo la risa.


Pasaron las horas, ya habíamos comido, Dave se tumbó en el sofá y se quedó dormido, yo me acerqué al taller, me había puesto la ropa de deporte para ir a correr. 

-Hola, Jackes.
-Hola.
-¿Qué tal vas con la moto?. 
-Depende.
-¿Depende?.
-De lo que diga mi hermano.
-¿Cómo?. 
-Vamos Mitxelle... esta bien. Le dije lo mismo a él. Que si quería, podía aguantar unos días mas.
-¿Qué te contesto?.
-Se quedó cayado, no dijo nada, sólo se marchó.
-Ah... 
-¿La quieres ya?.
-¡No!. Puedo esperar. 
-Sé lo que hay dentro de ti.
-¿Cómo?, ¿Lo sabes?.
-Claro... se nota. Una guerra en tu interior. Te gusta asegurar.
-Eso es. ¡Si!, eso es... una lucha interior... jeje. Por supuesto. Voy... a correr... un rato.
-Ve con cuidado.
-Claro, Jackes. ¡Gracias!.

-¿Hay algo más?. Si tienes dudas o quieres consejo...
-¡No!, gracias Jackes, me... ¡has abierto los ojos!. Jajaja. Metafóricamente, claro... eh, adiós.

Emprendí la marcha y me dirigí carretera abajo, como el otro día. Llegué hasta la playa y deceleré el paso hasta simplemente andar, dando un paseo cerca de las olas. 

El mar estaba más en calma que el otro día. Hacía más calor y decidí darme un baño. Dejé la ropa en la arena y me metí dentro del agua. De espaldas y mirando hacia el mar, el cuerpo desnudo fue desapareciendo entre las olas.


-¿Has visto a Mitxelle?. -Preguntó Dave a su hermano.
-Se fue a correr, marchó hacia abajo. Puede que se dirija a la playa. Dijo que fueras a buscarla.
-¿Que fuera a buscarla?. -Dijo extrañado.
-Si, eso dijo.
 
Dave cogió su moto y bajó hacia la playa.


El agua. Esa sensación tan agradable. Podía ver las olas pasar por encima de mi. Sentía su fuerza.

El agua estaba muy limpia, podía verse a varias decenas de metros. Su esbelto cuerpo desnudo se reflejaba bajo la superficie, la recordaba cuando Mayori la agarró de la mano. Se quedó allí suspendida, sin respirar, con las extremidades y el pelo suelto vagando a merced del flujo marino. 

El reflejo fue cambiando. Una figura semihumana se fue apoderando de ella, era alienígena con forma humanoide, piel oscura con pinceladas rojizas y ojos iridiscentes. 

Acercó el dedo índice con curiosidad hacia él, a medida que el reflejo lo hacía hacia ella, de la misma forma. Justo cuando se tocaron, una voz retumbó dentro de su cabeza.

-¡Icaro!.

En ese momento sentí un fuerte empujón, una ola me atrapó en su torbellino, todo daba vueltas, mis manos apenas podían mantenerse. Me golpeó contra la arena y me quedé boca abajo. Cuando alcé la mirada Dave estaba allí, riéndose.

-¡Qué coño haces aquí!. -Dije tratando de taparme los glúteos. -¡Date la vuelta!.
-Me pediste que viniera.
-¡Yo no dije eso!. -Dije mientras luchaba con las olas para no quedar expuesta.
-¿Te ayudo?.
-¡Date la vuelta!.

-Vale... ¿Mejor?.
-Y aléjate... más allá de la ropa.
-¿De verdad eres tan tímida?.
-Depende. 
-¿De qué?.

No dejé de quitarle el ojo de encima. 

-Si quieres, ¿también me puedo bañar?. 

Hizo el amago de quitarse el pantalón y darse la vuelta.

-¡No!. ¡Para!.
-Jajajajaja. 
-No me hace gracia, Dave. 
-¿Qué no?, tenías que verte.
-Ja, ja, ja. -Dije burlescamente.
-Está bien... perdona. 
-Tendrás que esperar a que me seque. -Dije mientras miraba al mar.
-¿A esto lo llamas cita?.
-¿Qué?, Yo no te he pedido nada.
-Entonces, ¿Por qué Jackes me dijo que fuera a buscarte?.
-Es tu hermano, deberías conocerle ya, ¿No crees?.
-¿Quieres mi camisa para secarte?.
-¡Que no te gires!.
-Vale, vale...
-Está bien, lánzala hacia atrás. ¡Sin girarte!.

Dave se desabrochó la camisa y la dejo caer por su robusta espalda.

-¿Esa cicatriz?.
-¿Tú si me puedes mirar?.
-Ni se te ocurra...
-Me la hizo un Grokan joven, la trampa se deshizo... desde entonces, les pego un tiro en la cabeza, antes de acercarme y soltarlos. 
-¿Eso te hizo uno joven?. Joder... 
-Jackes logró acabar con él de cinco disparos, intentando no alcanzarme con uno de ellos. 

Me acerqué a su espalda. 

-¿Puedo... tocarlo?.
-Claro. 

Mi dedo se deslizó por las marcas suavemente. 

-¡Ay!.
-Idiota... ¿y este otro?.
-La bala.

Intenté no reírme, luego cogí la camisa de su mano y me tapé con ella.

-Ya... puedes girarte.

Dave se giró hacia mí y me se quedó observándome. 

-Te sienta bien. 
-Si... ¿Ya te has divertido suficiente?.
-Aún no, ¿No sabes que está lleno de Sharkos?.
-¿Qué?. No jodas... me estás vacilando.
-Has tenido suerte. 
-No te creo, es un vacile tuyo, ahí no había nada...
-¿No?, Mira allí. 

Varios grandes lomos con varias aletas dorsales asomaron cerca de la playa, entre las olas. Un ejemplar más voraz y del estilo a los tiburones. Podrían alcanzar los doce metros de longitud y llegar tranquilamente hasta la orilla y volver. Podían además, camuflarse con el fondo marino y acechar a sus presas desde abajo hacia arriba con gran velocidad. 

-¡Joder!.
-Por eso la gente de Fraser no viene hasta aquí... lo dicho, suerte.
-Oh, algo les dio miedo... 
-Jajajaja, si, deberían temerte.
-¡Gilipollas!, lo digo en serio. Date la vuelta. 
-¿Qué?.
-¡Que no mires!.
-No tienes que demostrar nada. 

Dave se giró, me quité la camiseta y me adentré en el agua. Traté de seguirlos, pero me evitaban a toda costa. Dave se quedó perplejo viendo aquella escena. Al rato, más lomos empezaron a rodearla. 

-¡Mitxelle!, ¡Sal de ahí, joder!.

Pero su voz no era capaz de llegar hasta sus oídos. Se acercó corriendo hasta la orilla asustado, cuando la perdió de vista. 

-¡Mitxelle!.

Dave esperó en vano, cuando trató de meterse, uno de los lomos aceleró hasta él y tuvo que salirse. Observó el horizonte, pero sólo veía el mar y a los Sharkos. Cada minuto que pasaba sin salir, se desesperaba aún más.

Al rato, su cabeza emergió cerca de la orilla. Dave se acercó corriendo con la camisa y se dio la vuelta. Mitxelle se acercó y se tapó con ella mientras observaba a los Sharkos.

-No vuelvas a hacer eso...

Mitxelle le observó de reojo tratando de no reírse.

-El qué, ¿Nadar con ellos o estar debajo del agua?.
-Hacerme esto...
-Lo siento... sólo, quería saberlo. 
-No es normal, cualquier otra persona no hubiera sobrevivido un minuto ahí dentro.
-No soy otra persona, te lo dije.

Dave se giró hacia hacia mí. 

-¿Temen a tu yo guardián?.
-Peor aún, a los Thargoides. 
-¿Thargoides?...
-Jajajajaja, Dave, me estoy quedando contigo.
-¡No tiene gracia!.
-A mi si, jajajajaja... 
-Venga, vámonos de aquí.

Seguí a Dave lejos de la orilla, en dirección a la moto.

-¿De verdad estabas preocupado por mi?. -Grité.

Dave se detuvo un instante y me observó con tristeza, hasta que le di alcance.

-No vuelvas a hacerlo.

-Dave... eran Rómulos, ya vale. 
-¿Rómulos?.
-Si. -Dije entre risas. -Aquí ya no hay Sharkos.

-Te juro... que si no te matan ellos un día... lo haré yo.
-Jajajajaja. Dave... 
-¿Qué?.
-Nada. -Le dije esbozando una sonrisa.
-Venga... vístete y nos vamos. 
-Pues no mires.
 
Me puse la ropa de deporte, Dave se comportó y esperó hasta que le devolví la camisa, luego me subí a la moto.

-¿Qué haces?.
-Quiero hacer una cosa... monta detrás de mi y no te abroches la camisa, se secará antes.

Dave se sentó detrás y me agarró la cintura con las manos. La moto inició la marcha entre las dunas, con la rueda trasera levantando la arena, hasta llegar a la carretera. 

-¿A dónde vamos? -Gritó Dave.
-A Leven. -Contestó Mitxelle girando la cabeza ligeramente. 

El brillo dorado de la moto se fue alejando por el asfalto, atravesando la carretera rápida de Fraser, con las dos enormes torres al fondo a la derecha.





Un pasado. 

La rueda de la moto fue decelerando hasta detenerse por completo. El pie empujó del caballete hacia abajo y la moto se quedó apoyada en él. 

Dave y Mitxelle se acercaron a lo que quedaba de su antigua casa. Era lo suficientemente grande y acogedora, aunque ahora, se veía envuelta entre la vegetación que con el paso del tiempo, fue apoderándose de ella. Tenía un porche a la entrada y un tejado de madera que lo cubría, y que hacía tiempo había cedido a las inclemencias. Del columpio de la izquierda junto al árbol, sólo quedaban las barras completamente oxidadas. 

La casa se encontraba situada en un alto, a las afueras de la abandonada ciudad de Leven, con sus rascacielos derruidos. Anlave aún seguía iluminando la casa lateralmente, aunque ya no le quedaba mucho tiempo. 

Una cierta agonía se fue apoderando de mí. 

-¿Vivías aquí?.
-Si... era la casa de mi... familia, o lo que quedaba de ella.

Nos adentramos lentamente en el porche, con cuidado al pisar, el ruido a cascotes y cristales rotos se acrecentaba a medida que nos acercábamos a lo que quedaba de la puerta de la entrada. No hizo falta más que empujarla un poco para que terminase de romper. 

Al acceder al interior, bajo el ruido de los cascotes, empecé a sentir frío. Ya no era aquel acogedor hogar al calor de una chimenea. Ahora, sólo quedaba el hueco en la pared, húmedo y con ramas adentrándose por ella. El resto de la casa había sido desvalijado, sólo quedaban las paredes mugrientas y desconchadas, más la madera cuarteada y envejecida por la humedad. 

-Este era el salón. Aquí, había unos sofás, junto a la chimenea y el armario, donde estaba el televisor. La mesa grande estaba aquí. 
-Mi madre, sus últimos años, se pasaba el día aquí tumbada, esperando que se le pasará el colocón para dejar hecha la comida, luego se volvía a marchar.
-Lo siento... tuvo que ser duro. -Interrumpió Dave, que no dejaba de observar. -¿Tú padre?.
-Mi padre era un científico explorador. Venía unas semanas y luego se marchaba meses fuera, así, cada vez tardaba más en volver... hasta que dejó de hacerlo. 

Seguimos recorriendo el interior, la vegetación y la mugre fue desapareciendo dejando paso a los muebles y la luz. Mamá estaba haciendo la comida, me miró con aquella sonrisa mientras cantaba.

-¡Hola, cariño!.
-¿Qué hay para comer?.
-Una deliciosa pasta con tomate, como te gusta.
-Guay, ¡estoy hambrienta!, tengo mogollón de deberes, hoy el profesor Laython nos ha castigado. 
-Algo habréis hecho.
-Es el imbécil de Francis, otra vez por su culpa.
-Pues tendréis que hablar con él.
-Nadie se atreve, es un gilipollas...
-Mitxelle... ese vocabulario. Nos gastamos el dinero de tu padre para que seas una señorita, no lo olvides.
-¿Como la cursi de Laila?, buagh. 
-Mitxelle....

-Mitxelle... ¿Todo bien?.
-Si... sólo, me vinieron recuerdos. Nada más. Esta... era la cocina. Aquí en medio había una isla, solía subirme a ella para quitarle algo de comida a mi madre cuando llegaba del colegio. Mi madre me sacudía la mano si me pillaba.

Se podían ver las tuberías cortadas a ras del suelo.

-Mi madre solía observar por esta ventana, se veía todo el valle y los campos de cultivo. Ahora esos arbustos lo tapan todo.

Seguí caminando y crucé el hueco de una puerta contigua, en la cocina. 

-Esta era la despensa. Un buen lugar donde esconderse y picar algo entre horas. Jajajaja. 
-Era espacioso. 
-Si.

Salimos de la cocina y justo a la derecha en la misma pared había otra puerta, era un baño. Algo chasqueo en mi cabeza.

-¡Mitxelle, déjame entrar!.
-Ya voy... dijiste que no ibas a entrar.

-¡Mitxelle!, ¿Qué te pasa?.
-Nada... no, recuerdo...
-Casi te caes al suelo.
-Estoy viendo, estoy bien.
-¿Lo dejamos?.
-No, quiero seguir. 

Subimos las escaleras hasta el descansillo.

-Aquí había una barandilla. Solía verlos discutir desde aquí casi todas las noches. No podía soportar ver así a mi madre. Todo por marcharse de expedición. 
-Entiendo.
-La última noche que vi a mi padre, me caí por ellas. No recuerdo bien que pasó después...

Nos adentramos por el pasillo.

-Esta era mi habitación, aquí había una mesa de estudio junto a la ventana, solía mirar la montaña por ella,  me ayudaba a estudiar. Aquí estaba mi cama y aquí mi armario. Todas las noches mi padre venía y me contaba un montón de historias, le quería muchísimo, pero... cada vez se iba por más tiempo y... Le echaba muchísimo de menos. Mi madre... la escuchaba llorar... y...
-Está bien, calma. -Dave trató de calmarme. 
-Lo siento...

Salimos de la habitación. 

-Esta era la habitación de mis padres y esta la de invitad...

-¡Mayori, déjame entrar!.
-¡No!.
-Perdóname. No lo volveré hacer. ¡Abre!. Te la he arreglado.
-Ya no la quiero. 
-Lo siento.

-La rompí uno de sus juguetes favoritos, discutimos y se enfadó mucho conmigo.
-¿Tenías una hermana?.
-Tengo, se llama Mayori. 
-No supe de ella hasta hace poco. Mi padre nos borró los recuerdos, no supe que existía... por eso toda mi vida fue una mentira orquestada por él. He ido recuperando los recuerdos poco a poco, son... retazos, por eso quería venir aquí. 
-Lo que os hizo... nadie se merece eso. ¿Borraros los recuerdos?. Me parece de película. 
-Dave, mi padre estaba metido dentro de la Rueda Oscura, no sé hasta dónde... pero, lo hizo para protegernos, aún no conozco el alcance de todo esto. De lo que nos hizo.
-Nadie en su sano juicio haría algo así a sus propias hijas. No me entra en la cabeza.
-Por eso cuando mi madre se enteró lo echó fuera de casa. Fue el día anterior a mi cumpleaños, la noche que caí por las escaleras. 
-Mis padres se separaron, él se llevó a Mayori y yo quedé con mi madre.
-Menuda mierda...
-Si, una mierda...

Seguimos al baño que se encontraba al fondo del pasillo, entre las dos habitaciones.

-Este era el baño, y aquí la bañera junto al ventanal. El día de mi graduación no vino mi madre a buscarme, tuve que venir sola andando. Recuerdo que entré por la puerta destrozada.

-¡Mamá!, ¡Mamá!.

-Pero no contestaba, me acerqué a la cocina y tampoco estaba allí, cogí una manzana y le di un mordisco, estaba hambrienta. Miré por la ventana pero tampoco estaba fuera. 

-¡Mamá!, ¿La comida?, ¡Tengo hambre!.

-Subí a mi habitación y me cambié de ropa, no le di importancia, supuse que habría salido y estaría al llegar. Terminé la manzana y me dirigí al baño. Cuando abrí la puerta, ella estaba allí, inerte con los ojos perdidos mirando por la ventana.

-¿Mamá?...
-¡Mamá!...

-Cuando la toqué estaba helada, ni si quiera reaccionaba. 

-¡Mamá!, ¿Qué?.
-¡Mamá, no!...

-No supe que hacer, se me ocurrió llamar al seguro médico. Tardaron muy poco tiempo y nos llevaron con ellos. 
-Un hombre me preguntó si ella tomaba drogas, les dije que si... él se acercó y me dijo que no pudieron hacer nada por ella, que el seguro no contemplaba cubrir los gastos, que si tenía a alguien. Les dije que no, que estaba sola.
-Me habló de un hogar, que tendría que trabajar para cubrir los gastos del traslado y el forense. 
-Salí corriendo sin mirar atrás, uno de seguridad trató de detenerme, pero me tiré por el suelo resbalando y me zafé de él. Volví a mi casa, entré al almacén de la comida y me preparé algo.
-Dios... aquello sabía horrible, pero tenía tanta hambre...

Salimos al exterior y me senté en mi escalón, apoyada en el poste de madera. Anlave se acercaba cada vez más al horizonte.

-Al anochecer se presentó un policía. Me miró de arriba a abajo, luego al interior de la casa. 
-Yo tenia un cuchillo de caza de mi padre, estaba sacando punta a un trozo de madera, como una estaca. Sólo trataba de soltar mi raba, con los ojos llenos de lágrimas.

-Soy el agente Keller, siento lo que ha sucedido... ¿no estará tu padre?.

-Le miré de reojo, pero no dije nada, sólo seguí pelando aquel estúpido palo.

-Ya veo... bueno, quería trasladarte mi pésame. ¿Tienes alguna manera de pagar los gastos?. Dicen que saliste corriendo.
-¿No vas a decir nada?...
-Está bien. Haremos una cosa... me haré cargo de los gastos, por la amistad que tenía con tu madre, en paz descanse. ¿Te parece?.

-Dejé de cortar por un momento, sabía de la relación "fugaz" entre él y mi madre. Luego seguí con más rabia.

-No pienso hacerlo más difícil... te dejaré sola hasta el funeral. No te metas en líos hasta entonces... ¿Vale?.

-Se fue alejando hacia el coche policial.

-Gracias... dije entre sollozos.

El se dio la vuelta y me hizo un gesto de aprobación.

-Conozco un orfanato, hablaremos después. Si tu padre no se hace cargo... no puedes quedarte aquí sola.

-Se quedó allí esperando una respuesta, pero no la obtuvo de mi parte. Luego se marchó.
-Al menos, cumplió su palabra...
-¿Y ese tal Rai?. ¿El de la moto?. -Preguntó Dave. 
-Le conocí en el entierro. Dijo que era amigo de mi padre, que él cuidaría de mí. Me pareció un buen hombre... de esos callados que inspiran confianza. A cambio, haría unos encargos para él. 
-¿Confianza?, tal como lo cuentas...
-No tenía nada y no quería ir al orfanato, era mi única opción...
-A la larga me demostró que era un buen hombre. Cierto que pasaba el mayor tiempo sola... nos escondíamos, íbamos de un sitio para otro, él cogía los encargos y yo los materializaba, entre tanto, me enseñó a sobrevivir, a disparar, a cazar, me pagó los estudios superiores y ganaba dinero, más que mi madre en un solo trabajo, con ese dinero me compré mi primera nave, una Sidewinder... 
-Aún la tengo. 
-Con ella logré mi sueño de surcar las estrellas. Por las noches, de pequeña, mi padre y yo nos tumbábamos ahí, en la hierba, viendo el firmamento. Me decía cuáles eran y en cuáles había estado...

-¿Cómo lo hiciste conmigo, el otro día?. -Prosiguió Dave. 

Le miré fijamente. 

-Si.

Dave se sentó a mi lado, se quedó callado observando las vistas, luego seguí su mirada hacia el horizonte.

-Somos lo que somos por lo que hemos vivido, luchado, aprendido... nadie tiene que pasar por lo que has pasado. Es injusto. Pero... si no hubieras pasado por todo eso... no nos hubiéramos conocido, y de haberlo hecho, por otra casualidad, no serias la misma persona que conozco ahora... ¿Curioso destino?.

Volví a mirar a Dave.

-¿Y qué clase de persona soy, Dave?.
-Aquella por la que lo daría todo... -Dijo mirándome de reojo.
-Dave... 
-Sólo expreso lo que siento, al menos, permíteme decirlo.

Me quedé callada sin saber que decir, mirándole fijamente a los ojos, luego aparté la vista.

-Será mejor que volvamos a casa. -Dijo Dave con cierta tristeza mientras se levantaba. 

Le vi bajar las escaleras cabizbajo. 

-¡Mírame!... -Dije sentada, separando los brazos hacia cada lado. 
-Esto es lo que soy... un desastre, Dave... es... esto la mejor representación de mi. 
-No vine aquí de vacaciones... ¡Tú no tenias que haber aparecido!.
-¿Por qué siempre te menosprecias?. -Preguntó Dave. -¡Vales más que todo esto!, más de lo que piensas...
-Lo tuyo no tiene arreglo, ¿Verdad?.
-Creo que hablas de ti.

Me quedé en silencio. 

-Venga, vámonos... se hará de noche. -Dictaminó Dave.

Me levanté pero antes de subir a la moto, vi el rosal, aún seguía allí, las mismas rosas rojas.

-Espera, voy a coger un par de ellas. A mí madre y a mí nos encantaban estas rosas.
-¿Son las mismas que las del depósito de la moto y las de tu tatuaje?. -Preguntó Dave.
-Si.
-Ya podemos irnos, ¡toma!, pero no son para ti.
-¿Por qué no?, También me pude gustar que me regalen una flor.
-Jajajajaja, Dave, eres incorregible. 
-¡Qué!, mira quien fue a hablar...

Nos subimos a la moto y continué camino abajo, una estela de polvo fue quedando tras ella mientras se alejaba hacia Leven.

Al llegar al cementerio, nos bajamos de la moto en la entrada y subimos andando por entre los cipreses. La iglesia había quedado destrozada. Tras un rato andando sin mediar palabra, llegamos a la tumba de mi familia.

-Dame una rosa.

La deposité encima de la tierra, al pie de la fotografía. La cogí y se la enseñé a Dave. 

-Esta es mi familia...

Dave guardó un respetuoso silencio.

-Lo siento... no... 
-No pasa nada.
-¿Tú hermana?, no dijiste...
-Si, es ella, su cuerpo está enterrado aquí... yo la maté.
-No entiendo.
-Y no lo entenderías... es, complicado. 

-Ya te dije que hago daño a la gente que quiero.

Dave no quiso indagar más.

-Vámonos. -Le dije.
-¿La otra rosa?.
-Para ti. -Le dije guiñando un ojo rápidamente. 
-¡Gracias!.
-¿Me llevas?. -Pregunté. 
-Claro. -Respondió Dave.

Hay que ver cómo le cambió la cara, nunca está demás agradecer aunque sea con un pequeño obsequio. 

Abandonamos Leven por la carretera del oeste, pasamos por donde me caí con la moto, aun se veían algunas marcas en el asfalto y seguimos avanzando. La moto se fue alejando con un destello hasta perderse en el horizonte.





Algo dentro de mí. 

Me levanté con un presentimiento extraño. Había dormido bien, pero... algo dentro de mí me preocupaba.

-¡Buenos días!. -Saludé. 

Dave y Mel estaban preparando unas magdalenas en la cocina. Salí afuera con la taza de café. Me fijé que la rosa estaba recién plantada en un tiesto junto a la ventana. Después de desayunar pasé el resto de la mañana con Mel mientras Jackes y Dave seguían con sus cosas en el taller. Por la tarde, salí a correr. Volví a la playa. Todo normal. Mi cabeza seguía dándole vueltas. 

Las nubes amenazaban lluvia y decidí regresar. Pude ver como Anlave se escondía en el horizonte desde las curvas del acantilado. Varias gotas de agua de agua comenzaron a caer sobre el seco asfalto, iba arreciendo a cada paso, apenas un minuto y el asfalto se cubrió de agua. Las hojas verdes se fueron cubriendo de decenas de gotas hasta cubrirse por completo. 

El tiempo en Anderton podía cambiar sin avisar, sólo los que vivían del campo y con su experiencia, podrían olerlo.

Las deportivas iban golpeando el suelo rítmicamente sobre el asfalto empapado, a cámara lenta, derecho, izquierdo, mientras pequeñas gotas de agua, salían expulsadas de cada suela al elevarse, podía apreciarse la ligera deformación del calzado al posarse en el suelo en cada zancada. Derecho, izquierdo.

Los párpados se entrecerraban con cada golpe de las gotas de agua, la respiración controlada, las mejillas cubiertas por el pelo mojado pegadas a ellas. Pasó la última curva para llegar al final. Los ojos se abren, la respiración es más intensa, el paso se acelera y las pulsaciones también. Se iluminan, su brillo es intenso. Todo parece transcurrir en cámara lenta. 

Un hombre está de pie con un arma en sus brazos en medio de la carretera. El hombre ha descuidado su retaguardia mientras observa al resto del grupo. La velocidad es clave. Ella lo sabe. Al acercarse a él, le derriba por las piernas a la vez que le quita el fusil de las manos y lo remata antes de caer al suelo, se apoya con la rodilla al suelo.

Ella observa por encima de la mira del arma. Sus ojos iridiscentes se mueven lentamente, asignando objetivos, primero observa a la derecha luego tras un leve pestañeo lo hace la izquierda, cierra los ojos y mira al centro.

Las gotas de lluvia tardan en posarse sobre el metal del cañón y la mira, y cuando lo hacen, se rompen violentamente. El arma se mueve lentamente hacia la derecha, el ojo izquierdo se cierra, sus labios exhalan aire lentamente, el arma se agita violentamente hacia atrás, sus mejillas tiemblan, un casquillo de bala salta del arma cruzando el aire, dando giros sin control, el proceso se repite. Luego, cierra los ojos mientras el arma empapada se mueve hacia la izquierda atravesando la cortina de agua, abre el ojo derecho iluminado, exhala, otras dos sacudidas, los casquillos salen expulsados golpeando y separando varias gotas de lluvia a su alocado paso. Cierra los ojos, el arma vuelve al centro, abre el derecho, los labios parecen silbar de manera átona, otras dos sacudidas, casquillos volando. 

La primera bala vuela atravesando las gotas de lluvia e impacta en el antebrazo del hombre que encañonaba con su pistola la nuca de Dave, el antebrazo se parte esparciendo trozos de carne y astillas de hueso mientras la pistola cae al vacío, milésimas de segundo después, la segunda se introduce en su sien y sale por el lado opuesto, esparciendo los sesos sobre la cara de su compañero. 

La tercera bala sigue su trayectoria imparable y atraviesa el brazo de la persona que tenía encañonada, con un fusil, la cabeza de Jackes. El fusil se cae, la cuarta bala llega a su destino en la frente atravesando su cerebro y produciendo una molienda que sale por la parte de atrás dejando un boquete mayor que un vaso de agua, esparciéndose por la pared del taller. La quinta bala cruza soplando el pelo de Mel, y termina destrozando los testículos del hombre que la tenía inmovilizada. La sexta bala atraviesa su cabeza al agacharse por el dolor, todo estaba calculado, pero no lo que Mitxelle vio a continuación. La punta de un machete comenzó a sobresalir por delante del cuerpo de Mel, a la altura de sus vísceras. 

-Mel... ¡No!...

Mitxelle se quedó bloqueada, observó a Dave levantarse del suelo llevado por la ira, cogió el arma del suelo y disparó al hombre que quedaba a su lado y que iba a dispararle. Después, comenzó a disparar en dirección a Jackes, cargándose a otro hombre que se le acercaba. Jackes se levantó desarmado, cegado y aterrorizado por el machete que atravesaba el cuerpo de Mel. Varios hombres se acercaban al él, mientras otros empezaban a coger sus motos para salir huyendo.

El arma de Mitxelle comenzó a sacudir su hombro, los casquillos comenzaron a salir uno tras otro con cada sacudida. Su tez ya no era la misma. El arma se movía de derecha a izquierda, quedándose fija en cada sacudida, hasta vaciar el cargador. Las balas surcaban el aire cargado de gotas de agua en varias direcciones, hasta llegar a sus respectivos destinos. Los hombres que quedaban en pie fueron siendo destrozados uno a uno. Cabeza, pulmones, corazón, la sangre y trozos de carne salían expulsados a medida que las balas seguían con su imparable trayectoria, deformadas ya, por su paso a través de los cuerpos.

Mitxelle salió corriendo mientras veía a Dave lanzarse por el suelo a la altura de su hermano. Dave la miró, perplejo y conmocionado. 

Crucé de largo a toda velocidad y subí a una de las motos Raider. La rueda trasera se deslizó por el asfalto mojado creando una cortina de agua, luego salió encabritada, con la rueda delantera elevándose hasta posarse de nuevo, unos metros más adelante.

Malnacidos... pensé que había acabado con todos ellos. Pero claramente estaba equivocada, y las equivocaciones cuestan vidas. Pero la de Mel... Dios Santo... ¿También fue culpa mía?, ¿Subestimé la capacidad real de los Raiders?, ¿Se habían recuperado?, ¿Tendrían varias células repartidas por Anderton?. 

Seguí a toda velocidad por la carretera que cruzaba el valle de Alay. La lluvia iba borrando el rastro de las motos que huyeron, pero al entrar en el túnel después del gran puente, el agua de las ruedas dejaron su marca, iba por el camino correcto... 


Leven. 

Un par de motos llegaron a la ciudad de Leven, bajo la intensa lluvia, que se reflejaba ante los faros de los vehículos.

Se adentraron en la gran avenida, esquivando los vehículos abandonados y los escombros. Conducían con prisa, deseosos de llegar a su destino, para informar de lo acontecido.

Leven, la ciudad de la prosperidad... llena de rascacielos, de negocios, luces de neón, sus gentes admiraban aquello como un monumento a la colonización, rica en oportunidades y comercio, una ciber ciudad marcada tristemente por la guerra, las bombas y las condiciones climáticas adversas. Hoy, sólo quedan escombros, vegetación y los retazos de una civilización casi olvidada ya.

Las motos llegaron hasta una gran entrada de metro, iluminada por el fuego de varios bidones de combustible colocados a ambos lados como si fuera una pista de aterrizaje. Era la estación central de Leven, o lo que fue en su día, el núcleo del transporte de la ciudad, unía también, el transporte de mercancías de alta velocidad y de pasajeros con Fraser, su puerto espacial y Cohan. 

Bajaron por una rampa que habían colocado, usando como base, una de las escaleras mecánicas abandonadas. Al final de la estancia se bajaron y fueron recibidos por uno de sus compañeros.

-¿Y el resto?. 

Rude negó con la cabeza.

-Tenemos que hablar inmediatamente con padre. -Respondió Rude.
-Vamos, no perdáis más tiempo. Informaré de vuestra llegada.

Aceleraron la marcha a pie y se adentraron en los túneles del metro. Mientras, el compañero que los recibió, usó su intercomunicador.

-Han llegado...
-Sólo Rude y Travis.
-Si, van para allá.

La estación central del metro se había convertido en una base temporal improvisada. Rude y Travis atravesaron sus túneles, malamente iluminados y con una falta total de higiene y orden, hasta llegar al puesto de mando. La decoración expulsaría a cualquier persona con un mínimo de cordura.

Varios Raiders se apostaron alrededor de Rude y Travis. Al fondo, había un hombre fornido, sentado en una butaca de oficina, con alto respaldo, que sólo dejaba ver sus brazos. El dedo índice de una mano biónica, golpeaba rítmicamente el extremo del reposabrazos.

-¿Y bien?... -Una voz grave surgió de detrás de aquella butaca.
-Apareció de repente... no...

Hubo un silencio estremecedor, cuando el dedo dejó de sonar.

-¿Dónde está el resto?.

-Como le dije, Padre... salió como de la nada, apenas duró unos segundos...

-¡No he preguntado eso!. -Aquella voz retumbó por toda la estancia.

-Sólo... Rude y yo, Padre.
-Apenas sucedió todo, cogimos las motos para poder informar... un segundo más allí y no lo contamos. -Añadió Rude. 

Aquel hombre se levantó de la butaca y se acercó a ellos, era corpulento, con una máscara de hierro que le cubría medio rostro y un brazo biónico. 

-Sólo vosotros...

-Si... Padre. -Dijo Travis agachando la cabeza.

Aquel hombre se colocó detrás de ellos.

-¿Cuántos eran?. -Preguntó el hombre.

-Uno, ya les teníamos, a los dos hombres y a la chiquilla... pero apareció de repente, redujo a Dex y lo fulminó en un abrir y cerrar de ojos y... todo fue muy rápido.
-¿Es eso cierto, Rude?.
-Si... Padre, apenas.. 

-¡Basta!. -Interrumpió el hombre. -Así que, un hombre... un sólo hombre, puso en jaque a mi familia, y se los cargó a todos menos a vosotros.
-Una mujer... -Interrumpió Travis.
-¿Una mujer?. 

Las risas comenzaron a inundar la sala.

-¡Silencio!. -Cortó el hombre de inmediato.

Se acercó a Jacob, su hombre de confianza que también había accedido a reírse.

-Esa mujer, se ha cargado a, ¡8 hombres!. ¡8 hermanos!. ¿Es motivo de bufa, Jacob?.
-No... no, por supuesto. Perdón Padre, no sabía lo que hacía.
-No... ¡no lo sabéis malditos bastardos!, las pruebas del puesto base de avanzada, 46 hermanos sucumbieron a una amenaza fantasma. ¡Todo nuestro grueso!. ¡Todo estaba preparado! y ahora no tenemos... ¡nada!.

El hombre rodeó el cuello de Jacob con su brazo y comenzó apretar, cada vez con más fuerza.

-Y a vosotros os entra la risa...

El resto observaba en silencio cómo Jacob agonizaba de dolor y asfixia, hasta que lo soltó, luego cogió un machete y con un gesto le cortó la cabeza a Rude. Travis empezó a temblar cuando vio que se dirigía hacia él. 

El machete aún escurría la sangre de su compañero, cuando lo situó frente a sus ojos.

-¡Abandonasteis a vuestros hermanos!... ¡a la familia!, ¡Vuestra familia!.
-¡Teníamos que informar!.
-¿Informar?. ¡A esto lo llamas informar!. ¿Una mujer?.
-¡Se hacía de noche, no la vimos llegar, azul... si, azul... tenía el pelo de color azul!, y... matamos a la niña, Haron la atravesó con su machete, ya no serán una molestia, ¡dudo de que se queden!.
-¿Azul?.
-Si... por favor, Padre.

Jacob, que estaba recuperándose, interrumpió.

-Me informaron... que había una mujer con ellos, una nueva, de pelo azul, con un tatuaje, unas rosas en el cuello con un fusil, la vieron salir a correr el otro día.

El hombre se quedó quieto, pensativo. Luego sacudió el machete y lo posó sobre la mesa. Cogió un vaso y se sirvió un Ron Laviano. Después de tomárselo de un trago, lo posó firmemente junto al machete.

-Eso lo explica todo...

-¡Podemos emboscarla, acabaremos con ella, la arrancaré la piel y la colgaremos junto a la entrada!. -Dijo Jacob.

El hombre que dio la espalda a todo el mundo, comenzó a reírse. Tenía una risa que helaba la sangre. 

-No haréis nada de eso... ¡la quiero con vida!.
-Si, Padre. Lo haremos.

-Quiero a tus hermanos apostados cubriendo la entrada y a una de tus avispas en el nido. Quiero todos los bidones encendidos y los focos exteriores, usar el generador si es necesario. Ya estará llegando.

El hombre volvió a coger el machete y le cortó el cuello a Travis bajo la atónita mirada de Jacob.

-Pero, Padre... no les siguió nadie. -Dijo Jacob.

El hombre se acercó amenazante con el machete ensangrentado y lo posó sobre el hombro de Jacob. Lo miró con el único ojo que tenía, con semblante serio. 

-Conozco a esa mujer... sé de lo que es capaz, y sé que ahora somos su objetivo. Con vida Jacob... no la cagues.
-Si, Padre.





No hay un mañana. 

El fuego, iluminaba suavemente la lente de la mira telescópica de un rifle de francotirador, y más atrás, el rostro desfigurado un hombre masticando tabaco, mientras guiñaba el ojo con fuerza, como si por apretar más, viera mejor.

A su espalda, una mujer con prismáticos, también oteaba el horizonte.

-A la derecha. -Dijo la mujer con los prismáticos.

La mira del rifle de francotirador, giró levemente a la derecha. El hombre escupió el tabaco y volvió a mirar firmemente por el objetivo, guiñando más de la cuenta.

-Lo veo, es de los nuestros.

-No, creo que es ella, la que buscan. -Dijo la mujer. 

Apenas se podía ver a través de la cortina de agua y la luz de la moto, pero una figura femenina se hacía cada vez más notable, según avanzaba por la avenida.

-Si, es ella. -Dijo la mujer. -Dos a la izquierda.

El hombre reajustó el control de la mira, y luego posó el dedo índice sobre el gatillo.

-Está loca, o los tiene muy buen puestos... -Dijo el hombre.
-Está desarmada... -Añadió ella.
-Menudo tipazo...
-¡Calla imbécil!, y estate atento. Aquí avispa, la tenemos, va desarmada. -Dijo por el comunicador.
-No abráis fuego, repito, no abráis fuego. Dejar que se acerque. -Sonó la voz de Jacob.
-Ya le has oído... quita el dedo del gatillo.

El hombre apoyó el dedo fuera del gatillo y la siguió a través de la mira, tratando de mantenerla en el centro.

-Paaauuuchhh... jejeje, ya estarías muerta, zorra.
-Atento... 

La moto llegó hasta la entrada y se detuvo a escasos metros, la mujer que iba en ella, miró de reojo al francotirador.

-Mierda, ¿nos ha visto?. -Dijo el hombre.
-Es imposible. 
-Joder, juraría que me ha mirado. -Dijo escupiendo el tabaco.
-Que no, hostias, es imposible. 
-Lo que tu digas, pero sólo la faltó levantar la mano y saludarnos. 

La mujer elevó los brazos y apoyó las manos sobre la cabeza, luego se bajó de la moto y se arrodilló en el suelo. Varios hombres armados se acercaron a ella, mientras el resto la apuntaba.

-¿Te has perdido?. -Dijo uno de los hombres, mientras apartaba la mirada.

La lluvia caía incesante. 

-Creo que es el lugar que buscaba. -Dije.

El hombre asintió y me golpeó con la culata de su arma.

-Sujetarla y llevarla para adentro... -Dijo el hombre, mientras hacía unas señas con la mano en el aire.

Me llevaron arrastras hasta una sala donde había un hombre de espaldas, corpulento, sentado en una butaca. Todos aquellos hombres me rodearon por detrás. 

-Ha venido sola y desarmada, Padre. -Dijo Jacob.
-Bien, soltarla.
-Pero Padre...
-¡Qué la soltéis!.
-Si, Padre.

Sentí cierto alivio en las muñecas y brazos. El hombre giró la butaca y se quedó observándome. 

-Hola Mitxelle... ¿Te acuerdas de mí?.
-Pues no, la verdad, nunca olvidaría ese jeto. 

Las risas inundaron la estancia. 

-Oh, lo dices por, ¿esto?. -Dijo el hombre tocándose la máscara. 
-Salta a la vista, ¿no cree?.
-No has cambiado nada... Aunque en aquella época, tenía otro rostro.

El hombre agarró la máscara y la retiró lentamente. Mis ojos se abrieron a medida que su rostro real se fue mostrando.

-Pero... tú, estabas...
-¿Muerto?. No, me abandonaste allí, bajo aquel vehículo en llamas, perdí la consciencia y algunas partes de mi cuerpo. 

El hombre se levantó de la butaca.

-Aunque no te culpo por ello, hiciste lo correcto por cumplir una misión. ¿Quién te pagó?.
-Qué... ¿Quién me pagó?, Rai... no tuve nada que ver, yo te idolatraba. Pero... ¿Qué demonios?. -Dije con un nudo en la garganta. -Tú, has matado a todas esas... personas... mujeres y niños, ¡Cielo santo, Rai!.
-¿Acaso vas a hacer que me sienta culpable?.
-¡Yo te quería, Rai!. -Algo dentro de mí se derrumbó. -¡Rai!.
-Jajajaja. La hija pródiga a vuelto. 
-Juro... que te mataré por esto.
 
Rai se encogió de hombros. 

-Sólo son... casualidades de una guerra, una guerra que se fraguó hace mucho tiempo. Debí imaginar que aquello fue cosa tuya... tampoco estás libre de pecado. -Dijo esbozando una sonrisa demacrada.
-No tenias que haber estado allí. 
-Mitxelle... oh, mi hija predilecta, ¿Vas a decirme quién te pago?. Verás... no es por ti, sólo quiero saber quién me la jugó, no te guardo rencor.
-Sabes la respuesta a eso. 

Rai se acercó a un estante y abrió una pequeña caja de madera, sin decir nada. 

-Sabía que dirías eso... eres tan testaruda como Alexander. 
-Oh, mira tú. El que faltaba por nombrar. Por qué será que no me sorprende...

-Una lástima que las planchas de la planta de energía, no fueran del material original. 
-¿De qué estás hablando?, ¿Qué mierda sabes tu de eso?.
-No. Aquí las preguntas las hago yo. Alexander pudo haberlo tenido todo, pero claro, tuvo que joderlo todo, por sus ideales... aquella panda de fanáticos. Una pena, tanto potencial... 
-¿Fuiste tú?.

Rai se encogió de hombros. 

-Te he dicho que las preguntas las hago yo.
-Cómo pude confiar en ti... ¡Eres un monstruo!. -Dije intentando moverme.

Rai me apuntó con una pequeña pistola de bolsillo que sacó de la caja.

-Ni se te ocurra moverte... ¿Te gusta? Es una Deringer... pequeña, pero suficiente para matar a una persona. -Dijo Rai mientras la mostraba en la palma de su mano. 
-Siempre fuiste un caprichoso...
-Jajajaja... si. Tengo mis... pequeños vicios. ¿Aún tienes la moto?.
-No pienso contestarte a eso.
-Eso es que no... ¿Sabes lo que me costó ganarla?. Joder...
-Confiaba en ti... 
-No cambies de tema, bien, aún sigo sin saber quién te pago. ¿Vas a contestarme si o no?.
-¿Tú lo mataste?.
-Respuesta equivocada.

Una detonación se escuchó por toda la sala. Al principio me quedé sin aliento, luego me llevé la mano al costado, la sangre empezó a cubrír la mano, sentía calor.

-Uff, es oscura... el hígado. Todavía te quedan unos minutos de vida hasta que todo deje de funcionar, ya sabes, así que, no te irás sin saber la verdad. Si, yo le maté, un socio del Club me llenó los bolsillos y... este regalo, una maravilla de reliquia, verás, la verdad que los últimos tiempos nuestra amistad cayó en picado y lo uno llevó a lo otro... él se buscó su final, tocó mucho las narices a gente muy influyente, hizo bien en apartarte de todo aquello... lo único que hizo bien. Pero, los negocios son los negocios y el poder es el poder, un suma imparable, es así.

Vi la sangre, no era normal, sabía que era cierto y no me podía imaginar, que todo acabaría así, me temblaba la mano. Rai se quedó observándome, casi con tristeza.

-Me jodiste bien, Mitxelle. Todo lo que había preparado, todos mis hombres... ¡joder!. 
-No me puedo creer lo que estoy viendo, Rai. Mi padre confió en ti, yo confié en ti... él te confió mi vida.

-Poder, Mitxelle, Anderton iba a volver a ser nuestro, de los colonos. ¿No lo entiendes?.
-¿Qué?. -Casi me entraba la risa. -Todas esas familias que has matado, sus cuerpos destrozados ... ¡Sois unos animales!. Mel... 
-Miedo Mitxelle, el miedo es el mejor arma de todas, se siembra el terror y los que no huyen se subyugan a él.
Usar aquellas familias, sólo era el principio, el miedo iba a apoderarse de Fraser, Cohan, ¡por eso ya nadie viene aquí a Leven!.
-¿Acaso pensaste que se lo ibas a arrebatar a las corporaciones?, ¿A la federación?. Por favor, Rai... jamás escuche semejante gilipollez... Dios, que jodido estás y qué ciega he estado toda mi vida...
-Todo estaba planeado, pero no, ¿A qué cojones volviste a Anderton?, maldita sea...
-Supongo que a esto, a morir aquí, ¿no?.

-Esto no tenía que acabar así, Mitxelle. Siento... que después de todo lo que hice por tí, así me lo pagas...

Empecé a sentirme mareada.

-Eres un mierda Rai... como todos los que te rodean. 
-El único error que has cometido es subestimar a tu oponente, ¿Acaso pensabas que ibas a venir aquí, que ibas a entrar por esa puerta y arrebatarme lo que me queda?.

Empecé a reírme mientras intentaba levantarme con la mano tapando la herida, tratando de evitar lo inevitable.

-Mi único error fue dejarte con vida, pobre Rai, ¿Realmente piensas que te subestime?, tal error lo has cometido tu, no yo... Adiós, Rai.

Mis ojos empezaron a iluminarse con toda la rabia que sentía. Rai empezó a encogerse de dolor, al igual que Jacob y el resto de sus hombres. El dolor era cada vez más fuerte, la sangre comenzó a brotar por todos los agujeros de sus cabezas y las cuencas oculares, una onda de energía comenzó a surgir de manera pulsante hacia todos lados, arrebatando la vida a todos aquellos que se encontraban en su radio de acción, las ondas comenzaron a superar toda la estación del metro, hasta cubrir Leven por completo.


Dave había dejado atrás a su hermano, y se dispuso a seguir el camino, hasta después de pasar el túnel. Al llegar a una bifurcación, se bajó de la moto con una linterna para tratar de averiguar por dónde siguieron las motos. Al rato, su linterna comenzó a parpadear y se apagó, instante en el cual una intensa luz azul-verdosa iluminó por completo la noche. 

En seguida se dio cuenta que algo ocurría en Leven, tiró la linterna al suelo y salió corriendo hacia la moto, la rueda trasera comenzó a derrapar, y salió a toda velocidad en dirección a la ciudad.

-Dave... 

Mi rostro cambió al momento y los ojos dejaron de brillar. Encontré a Rai y al resto de sus secuaces en el suelo, rodeados de sangre, habían reventado por dentro. La misma imagen que cuando vi a mi hermana. 

Apenas podía enfocar y comencé a devolver. Sabía que era mi final, pero no imaginé que fuera a suceder así. Traté de levantarme e intenté avanzar apoyándome en la pared. A medida que iba atravesando los túneles, todo era muerte. Los cadáveres yacían en el suelo, sobre charcos de sangre retorcidos por el dolor sufrido.

-Mi hermana tenía razón, era una bomba andante. 

Seguí avanzando entre cadáveres, tratando a apoyarme en cualquier superficie. El dolor se intensificaba por momentos, pero ya no era capaz de tapar la hemorragia, mi final era ya inevitable.

-Sé que ya no volveré a ver salir el sol, ya no habrá un mañana...
-Nunca sabré que hay dentro de mi, pero esta claro que el fin es bélico, pues algo así sólo puede servir a un propósito, y estoy segura que Caleb era consciente de ello.

Traté de subir unas escaleras, pero se hacían interminables, por un instante me senté en el suelo.

-Mierda... Me duele, ¡joder!.

La imagen de Mel me vino a la cabeza. 

-Esto no puede ser nada comparado con lo que tuviste que sufrir. No sé que hago aquí compareciéndome. Vamos... arriba...

Traté de sacar fuerzas y seguir, pero no parecía tener un final. Caí al suelo varias veces, las piernas dejaban ya de obedecerme por momentos.

-Que se jodan... que se jodan todos... 
-¡Jódete Papá!, ¿Dónde estás ahora, eh?... jajaja... eres un puto mierda, ¿me oíste?. ¡Te lo dije!... te dije que lo jodería todo... 

Las lágrimas comenzaron a brotar de mis ojos mientras agonizaba de dolor y tristeza.

-Vamos, ¡tú puedes!. 

Noté el aire fresco, seguí subiendo aquellas escaleras, ayudándome con ambas manos. Al llegar al final, seguí avanzando esquivando más cuerpos. La lluvia, junto con la luz de los bidones me cegaba. Vi una especie de luz moviéndose, y traté de seguir hacia ella. Luego, no hubo nada más, sólo el sentir de un golpe seco en la sien. 


Dave atravesó con su moto la gran avenida, hasta llegar a la entrada del metro, guiándose por la luz de los bidones. Observó que había varios cuerpos tumbados en el suelo. Tras la cortina de agua, una figura femenina comenzó a emerger lentamente de las entrañas de la estación, una figura distorsionada por el fuego y la lluvia. Caminaba de costado, con dificultad y arrastrando una pierna, hasta caer en seco contra el suelo.

-¡Mitxelle!...

Dave se apresuró para llegar a ella. Cuando se agachó y la cogió, no tardó en abrazarla. La desesperación no tardó en apoderarse de él y pareció enmudecer, hasta que un grito de dolor resonó tras el sonido de la lluvia. 




... Fin capítulo 5 ...
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