The Heart Of The Icarus, Capítulo 10. El Legado Guardián.
05 Nov 2024Mitxel
Anderton, Anlave.
La luz de Anlave entraba por la ventana e iluminaba los pupitres de los alumnos. Mitxelle observaba a un Fahum agitando sus coloridas alas, sobre una de las ramas del árbol que se encontraba a escasos metros de ella.
-¿Mitxelle?.
Ella sintió una ligera presión en el brazo.
-¿De qué estamos hablando?. -Dijo la profesora.
-Se equivoca.
-¿Quién?.
-Ram Tha. Hace dos millones de años se formó el bucle de Barnard's.
Las risas empezaron a inundar el aula. Justo en el momento en que sonó la campana.
-Bien, no olvidéis traerme mañana el trabajo sobre los guardianes.
La profesora observó a Mitxelle extrañada.
-Espera... -Dijo la Profesora.
-¿Qué?.
-Esto no puede seguir así.
-No la entiendo señorita.
La profesora se pasó la mano por la frente y se sentó sobre uno de los pupitres, mirándola seriamente.
-La historia está contrastada. No puedes venir aquí y soltar la burrada que acabas de decir...
-Pero... ¿Quién la ha contrastado?, sólo está su testimonio.
-Mitxelle... ya vale. Nos ceñimos a la realidad, a los datos obtenidos.
-Pero...
-¡Ya vale Mitxelle!.
-Mi padre lo sabe, es cierto...
-Mitxelle... te lo digo en serio, si sigues así suspenderás este curso.
-Pero, ¡No es justo!.
-Estas advertida, puedes irte. Dile a tu madre que tengo que hablar con ella, que me llame.
-Esta bien...
-Mitxelle, en serio, como no me llame, la tendremos.
-Si.. vale... pesada.
-¡Mitxelle!.
-Es broma. -Dijo con una sonrisa.
-Venga... largo de aquí.
A la noche siguiente la profesora se encontraba corrigiendo los ejercicios de sus alumnos, hasta que llegó al de Mitxelle. Su cara cambió por completo. Miró hacia un costado preocupada.
A día siguiente, la profesora fue entregando los trabajos con sus calificaciones a cada alumno, apenas se detuvo en Mitxelle y prosiguió. Mitxelle observó su calificación y rompió los papeles en unos cuantos pedazos, luego se levantó y los tiró en el cubo de reciclaje. La profesora la había observado de reojo.
Cuando terminó de repartir los trabajos, la campana volvió a sonar.
-Bien, mañana entraremos con más materia. No olvidéis hacer en casa del dos al cinco, nos vemos.
Mitxelle recogió sus enseres y los guardó en su mochila, cuando se dispuso a salir, la profesora llamó su atención.
-¡Mitxelle!. ¿Tienes un momento?.
-Supongo...
-Ven, ¿Por qué has hecho eso?, era un muy buen trabajo, la mejor nota de toda la clase, de sobresaliente. No tenías haberlo roto.
-Solo me ceñía a la realidad... a los datos contrastados, como usted dijo y están donde deben estar.
-¡Mitxelle!.
-¿Puedo irme ya?.
-Si, claro...
La profesora se quedó atónita, sin saber cómo reaccionar.
-¿Nos vamos?.
Su pareja había entrado por la puerta, era otro profesor de la misma escuela, y la había sobresaltado.
-Hola Frédéric.
-Cariño, ¿Estás bien?...
-Si... termino de recoger y nos vamos.
-Ok, te esperaré fuera.
-Si...
La profesora se reunió con su pareja en la salida del colegio y subieron a su coche, el cual se elevó ligeramente del suelo y se pusieron en marcha.
Durante el recorrido permanecieron en silencio, hasta que ella, que iba conduciendo el vehículo, vio una silueta de una joven con una mochila, andando por el arcén de la calzada.
-Mierda...
El vehículo bajó la velocidad cuando se acercó a la joven y bajo la ventanilla.
-Mitxelle... sube, ya te llevo yo a casa.
Mitxelle se acercó a la puerta de atrás, dejó la mochila y se sentó en el asiento trasero.
-¿Hoy tampoco ha venido?.
-Trabaja mucho.
Mitxelle se quedó absorta mirando por la ventanilla, mientras la profesora no dejaba de mirarla por el retrovisor interior del vehículo.
Al llegar a casa detuvo el vehículo junto al porche y se adentraron ella, los dos adultos y Mitxelle.
-¡Señora Delaroux!.
-¿Melani?.
No hubo respuesta, solo un plato frío de comida en la encimera de la isla de la cocina.
-Ya te lo caliento yo. -Dijo mientras miraba a Frédéric.
Frédéric se quedó a un lado de la cocina, mientras Mitxelle se sentaba en la encimera para comer. En ese rato, otro vehículo más viejo llegó hasta el porche. En el retrovisor podían verse los grandes ojos verdes de Melanie, quien observó el otro vehículo estacionado junto a su casa.
-Mierda... ¡joder!. Joder, joder...
Se bajó del vehículo y cerró la puerta. Vestía unos vaqueros, con una camisa a cuadros y botas de campo. Su pelo era de color castaño claro, atado con una coleta casi deshecha.
-¿Mitxelle?. -Gritó según entró por la puerta.
Luego se dirigió a la cocina.
-¿Qué hacen aquí?.
-La hemos traído a casa, iba sola, andando por la carretera.
-¡Me has dado un susto de muerte cuando llegué y no estabas, te he dicho mil veces que esperes a que yo llegue!.
-Tenemos que hablar.
-Si... eh, lo siento, gracias por... traerla. ¿Quieren tomar alguna cosa?. Tiene que haber algo por aquí.
Melanie se puso a rebuscar dentro de la despensa, cuando La profesora la Interrumpió.
-No es necesario, ¿Podemos hablar, a solas?.
-Si... claro.
Las dos mujeres salieron al salón mientras Frédéric se quedaba junto a la niña en la cocina. Frédéric se quitó el sombrero que llevaba puesto y lo dejó sobre la encimera.
-¿Está caliente?.
-Si.
-Tienen buena pinta.
-¿Quieres un poco?, mamá cocina muy bien.
-No, gracias... seguro que si.
Mientras tanto, en el salón.
-Esto no puede continuar así Melanie, y lo sabes.
Melanie se acercó a la ventana, entre lágrimas.
-Tengo tres máquinas paradas en el campo... los jornaleros se han ido porque les debo varios meses de salario... y sin esas máquinas, no... no puedo...
-Lo siento Melanie, pero...
-¡Hago todo lo que puedo!... sólo trato de... dios mío.
Melanie rompió a llorar, mientras la profesora la observaba con dolor.
-Ha sacado un sobresaliente en el trabajo de hoy, y como de costumbre, es una niña muy inteligente, pero... esto... no la ayuda nada. Se pasa todo el tiempo distraída en clase, no se relaciona con los demás compañeros y ya le está empezando a pasar factura. Si esto sigue así... tendré que avisar a servicios sociales.
-Pero... ella está bien, todo lo que hago es por ella... por favor... no puedo perderla a ella también. Sólo... necesito tiempo.
La profesora miró hacia la cocina y vio a la niña comer.
-¡Frédéric, nos vamos!.
-Lo siento, pero no pasaré otra falta más.
La profesora ya había salido al porche, cuando Frédéric pasó por el lado de Melanie.
-¿Sabe tu mujer a lo que te dedicas los viernes por la noche... Frédéric?. -Dijo Melanie entre lágrimas.
-Que pases un buen día. -Dijo Frédéric con seriedad, mientras se colocaba el sombrero.
Melanie salió al porche y les vio marchar en el vehículo. Al rato, Mitxelle se asomó por la puerta y se abrazó a la cintura de su madre.
-¿Hice algo malo mamá?.
-No cariño, tu no.
La profesora miró de reojo por el retrovisor, mientras se alejaba de la casa.
-¿Estás bien?. -Preguntó Frédéric.
-No, no estoy bien, me preocupa.
-No es asunto nuestro, Leila.
-Soy su tutora, no puedes decirme que no me preocupe por mis alumnos.
-Lo están pasando mal... como todos, últimamente.
-¿La estás defendiendo?.
-No, sólo digo que... lo dejes estar.
-Joder, Frédéric... esa niña es muy especial.
-Lo sé, y si sigue así, este año sacará otra matrícula, si llamas a los servicios sociales, la adjudicarán otra familia. Eso la derrumbaría y sus resultados académicos se verían afectados también.
-¿Y qué se supone que tengo que hacer, eh?, ¿mirar a otro lado, Frédéric?.
-Somos profesores, profesionales, les preparamos para que tengan un futuro mejor que... este sitio. Sólo eso. No puedes inmiscuirte en sus vidas. Es lo que hago yo.
-Es una niña Frédéric, sólo tiene 10 años, necesita a un padre... una madre que se dedique a ella, no que la abandonen a cualquier hora...
-Tú déjalo estar, ¿Quieres?.
Leila volvió a observar por el retrovisor, la casa dejó de verse por la polvareda que se estaba levantando.
-Mierda...
Por la noche, Mitxelle se quedó dormida en el sofá junto a la televisión.
Melanie llegó más tarde de lo habitual. Entró sin hacer ruido y llegó hasta la cocina, abrió uno de los cajones y dejó unos cuantos billetes dentro de él.
Cuando miró hacia la encimera, vio un par de bolsas de patatas fritas abiertas.
-Oh, mierda...
Luego miró hacia al salón y la vio en el sofá tapada con una manta. La cogió en brazos y la acostó en su cama, se quedó un rato observándola, mientras la acariciaba el pelo. Sus ojos expresaban el gran pesar que sufría en su interior.
Más tarde se quitó la ropa y se metió en el baño, allí se derrumbó en lágrimas. Mitxelle la escucho llorar, ella también se sentía triste. Al rato, Melanie se acercó a la cama de Mitxelle y se acostó con ella. La abrazó como si no fuera haber un mañana y con los ojos enrojecidos aún, se acabó quedando dormida.
-¿Mamá?. ¿Mamá?.
Bika se despertó con los dedos de Mitxelle tocándola la cara.
-Que no soy tu madre. Jajajaja.
-¿Qué?.
-Me estabas llamando mamá.
-Bika... ¿Qué?.
-Estabas soñando.
Mitxelle se giró hacia el techo y apoyó su brazo sobre la frente.
-¿La echas de menos?.
-Es tan... real.
-Quizás sea normal, ya sabes.
-Casi todas las noches se metía en mi cama a dormir.
Se volvió a girar hacia Bika y la miró a los ojos.
-Lloraba.
-Lo siento.
-Creí haber dejado todo aquello atrás. Lo recordaba distinto.
-Abrázame. -Dijo Bika.
Mitxelle se abrazó a su cuerpo, y sintió su calor.
-Gracias, Bika.
-¿Quieres hablar de ello?.
-Trabajaba mucho, las tierras... ya no crecía nada... tampoco pudo venderlas ni arrendarlas, los seguros se habían disparado por las frecuentes sequias. Me daba rabia, ella sabía del campo, lo conocía mejor que nadie, creció en ellos. Desde su mecedora en el porche, observaba el cielo todos lo días, viendo impotente aquellos campos sin vida.
-Era una luchadora.
-Si. Nunca me llegó a faltar de nada, pero... a que precio. Muchas veces me sentía culpable e intentaba que no se notara desde fuera. Sabía que si pasaba algo, nos separarían.
-Hiciste lo correcto.
-Solo hice lo que pude... luego empezó a llegar más tarde, se puso enferma... eso pensé yo, no me dejó llamar al médico. Un día vi aquellas marcas en su brazo, ella se las tapó corriendo para que no las viera, pensé que se estaba medicando, pero, la realidad era bien distinta.
-Lo siento, no me imagino lo duro que tuvo que ser vivir aquello.
Mitxelle se volvió a girar hacia el techo.
-Fueron tiempos duros, si, y a ella le tocó lo peor, sola, con una hija, sin un trabajo estable... Lo que vi en aquel lugar... no me extraña que se chutara. Joder... ni pensar que todo fue por mi. Muchas mujeres iban allí, era dinero fácil y bien pagado.
Mitxelle levantó el brazo y simuló una pistola con los dedos de la mano.
-¡Pug!, ...un tiro entre los ojos de aquel cabrón.
-No se que decir.
-Nada, porque nada fue lo que sentí cuando su cuerpo cayó sin vida al suelo, con los sesos esparramados por el mueble bar. Nada sentí cuando la enterré, nada sentí después de todo aquello...
-No fue tu culpa, Mitxelle. Sobrevistes a todo eso, que era lo que tu madre hubiera querido, por lo que luchó en aquellas circunstancias.
Bika le comenzó a acariciar el pelo dorado con sus dedos.
-No entiendo como os pudo dejar así, en aquellas circunstancias. No de Alejandro... era un buen hombre, tuvo que pasar algo muy gordo, para que actuase de aquella manera.
Mitxelle le dirigió la mirada y sus ojos centellearon brevemente.
-Fui yo, Bika... su legado.
-No entiendo... ¿el de Alejandro?.
Mitxelle se levantó de la cama y se dirigió al ventanal en ropa interior. En el reflejo, la figura de un ser de piel rojiza con púas en los brazos y una armadura guardián resplandeciente, se hizo presente. Mitxelle se tocó el dorsal de su brazo, que se volvió de un tono sonrosado, como si se hubiera quemado la piel, y luego se volvió hacia Bika.
-No... el de ellos.
Soledad.
La Icarus rompió la quietud del espacio tras salir de salto. Una mano femenina soltó el mando de control y seleccionó estacionario en la pantalla 4 de su derecha. Después se giró y abandonó el asiento de piloto, dejando a solas el puente de mando.
Al llegar al camarote del capitán, dejó su ropa sobre el sofá y se adentró en la ducha. El rostro de Mitxelle se hizo visible cuando el agua comenzó a golpear su frente, retirando su dorado cabello hacia atrás.
Toda la Icarus se encontraba a oscuras y en completo silencio, tan sólo el ruido del agua al caer sobre el suelo de la ducha. Al cesar, Mitxelle salió de ella con una toalla cubriendo su cuerpo desde las axilas y se dirigió hacia su escritorio, se sentó y encendió la pantalla.
-Rhea, Correo.
-Tiene, cero, mensajes nuevos.
Mitxelle volvió a apagar el monitor y acto seguido se preparó una cena ligera a base de pasta alimenticia que comió en el sofá con un tenedor mientras observaba la vía láctea por el ventanal panorámico. Media hora después acabó quedándose dormida en el sofá.
Al día siguiente...
Unas zapatillas de deporte blancas, golpeaban el suelo metálico rítmicamente. Mitxelle había salido a correr por el solitario pasillo que rodeaba el hangar y la bodega de carga. Su dorada coleta, golpeaba a cada lado en cada zancada que iba marcando. Llevaba unos auriculares inalámbricos en el interior de las orejas, escuchando sus temas musicales favoritos, mientras realizaba su recorrido matutino con aquel traje de deporte oscuro ceñido al cuerpo. El ejercicio y la música la ayudaban a controlar sus sentimientos y emociones, que últimamente se encontraban a flor de piel.
Cuando terminó, se acercó al hangar y se secó el sudor con una toalla que sacó de su bolsa de deporte, también se bebió la botella de agua que había en su interior de un solo trago, como si tratara de beberse todo un océano. Luego, observó hacia la oscura entrada, donde vio por última vez a toda su tripulación y el rostro de Bika aparecer completamente anonadada, pero está vez estaba vacía, tal y como se sentía.
Llegó a su camarote y se dirigió hacia la ducha mientras se quitaba la ceñida ropa que había ido quedando esparcida por el suelo, hasta ver su esbelto cuerpo desnudo dentro de ella. Accionó el mando y el agua comenzó a recorrer su esbelta piel, tras la mampara de cristal que se fue empañando poco a poco.
Más tarde, salió de la ducha con una toalla cubriéndose desde la axilas hasta las rodillas y otra toalla, envolviendo su cabello. Se dirigió a su mesa de escritorio y encendió la pantalla.
-Rhea, correo.
-Tiene, cero, mensajes nuevos.
Mitxelle apagó la pantalla y vio su rostro reflejado en él, con la toalla envuelta cubriendo su cabeza. Luego se quedó pensativa, observando el cajón de no abrir.
Pasaron unos segundos y lo abrió. Sacó de su interior, una especie de cuaderno de notas, con tapas de cuero blando, envejecido por el paso del tiempo y su uso en exteriores sin protección.
Lo abrió lentamente con cierta curiosidad. Eran todas las anotaciones de Alejandro. Ojeó varias páginas, anotaciones, dibujos, fórmulas, reflexiones... luego lo cerró con cuidado y lo volvió a guardar dentro, junto con la fotografía de ella con su madre, apenas se fijó en su padre.
Volvió a encender la pantalla y se levantó de la silla, dirigiéndose hacia el gran ventanal que tenía en frente.
-Rhea, reproduce último mensaje.
-Reproduciendo último mensaje, de, Bika.
-Hola... veo que te fuiste sin más. Esperaste a que me quedara dormida y sólo... leí tu mensaje después.
-No lo entiendo... después de lo que haces ahí fuera, sin temer a la muerte...
-Por qué, cuando algo atraviesa tu... coraza, actúas cómo una... cobarde, huyendo, escondiéndote, sin hacer frente a todo aquello que te... hiere.
-Sé que todo esto es por Robert, lo cual deja en entredicho, lo desprotegida que me siento, cada vez que... me agobia, me agobia muchísimo, ¿Sabes?. Es que... ¿yo no cuento nada?. ¿Cada vez que sufres por otra persona, lo tengo que pagar yo?. ¿Esto es lo que soy para ti?.
-Eres... una egoísta...
-Fin del mensaje.
Mitxelle cerró los ojos y en su mente volvieron a regresar sus fantasmas.
-Últimamente me estas evitando. ¿Es por Robert?. -Dijo Lía.
-Que quieres que te diga... no lo voy a negar.
Lía se giró hacia Mitxelle en el interior del ascensor del Damocles Uno.
-Sabes que... te respeto. Todo esto, te lo debo a ti y a tu hermana. Siento que... te he fallado.
-¿Fallado?, jaja... no sabes nada.
Lía se reforzó internamente.
-Propondré mi dimisión a Mayori si es lo que deseas, pero me iré con Robert, él se vendrá conmigo.
-No, no lo harás, con él no.
El rostro de Lía cambió por completo, sus grandes ojos grisáceos empezaron a enrojecerse.
-Ya veo... no lo vas a superar, ¿Verdad?.
-Todavía le quiero.
-El ha elegido. Este no es mi problema.
Mitxelle esbozó un sonrisa.
-¿Elegir?. No me digas.
-¿Qué quieres decir?. -Dijo Lía extrañada.
-Nada.
-Escúchame bien, esto es así, es una realidad. -Sentenció Lía.
-Es una mentira. ¡Vas a hacer que Robert viva una mentira!.
Lía se quedó perpleja al escuchar eso.
-¿De qué estás hablando?.
-¿Cuándo se lo vas a contar?.
Los ojos de Lía parpadearon rápidamente.
-¿Contar?.
-Lo de tu... aborto.
-¿Qué?.
-Vamos Lía... yo hubiera hecho lo mismo. Tú sola con un niño. Sabes que te hubieran echado de la organización, ¿Qué ibas a hacer entonces?, no tendrías nada, ni protección, ni un salario... ¿Quién iba a contratarte en ese estado?. Lo que más me duele es que encima... no sé lo hayas contado.
Lía se enfureció.
-¡Tu no sabes nada!, ¡Nada!. ¿Te lo contó Biok?.
-Eso ya da igual.
-Escúchame... si esto sale de aquí... juro que te mataré, y me dará igual todo lo que hayáis hecho tú Hermana y tú por mí...
-¿Lo ves?, ¿Mataste a su hijo y ahora me amenazas a mi?.
Lía golpeó la pared del ascensor, muy cerca del rostro de Mitxelle, quien no sé inmutó ni lo más mínimo.
-Si no se lo dices tú... se lo diré yo, no pienso permitir que te vayas con él. -Dijo Mitxelle.
-Yo no lo maté... vigila tu espalda, me da igual que seas la hermana de Mayori.
Justo en ese momento se abrió la puerta del ascensor y Lía la cruzó como alma que lleva el diablo.
-Si de verdad le quieres tanto como yo... díselo Lía, tarde o temprano lo sabrá, aunque que no sea por mí.
Lía se detuvo unos segundos y luego se volvió hacía Mitxelle.
-Pero... ¿Cómo puedes ser tan egoísta Mitxelle?. ¿Es que... no tienes suficiente con Bika, que tienes que tener a los dos?. Que nos jodan a los demás... ¿Es eso, no?. -Gritó Lía con los ojos anegados en lágrimas.
-¡Son parte de mi equipo Lía, del equipo de mi padre!, ¿No lo entiendes?. Mayori no permitirá que te lo lleves, y lo sabes.
Lía cerró los ojos, cuando los volvió abrir, sólo había más odio en ellos.
-No vuelvas a cruzarte en mi camino ni en el de Robert... estás advertida. -Dijo con la garganta dolida por daño interior que sufría.
Las puertas del ascensor se cerraron y la mirada de Mitxelle era la misma que se volvía a reflejar en el ventanal de su camarote.
-A veces nos equivocamos... muchas veces. Pensamos que somos el centro de todo lo que gira a nuestro alrededor... Pero, estamos muy equivocados.
Sólo somos una pequeña parte de algo que fluye por las aguas de un río. Aguas ahora bravas, que tratan de hundirte hacia dentro y no dejan que salgas a respirar. Aguas que en otras ocasiones se volvieron calmas y que... simplemente te dejaste llevar, sin pensar que el tiempo corría en la misma dirección.
Si, soy egoísta y... tardé tiempo en darme cuenta de ello.
Pero como dije, sólo somos parte de algo que no controlamos... o sí.
SYNUEFE NL-N C23-4 B 3
La Icarus se posó con suavidad en la superficie del planeta junto a un antiguo asentamiento guardián. Al rato, las compuertas de la bodega del SRV se abrieron y el vehículo descendió a tierra. No tardó en iniciar la marcha por entre aquellas protuberantes estructuras.
-Diario de Campo, Mitxelle Delaroux. Inicio grabación.
-He empezado a investigar la tecnología guardián. Me llama mucho la atención de cómo consiguieron manipular la energía con las reliquias.
-Tras el primer estudio, veo que en las estructuras que crearon los guardianes, hay canalizaciones esculpidas en ellas, algunas parecen símbolos, serigrafías, quizás tratando de reflejar parte de su cultura, quizás de varios tipos, algunas parecen más antiguas que otras por el cambio de formato, quizás quisieron codificarlas para que no pudieran ser descifradas por otras culturas, ¿Quizá los Thargoides?.
-Otros símbolos, creo que... son simplemente algún tipo de canalización, que transporta la energía, como había mencionado con anterioridad. Diseñadas de tal manera, que pueden controlar y transportarla sin apenas pérdidas o interferencias, incluso poder modularla para transferir información. Además, tal como se distribuye por su interior, es capaz de activar paneles del mismo material y desplazarlos utilizando la misma energía, generando algún tipo de campo anti-gravitatorio, programado en las propias estructuras.
-Llama la atención sus diseños de líneas rectas y ángulos. Todas presentan formas similares, y entre las que son del mismo tipo, las serigrafías se repiten entre ellas, lo cuál hace pensar que forman parte de su… tecnología o... su electrónica, más bien.
-Dichas estructuras, similares como he indicado, pienso que están fabricadas industrialmente, como partes modulares, prediseñadas. Es lo que hacemos nosotros, fabricar elementos que sean fácilmente transportables y luego puedan ubicarse de manera rápida y eficaz.
-Sé por varios sitios visitados, que pueden acoplarse a otras estructuras y formar estructuras más completas y complejas, como en las balizas, capaces de transferir la energía entre sí, incluso de crear elementos complejos más avanzados como los drones y los núcleos.
-Por cierto y hablando de drones... me han estado atacando desde que llegué, aunque no han supuesto una grave amenaza. Los escudos del SRV aguantan bien sus impactos y los misiles son interceptados por los sistemas de defensa automatizadas de la Icarus.
-De alguna manera... y por el polvo levantado debajo de ellos, también es capaz de redirigir la energía e impulsarla hacia abajo para mantener al dron elevado, ya que no disponen de un sistema impulsor tradicional. No se les ve capaces de ganar mucha altura, por lo que entiendo, sólo se limita a mantenerlo estable, a un par de metros del suelo, tampoco poseen una capacidad de maniobrabilidad muy buena, dispone sólo de dos aletas inferiores, entiendo que son las encargadas de concentrar esa energía y usarlas a modo de timón.
-El sistema en sí debe ser bastante rudimentario sólo para hacerlos volar y disparar a todo aquello que se acerque a puntos clave del complejo. Entiendo, por su poca envergadura, que su propia estructura en sí es limitante, aunque no exenta del poder que le confiere la energía de los cristales. De hecho, tras derribar a uno de ellos, pude observar el conjunto de cristales en su interior.
-He estado también, probando su sistema de ataque, que es... bastante predecible. Una ronda de disparos, cambio de posición, lanzamiento de misiles, cambio de posición... y se repite, haciendo una pausa de varios segundos entre rondas. Los escudos del Srv aguantan bien la ronda de disparos, y los misiles, las defensas de la Icarus son capaces de abatirlos nada más tomar vuelo. Fue buena idea dejar la Icarus cerca de las ruinas.
-De momento, eso es todo. Fin grabación.
Mitxelle accedió al interior de la Icarus con el SRV. Tiempo más tarde y con ayuda de unas herramientas de Red, soltó la pantalla de la enfermería de Bika y la colocó sobre unas cajas dentro del hangar, a modo de encimera.
Se ayudó con varios monitores más que colocó en vertical en la parte trasera, luego interconectó todos los aparatos a la CPU del ordenador de Hoffman y dio vida a todo aquel estudio que había improvisado.
-¿Rhea?.
-Servicios iniciados, sistemas cargados, buenas noches Capitán. ¿En qué puedo ayudarla?. -Contestó la IA en la que Biok había estado trabajando durante años.
-Necesito que cargues los datos de la PDA y del Escarabajo.
-Iniciando transferencia...
-Bien. Accede a los datos topográficos. Quiero a Beta en la pantalla posterior central. Alpha a la izquierda y gamma en la de la derecha.
-Quiero las fotografías en la mesa interactiva y el mapa galáctico en el holograma.
Todo se fue ejecutando de manera secuencial, el holograma había cubierto parte de su rostro.
-Eso es...
Fueron pasando los minutos y las horas, Mitxelle continuaba estudiando los datos con detenimiento mientras tomaba una taza de café con la mano izquierda.
-Ahí, para... amplia.
Mitxelle volteó la imagen en el holograma con su mano derecha y la arrastró a la mesa central, (la pantalla del escáner de Bika que colocó en horizontal), en sus ojos podía verse reflejado varios diagramas esculpidos en la superficie de una de las estructuras.
Después se echó hacia atrás, sentándose en un taburete que había colocado junto al estudio improvisado. Se quedó largo tiempo observando aquella imagen, hasta que sus párpados cedieron al sueño.
Cuando volvió en si, casi por el gesto de caerse, ordenó a Rhea a apagar todo el material y regresó a su cama, donde no tardó en quedarse dormida profundamente.
Anderton, Anlave.
-¡Mamá!.
-¡Mamá!.
Mitxelle había regresado del instituto, era un día caluroso. Lo hizo más tarde de lo normal y aunque Anlave ya había pasado su cenit, aún era pronto para el atardecer.
-¿Mamá?.
En su mente pensó que se habría ido a trabajar. Después de comer una pieza de fruta de la isla de la cocina, salió hacia en porche y se apoyó con el hombro, en la columna de madera de la derecha, junto a las escaleras. Aunque estaba a la sombra, el reflejo de la luz de Anlave sobre los campos dorados, iluminaba su joven rostro.
De repente un sonido a lo lejos junto al granero, la sobresaltó.
-¿Madre?.
Salió corriendo en dirección al granero, por el camino de tierra entre los campos de trigo.
-¡Mamá!.
Al llegar al granero, vio a su madre sentada en el suelo apoyada contra la pared de madera, los rayos de Anlave que se colaban por varias juntas de madera, iluminaban su rostro ligeramente manchado de grasa industrial, por haber tratado de secarse rápidamente las lágrimas con las manos sucias.
-Hola princesa. ¿Qué tal el día?.
Mitxelle se abrazó a ella.
-¿Mejor que el tuyo?.
-Cualquier cosa será mejor que el mío...
Mitxelle observó la mancha en la punta de la nariz de su madre y empezó a reír.
-Que fácil es reírse de la miseria de los demás...
-No, de tu nariz.
-¿Qué le pasa a mi nariz?.
-Esta negra.
Melanie trató de mirarse cruzando los ojos, lo cual acentuó aún más la risa de Mitxelle.
-Me alegra verte reír. Abrázame más fuerte.
-Te quiero mamá.
Aquellas palabras hicieron que los ojos de Melanie volvieran a enrojecerse.
-¿Aunque sea un desastre?.
-No eres un desastre, eres muy valiente.
-Gracias, hija.
La cabeza de Mitxelle se encontraba apoyada junto al pecho de su madre observando la enorme máquina que había enfrente.
-No consigo que funcione... lo he intentado por todos los medios. - Dijo Melanie derrotada.
-Si no cosecho todo ese trigo, lo perderemos todo y cada temporada será peor.
-¿Has comprobado el sensor de la admisión?. -Sugirió Mitxelle.
Melanie separó su rostro para poder ver el de su hija.
-¿El sensor de qué?.
-Vi a papá arreglarlo en varias ocasiones.
Mitxelle se levantó del suelo y cogió unas herramientas, luego se colocó junto al panel abierto de la máquina, tras recolocar las piezas que había soltado su madre, volvió a cerrarlo y se fue hacia la parte delantera de la máquina que le sacaba cuatro veces su altura. Abrió otro panel y se puso a desguazar varias piezas que fue depositando en orden junto a la mesa de trabajo. Todo ello bajo la atenta mirada de su madre.
Pasó media hora cuando Mitxelle tenía todo preparado en aquella mesa de taller, tal y como Alejandro solía hacerlo. Melanie se acercó junto a la mesa y se quedó observando lo que su hija estaba haciendo.
-El sensor se encuentra aquí dentro.
Mitxelle cogió una especie de tubo flexible delgado y lo introdujo en su boca. Realizó varios soplidos con fuerza hacía el interior de la pieza donde se alojaba el sensor. No tardó en salir restos de paja y suciedad de su interior. Lo limpió todo lo que pudo, luego también desmontó lo que faltaba de la pieza para engrasar parte del toroide y los dientes de los engranajes.
Tras varias horas y con Anlave a escasa una hora de ocultarse en el horizonte, Mitxelle había terminado de montarlo todo.
-Inténtalo ahora. -Dijo Mitxelle a su madre, cuando terminó de cerrar el panel.
Melanie se subió con perplejidad a la enorme segadora por las escalerillas metálicas de la propia máquina y se sentó en su cómoda butaca. Acto seguido, se agachó levemente y la máquina comenzó a esgrimir un leve ruido.
Tras varios intentos, la máquina arrancó y comenzó a soplar con energía.
-Si... si, joder, ¡Si!. -Dijo Melanie con entusiasmo.
Mitxelle no tardó en subirse a la cabina.
-¿Funciona?.
-¡Claro que si!, Pero... ¿cómo?.
-El sensor capta y mide la presión de aire hacia la entrada del núcleo del refrigerador. Papá me decía que si se atora por los restos del exterior, el sensor daría la orden de parada para proteger la máquina de daños mayores. Que había que limpiarlo con frecuencia a mano, para que no se estropease.
Melanie no dejaba de mirarla asombrada.
-¿Sabes lo que esto significa?.
-Que... ¿Nos vamos a cosechar?.
Melanie la observó pensativa como queriendo hacer algo juntas, pero al levantar la vista y ver Anlave en el horizonte, iluminando casi todo el interior del granero, la recordó que se tenía que ir a trabajar.
Tras una breve pausa, Melanie apagó la máquina bajo la ilusa cara de su hija.
-¿Qué haces?, ¿Por qué la apagas?.
-Mañana... ¿Vale?.
-Pero...
Melanie se bajó de la máquina por la escalerilla, dando un pequeño salto antes de llegar al final.
-Mamá.
-Te dejé algo de carne en la nevera, lo cenas y no te acuestes tarde. Tengo que irme, tengo... que quitarme todo esto... lo siento.
-Está bien. -Dijo Mitxelle apoyándose con la espalda en el asiento de la máquina, mirando Anlave asomar por el portón.
Acto seguido, vio a su madre salir cruzando el portón y detenerse un instante.
El rostro de Melanie, iluminado de frente por Anlave, observaba con detenimiento el campo dorado de trigo que se extendía hacia el horizonte. Sus ojos, su mirada perdida en el campo, se veía cortado fugazmente por su cabello rizado que viento dirigía hacia la cara.
Acto seguido miró hacia abajo, sacó su viejo móvil y lo apagó, volviendo a levantar su cara hacia el campo. Luego volvió hacia la cabina de la cosechadora, junto a su hija.
-Este es el mando de aceleración, y ese otro la dirección. Estas cuatro pantallas de arriba son visores, con ellos tendrás una vista completa alrededor de la máquina. Este es el indicador de corte, y estos los mandos de la guía del cabezal. Que más... este indicador es importante, si se enciende, es que el cajón está lleno y hay que descargarlo en los silos.
Mitxelle, que llevaba largo rato sentada en la butaca de la cabina, no entendía de qué iba todo esto, pero estaba alucinando con todo aquello.
-¿Para qué me cuentas todo esto?. -Preguntó Mitxelle con ilusión.
Melanie cruzó por detrás de la butaca con dificultad hasta colocarse al lado contrario de Mitxelle, sobre la cubierta de metal del interior de la cabina.
-Ahora arranca.
-¿Qué?.
-Arranca.
-¿Lo dices en serio?. Pero...
-¿Ves esa palanca grande a la derecha, abajo?. Es el cebador del encendido. Agárrala con la mano y tira de ella con fuerza tres veces, hasta que suene un golpe fuerte, luego vuélvelo a su posición y gírala hacia ti, en la posición de colector abierto.
Mitxelle finalmente tuvo que usar ambas manos para tirar de la palanca, luego siguió las instrucciones de su madre.
-Ese panel es el panel de energía, junto a la palanca de la velocidad. Tienes que tirar de los dos pequeños interruptores, motor 1 y motor 2 hacia abajo, posición de cerrado, luego mantén pulsados los dos botones encima de ellos, hasta que las rpm de estos dos indicadores lleguen a las 8005 rpm, en la zona verde, luego suelta y verás que todo se estabiliza, los paneles se encenderán, y ya tendrás control sobre los sistemas y la máquina.
La cara de Mitxelle era de auténtico asombro, Melanie la observaba con alegría. Todo aquello era enorme para Mitxelle.
-Ya lo tienes, si aprendes todo esto, no te costará pilotar un Sidewinder, jajaja.
-¿La Sidewinder?, ¿Es como pilotar una nave?. -Preguntó Mitxelle con entusiasmo.
-Muy parecido, bueno... esto es más torpe que una Type 9... pero si, muy parecido.
-Wuauuu.
-Jajajaja, tendrías que ver tu cara. Jajaja.
Melanie tocó ligeramente la nariz de Mitxelle, dejándola una pequeña mancha de aceite oscura en la punta y se rio.
-Venga, ahora... empuja la palanca de la izquierda, suavemente hacia delante.
La butaca de Mitxelle subió y descendió ligeramente por el empuje de la máquina al iniciar el movimiento.
-¡Ay dios, mamá!.
-Tranquila... así, vas muy bien, piensa en una bicicleta muy grande.
La enorme máquina fue asomando lentamente por el gran portón del granero, las enormes ruedas fueron pisando el camino de tierra, deformándose ligeramente sobre la superficie de contacto.
-¿Ves las cuatro pantallas de arriba?, cuando salgamos, lleva la palanca derecha hacia la derecha, esta la puedes mover más rápido ya que la dirección es electrónica y tarda más girar, a parte de lo grande que es la máquina, sin ello, seríamos incapaces de girarla.
-¿Así?.
-Eso es, vas bien, ahora gira. Bien.
La luz de Anlave fue dejando de iluminar el interior de cabina a medida que la máquina cambiaba de dirección.
-Bien... ahora endereza, deja que la palanca retorne al centro. Eso es. Vale, esta es la velocidad inicial de marcha y parking, ahora... ¿ves los botones que hay en la misma palanca de velocidad?.
-¿Estos?.
-Si, el de arriba sube la marcha, el abajo la baja. Pulsa el de arriba para ir más rápido.
Al pulsar el botón, la máquina pegó un tirón y el asiento de Mitxelle volvió a botar.
-¡Ay dios, ay dios!... ¡Mamá!.
-Jajajajaja, sigue empujando la palanca y vuelve a darle varias veces vez más.
Melanie observaba con orgullo los ojos de Mitxelle cada vez que pulsaba aquel botón. La cara tan expresiva de emoción.
-Vale, mantén la velocidad.
-¡Qué guay, mamá!.
Melanie observó el camino que al final giraba y rodeaba el campo para llegar hasta la entrada.
-Ahora ve bajando la velocidad, poco a poco, cuando las rpm de los dos motores lleguen a 8.005 pulsa el botón de abajo, y así sucesivamente hasta la segunda velocidad. Eso es...
-Ahora ve girando, tienes que anticipar los giros, como dije es una máquina muy pesada, y controlar el final de la máquina en las pantallas, es importante, en cada curva tiene que pasar toda ella.
-¿Así?.
-Eso es, un poco más, ¿ves que te acercas al borde?.
-Si.
-Suelta un poco, dale un pelín más de tiempo y vuelve a girar... es eso es.
Al girar aquella mole, la última de las tres enormes ruedas traseras salieron ligeramente pisando el borde del camino.
-Un poco justo, ¿Lo has notado?.
-Si.
-Ahora por ahí detrás, ¿ves los postes?. Hay que llegar lentamente y justo antes de que pasemos el primer poste mueve la palanca para girar hacía el interior.
-Ahora...
La máquina obedeció pero a una velocidad algo más alta de lo normal, y accedió al campo sin tan siquiera rozar el poste.
-Eso lo has hecho adrede... jajaja
Mitxelle no paraba de reírse. Su madre le explicó como sacar el cabezal delantero con el molinete y cómo funcionaba el resto de la cosechadora, acto seguido y con el cabezal completamente extendido, Mitxelle se puso a cosechar el campo. Melanie solía observar el rostro feliz de Mitxelle de vez en cuando. En su interior, ninguna de las dos quería que aquello terminase.
-Vigila los laterales del cabezal y seguimos el circuito, arriba y a abajo.
Mitxelle de vez en cuando solía levantarse de la butaca para observar el cabezal y el molinete.
Lamentablemente el tiempo fue pasando rápidamente y Melanie hacia un rato que había tomado el control de la máquina, de noche y con Mitxelle dormida en su costado. La luz de llenado del cajón iluminó el interior de la cabina y Melanie tuvo que recoger el cabezal de la cosechadora.
Acto seguido, se acercó a los silos de llenado y colocó la máquina completamente centrada. Un tubo descendió al interior del cajón por un panel que Melanie activó y controlaba a distancia desde la cabina, luego se puso a succionar el contenido del interior.
Cuando todo el proceso terminó, cerró el silo y llevó la máquina hasta el granero. Una vez detuvo la máquina, bajó con dificultad a Mitxelle, a quién llevó en brazos hasta la cama y la arropó. Después de una ducha caliente, Melanie se acostó con ella en aquella pequeña cama, abrazándola y dándola un beso en la mejilla.
-Gracias...
Era la primera vez que las dos disfrutaron realmente juntas. En sus rostros, se notaba la alegría, una alegría que hacía mucho tiempo pareció abandonar aquella casa.
Al día siguiente.
Mitxelle se despertó en la cama, había dormido placenteramente. Su madre ya no estaba en la casa, así que, ella se puso el desayuno.
Mientras tanto, en los silos, Melanie ayudó a Gregor a vaciar los silos en sus remolques.
-Tres arcones... buena cosecha Meli.
-Si, con las maquinas paradas pensé que lo perdería todo.
Gregor se dio la vuelta después de accionar el último cierre del tercer remolque. Se quedó observando el campo.
-Has tenido suerte... el resto de familias han tenido peor cosecha.
Gregor sacó el talonario y se puso a contar los billetes.
-Tres arcones llenos... a seiscientos... son un total, de 18. Aquí tienes.
Melanie agarró los billetes con cierta desazón.
-Siento no poder darte más, se lo que estáis pasando, pero aún tengo que pagar a otras seis familias.
-Es más de lo que esperaba, Gregor. Mucho más. Gracias de veras, con esto tendré para la próxima.
Gregor esgrimió una muesca con la boca mientras observaba el campo y al cielo.
-Toma este otro poco.
-No, Gregor, ¿Qué haces?.
-Cógelo... de veras, y hazme un favor.
Melanie le observó con detenimiento, preocupada.
-¿Cuál?.
Gregor se subió al camión articulado y desde la ventana asomó su cabeza, pensativo, intentado articular bien lo que iba a decir, mientras observaba salir Anlave por el horizonte.
-Coge a tu hija y largaros de este condenado lugar. Iros a otra parte. Leven está condenada.
Aquellas palabras hicieron mella el Melanie. Mientras observaba marchar el camión de Gregor, con tres de los cuatro remolques articulados, llenos.
-Gracias Gregor... lo tendré en cuenta.
Al llegar a casa, Mitxelle ya se había ido. Guardó el dinero en el mismo bote donde guardaba todo el resto. Era bastante, pero no lo suficiente para una próxima temporada si descontaba las deudas. Al rato recibió una llamada en su viejo móvil.
-¿Si?.
-Me encontraba mal...
-Joder... no me jodas, ¡ahora no!.
-¡Te he dicho que me encontraba mal!.
-¿Y qué?.
-Vete a la mierda, ¡me oyes!.
Melanie cerró el móvil cuando vio a Mitxelle.
-¿Qué haces aquí tan pronto?.
-Hoy no hay clases, es viernes.
Melanie se llevó una mano a la frente.
-Cierto, es verdad... ya no sé en qué día vivo...
-¿Quién era?.
-Del trabajo.
-Parecías enfadada, ¿es por lo de ayer?, lo pasé muy bien.
-Si... yo también, hija... yo también.
-Te he preparado el desayuno, ¿Vienes?.
-Que me has...
-Si, ven.
Las dos se sentaron en el porche, en la mesa de fuera a desayunar. Casi una hora más tarde apenas terminaron de desayunar, Mitxelle se levantó a recoger la mesa cuando un vehículo se acercó por el camino de tierra que llegaba a la casa.
-Mitxelle, ve a dentro.
-Seguro...
-¡Qué vayas dentro!.
Mitxelle se quedó dentro de la casa, dejó los cubiertos en la cocina y volvió hacia una de las ventanas. Melanie parecía estar discutiendo con otro señor junto a un vehículo que nunca había visto antes.
El señor parecía enfadado, y golpeó a Melanie.
En ese momento, Mitxelle salió por la puerta con su tirachinas y le pegó una pedrada en la cabeza a aquel hombre. Lo dejó bastante descolocado.
-¡Vuelve a tocar a mi madre y te reviento la cara!. -Gritó Mitxelle con todas sus fuerzas, mientras sujetaba otra piedra con las gomas del tirachinas completamente estiradas, se notaba la extrema tensión en la mano y en su mirada.
-¡Estáis locas!. ¡Esto no quedará así Melanie!.
El hombre con la cabeza ensangrentada se metió en el vehículo, se dispuso a salir y cuando el vehículo comenzó a moverse, el retrovisor del conductor salió volando por los aires, hecho añicos. Lo cual hizo que acelerase y se marchara con más rapidez.
-Lo siento hija... no tenías...
-¿Quién era ese gilipollas?.
-Mitxelle... no hables así, ¿vale?.
-¿Qué no?. ¡Te ha pegado!. Si le vuelvo a ver le reventare las pelotas.
-¡Mitxelle!. ¡Ya vale!.
En ese momento Melanie supo que su hija ya no era tan niña y de poco servirían ya las escusas y las mentiras.
-Era mi jefe...
Mitxelle se quedó callada, perpleja, sin saber que decir.
-¿Qué?.
-¡El qué nos paga todo esto!.
-Ve a dentro.
-Pero...
-¡Mitxelle, obedece!.
Pasaron las horas, y mamá se había ido hacía largo rato. Apareció un vehículo policial que aparcó junto al porche. Un policía se bajó de él y se dirigió hacia Mitxelle que estaba sentada en el columpio junto al gran árbol.
-¿Está tu madre?.
-No... ha salido.
-¿Sabes si tardará?.
Mitxelle guardó silencio mientras le observaba de reojo.
-Un hombre dice que le has atacado. ¿Es eso cierto?.
Mitxelle permaneció en silencio unos segundos más antes de responder.
-Se lo merecía...
Aquel hombre con sombrero policial estilo tejano, se quedó observando hacia la casa y los restos del retrovisor esparcidos por el suelo.
-Sabes disparar.
-Si.
-¿Apuntabas al retrovisor o a la ventanilla?.
-Un par de grados por delante del retrovisor.
El hombre uniformado guardó silencio.
-Ya veo... serías capaz de acertar a una liebre corriendo a más de veinte metros.
-Sin dudarlo.
-Dime... ¿Qué te llevó a herir a ese hombre?.
-Pegó a mi madre.
-¿Pegó a tu madre?.
-Si. Eso he dicho.
-¿Y tu madre está bien?.
-Si, no le dejé que la hiciera más daño.
El hombre se quedó pensativo observándola.
-Tendrás que darme el arma, tengo que requisarla... de todas formas, conozco a ese hombre, y no me gusta nada.
-A mi tampoco.
El hombre asintió.
-Cambiaré el resultado del informe... pero mírame bien. Es la última. La justicia la impartimos nosotros, no tu. ¿Entendido?.
-Si.
Mitxelle se acercó a la casa y le entregó el tirachinas al policía.
-Muy bien. Gracias...
El policía se quedó observando el tirachinas mientras lo golpeaba en su mano, esbozando una ligera sonrisa. No se imaginó que se tratara de un simple arma fabricado con un trozo de rama y unas gomas.
-¿Vivís solas las dos?.
-Si.
El hombre dudó unos segundos y luego reaccionó cogiendo aire.
-Toma. Pero úsalo sólo para las liebres... ¿Entendido?.
Mitxelle se quedó extrañada observándole.
-¿Liebres grandes también?.
-Sólo... de las malas, ¿Correcto?. -Dijo el joven policía esgrimiendo cierta curiosidad.
Antes de marchar y subirse al vehículo policial, se quitó el sombrero y lo apoyó junto al parabrisas del vehículo.
-Pórtate bien, pequeña.
Mitxelle se quedó quieta en medio del camino viendo cómo se alejaba el vehículo policial, hasta que vio el coche de su madre doblar la entrada y cruzarse con el del policía que se detuvo a su lado.
Ambos bajaron las ventanillas y se dispusieron a hablar.
-Meli.
-Rai... ¿Ahora eres agente de la ley?. -Dijo en tono desagradable.
Rai esgrimió una sonrisa.
-¿Te envía el imbécil de mi ex?.
-Sabes que ya no estoy en la organización, Meli.
Melanie miró hacia la casa.
-No vuelvas a pisar mis tierras.
-Haré lo que tenga que hacer, y lo sabes... Ya no controlas la situación, Meli.
-¿A no?, ¿La sigue controlando él?. No me hagas reír.
-Ándate con cuidado... ese tipo es peligroso.
Rai cambio de postura en su asiento y la observó con los ojos ligeramente cerrados.
-Puedo encargarme de él. Sólo pídemelo.
Melanie cogió aire y le devolvió la mirada.
-Eso es asunto mío. Dile a Alejandro que deje de enviar espías a mi casa, o de lo contrario... tiraré de la manta.
Rai se encogió de hombros ligeramente.
-Sabes que no lo harás, no expondrás a Mitxelle a todo eso.
-No, pero no sabes bien lo que una madre puede hacer por sus hijos cuando se ve amenazada, Rai.
Rai hizo el amago de coger la palanca del acelerador con la mano.
-Haz lo que quieras... yo sólo hago mi trabajo, Meli.
-Bien... agente de policía. -Dijo Melanie burlescamente.
Rai se quedó en silencio unos segundos observándola a los ojos.
-Cuídate, Meli.
-No vuelvas a llamarme así. -Dijo ella.
-Vale... me alegro de verte de nuevo. -Disimuló Rai.
-Yo no.
Ambos se separaron con los vehículos y siguieron su camino, mirándose por el retrovisor.
-Estúpido gilipollas... -Murmuró Melanie.
Junto al río. Anderton, Anlave.
Rai.
Un hombre se encontraba pescando junto al río, a las afueras de Leven, en el interior del valle de Alay.
Rai llegó con su vehículo policial y lo detuvo junto a unos postes de madera, en un mirador al margen de la carretera. Se detuvo un instante junto a la vaya de madera observando el valle detenidamente, luego descendió monte abajo por un camino preparado, que conducía a la orilla del río.
El hombre que se encontraba pescando afanadamente no se percató de su presencia, hasta que Rai lo llamó por su nombre.
-Un bonito sitio para pescar.
-Lo es... ¿has detenido ya a esa chiquilla y a la loca de su madre?.
Rai se acercó lentamente mientras le observaba lanzar el sedal masticando un chicle de tabaco.
-He hablado con ellas. -Dijo escupiendo el chicle al suelo.
-¿Sigues masticando esa mierda?. -Dijo el hombre sin quitar la vista de la pequeña boya.
-Es mejor que seguir fumando... te puede matar. -Dijo Rai con temblante frío.
El hombre se giró levemente hacia Rai.
-Supongo que no habrás venido hasta aquí para hablar del tabaco. Así que, será por lo de esas locas.
Rai miró hacia la parte más alta del río.
-No las llames así.
El hombre comenzó a recoger el sedal cuando un Carpel mordió el anzuelo. Luego lo sacó del agua y se dispuso a quitarle el anzuelo.
-¿Y bien?. -Dijo el hombre.
Rai observó como mató al pez de un golpe con una pequeña maza que colgaba de su chaleco.
-Era una buena pieza...
-Enorme, jeje.
-La niña dice que pegaste a su madre, ¿Eso es cierto?.
-¿Golpearla?, ¿Sabes el dinero que esa zorra me va hacer perder?.
-Que no la llames así, joder.
-¿Qué pasa, te gusta?, Te la puedo dejar a un buen precio.
-Joder...
Rai sacó su arma reglamentaria con gran agilidad y tras la detonación, el cuerpo cayó de lado, como un palo, sobre las piedras y el agua. El pez muerto, aún en su mano y bañado por el agua, comenzó a teñirse de rojo, con la sangre y restos de masa cerebral de aquel hombre. Minutos más tarde, Rai le empujó con el pie, río adentro.
-No es personal Monroe... sólo negocios. -Murmuró Rai.
Rai se fue alejando del río lentamente a la vez que aquel cuerpo lo hacía aguas abajo hasta perderse en la corriente y él en la arboleda.
Tras volver al vehículo policial, abrió el maletero y se cambio de ropa, antes de cerrarlo, se pudo ver el cuerpo de un hombre en su interior y un nombre grabado en una insignia policial. Sargento Matthew Dónovan.
El valle de Alay comenzó a brillar al paso de las grandes nubes que cubrían parte de él, hasta que el silencio se vio roto por el sonido de una explosión y las aves salieron revoloteando despavoridas en todas direcciones.
SYNUEFE NL-N C23-4 B 3
Los ojos de Mitxelle se fueron abriendo poco a poco, se estiró tumbada en la cama y se reincorporó segundos más tarde.
Al ponerse de pie, se acercó hasta el gran ventanal y observó aquellas estructuras guardianes, bajo una ligera nube que las cubría. Tras prepararse un café se sentó en el sofá mirando aquellas vistas.
-Rhea correos.
-Tiene, cero, mensajes nuevos.
Mitxelle levantó ligeramente el rostro y tomó otro sorbo de café.
El día fue transcurrido con normalidad, Mitxelle recogió la habitación y colocó la ropa recién lavada en el armario, completamente ordenada. Al cerrar el armario observó su rostro en el espejo de la propia puerta.
Tras recomponerse se sentó de nuevo en el sofá con las piernas recogidas sobre él.
-Rhea, mensaje a Bianka.
-Iniciando grabación.
-Hola Bika...
-Lo siento... siento todo lo que ha pasado.
-Se que... te debo un disculpa. No me he dado cuenta de lo egoísta... que he sido todo este tiempo.
-Tenías razón, tenias razón en todo.
...
-El tiempo aquí parece transcurrir más despacio. Tiempo que aprovecho para tratar de averiguar lo que hay dentro de mi... en todas sus vertientes.
-Tiempo para pensar, en lo que me pasó.
-Se que os he fallado, os he fallado a todos, por mi estupidez... dejé que todo se fuera a la mierda.
-La discusión con Lía, con mi hermana... con Dreg y Lucíe fuera de juego en Marte... lo siento.
-Cuando me fui aquella mañana... fui incapaz de escribirte, todo aquello que sentía y por qué lo hacía.
-Soy una... estúpida, y... no tengo otra palabra o escusa.
-Siento el daño que te estoy haciendo y en parte... fue uno de los motivos... aunque a estas alturas ya, supongo que nada de lo que diga o haga sirva para nada ya.
-Solo quiero que sepas que te echo de menos. A ti... y a todos.
-Que estoy bien... ¿Vale?...
...
-Cuídate... te quiero.
...
-Fin de la grabación, Rhea.
Las lágrimas de Mitxelle anegaron su garganta y sólo pudo quedarse en aquella posición durante largo tiempo.
Pasaron las horas y Mitxelle había abandonado aquel lugar con la Icarus. Durante días, viajó por las regiones guardianes, visitando, anotando y fotografiando las distintas ruinas guardianes, complementado su investigación, a veces en el Escarabajo, otras a pie y otras veces en su centro de trabajo improvisado en el interior del garaje de la Icarus.
-Rhea, correos.
-Tiene, un mensaje nuevo, de, Bianka Palmer. Reproduciendo.
-Hola...
-Llevo días escuchando tu voz... me ha... costado entender, todo por lo que estás pasando.
-Creo que la egoísta soy yo... siempre lo fui. Te dije que no quería haceros daño a ti ni a Robert. Pero... está claro que mentí. O mentí o me dejaste llevar demasiado... no lo sé.
...
-De todas formas ya sabes como soy y... no es una novedad que sea una malvada egoísta que no es capaz de controlar sus sentimientos jajaja.
-Lo siento... no debí ponerme así, pero... me dolió y eso es algo que va dentro de mi, ¿Sabes?.
-Me alegró escucharte, oír tu voz, han... pasado ya unos cuantos días, ¿Semanas?, aquí el el Damocles al contrario que tu, el tiempo pasa más deprisa, o esa es la sensación que me da.
-No se que estás haciendo exactamente por aquellos lares pero espero que te sirva de algo, que estés bien y que... lo siento, ¿Vale?.
-Te daré una alegría.
-Dreg y Lucíe han vuelto. ¿Sabes la casa aquella que habían comprado?. No existía. Fue todo una estafa. No sabes el disgusto que tienen los dos... que no me extraña, menudos sinvergüenzas, aún pienso en cómo puede la gente vivir así, estafando y engañando a los demás.
-Mayori... esta preocupada, se echa la culpa de lo de Lía, dijo que quizá se equivocó con reprochártelo. Creo que en parte tenía razón, después de todo. Robert se ha ido unos días, estaba mal... si lo sé, no quiero preocuparte ahora, pero... creo que deberías saberlo.
-Tómate tu tiempo, él que necesites, te esperamos.
-¿Por cierto, quien es Rhea?. No será otro ligue tuyo, ¿verdad?. Jajajaja.
-Te quiero...
...
-Fin de la grabación.
-Gracias, Rhea.
-A usted.
Su rostro cambió por completo, y en parte se sentía mucho mejor al escuchar a Bika.
Damocles Uno.
Semanas antes. Rhea.
Mitxelle subió a la Icarus, acompañada de una bolsa con ropa y varios enseres, como si fuera de viaje por una temporada.
Al entrar en su interior se sorprendió justo cuando se cruzó con Biok, quien enseguida observó la bolsa que portaba Mitxelle.
-¿Te vas?.
-Si.
-¿Sola otra vez?.
-Biok...
-¿Sabes lo que pasó la última vez?.
-Si... lo recuerdo. Pero esta vez será diferente.
Biok se quedó mirándola fijamente.
-Voy contigo.
-No Biok, oye... tienes que quedarte aquí, ¿Vale?.
-¿Es por Lía y Red?. ¿Por mi?.
Mitxelle se quedó pensativa.
-Será mejor así.
-Pero... ¿A dónde vas?, ¿Qué piensas hacer?, así, ¿Sin más?.
-Lo necesito. No deberías estar aquí.
-No lo hagas... te...
-Biok. Sal fuera, por favor.
-Esta bien... ¿es lo que quieres?. ¿Dejarnos aquí tirados?.
-Te quedas al mando del equipo de nuevo, hasta que...
-¿Vuelvas?.
Mitxelle se quedó mirándola fijamente.
-Si, claro, hasta que vuelva.
Biok se quedó sin creer lo que estaba viendo. A una Mitxelle completamente derrotada, sumisa.
-¿Rhea?. -Dijo Biok apartando la mirada de Mitxelle.
-Iniciando...
-¿Qué coño es eso?.
Biok le devolvió la mirada.
-Al menos deja que ella te ayude. Es un... regalo.
-¿Rhea?.
-Aún no está del todo terminada. La Icarus es demasiado grande para manejarla una sola persona.
-Bien... gracias Biok.
Biok se fue alejando dando pasos hacia atrás, hasta abandonar la rampa de acceso.
-Cuídate hermanita... te echaré de menos. -Dijo Biok entristecida.
-Y yo a vosotros.
La rampa se elevó hasta sellar por completo la compuerta de acceso. Tras la cámara exterior, Mitxelle pudo comprobar como Biok se alejaba hacia interior de los ascensores, con una lagrima deslizándose por su mejilla.
-Lo siento.
-¿Rhea?.
-Servicios iniciados, ¿En qué puedo ayudarla?.
-Inicia las comprobaciones pre-vuelo, por favor.
-Iniciando... todos los sistemas en orden. Solicitud de despegue aprobada. Luz verde.
-¿Luz verde?. Bien... vamos a allá.
IC 2391 Sector CQ-Y c16
Icarus, fecha actual.
La Icarus salió de supercrucero bajo una densa nube de gas azulada. Tras seguir avanzando a través de ella, una sombra comenzó a vislumbrarse e ir tomando forma. Se trataba de una baliza guardián, la cual comenzó a desplegar sus brazos a medida que la Icarus se acercaba a ella.
-No puedo dejar de quedarme asombrada, no es la primera vez que me acerco a ellas. Su tamaño, su esplendor... algo dentro de mi despierta cada vez que me acerco a ellos, pero sigo sin saber que es exactamente.
-¿Añoranza?, ¿Tristeza?... no lo sé. Quizás sea la soledad que me embarga últimamente. Quizá no fue buena idea venirme sola, pero quien sabe que podría hacer, si algo dentro de mi despertara y... aún recuerdo lo que le hice a Red y Mayori.
-Es mejor así.
-¿Rhea?.
-¿Si?.
-Prepara las cámaras exteriores de la Icarus.
-Iniciando, cámaras online.
-Gracias... bien, voy a acercarme más, veamos que podemos sacar de aquí.
La Icarus se fue acercando, las luces exteriores se encendieron y comenzaron a recorrer cada parte, cada superficie de la baliza, como si fuera escaneando su estructura. De vez en cuando varios flashes se disparaban desde exterior de la Icarus, que iluminaban gran parte de la baliza.
Con el tiempo se fue adentrando más y más hacia la parte central.
-Rhea... usa ráfagas cortas, cada quince segundos, todas las cámaras.
-Iniciando ráfagas.
La Icarus comenzó a realizar varios destellos mientras se acercaba al núcleo. La voz de Rhea que inundaba la estancia, comenzó a indicar distancias.
-Aproximación... 20 metros, 17, 10, 5 metros, 3 metros, 1 metro...
Mitxelle cortó los propulsores justo en ese momento.
-Vale... Rhea, libera el dron de exploración, por favor.
-Desplegando Dron. Controles activados.
-Bien.
El dron se desplegó de la Icarus y fue recorriendo los recovecos del núcleo, mientras varios flashes iluminaban esporádicamente las superficies, revelando parte de las serigrafías grabadas en ellas. Todo bajo la atenta mirada de Mitxelle sobre la pantalla, mientras manipulaba los controles.
-Increíble... -Dijo Mitxelle, casi como una exhalación.
A la mañana siguiente...
Las zapatillas blancas de deporte de Mitxelle, golpeaban rítmicamente el suelo metálico de los pasillos de la Icarus. Su respiración, acompasada con cada zancada, era lo único que podía escucharse en el interior de la asolada Icarus.
Con el tiempo, las piernas iban decreciendo y moviéndose más rápidamente. El suelo metálico se convirtió en una tierra húmeda llena de helechos, troncos, ramas y arbustos emborronados cruzando a gran velocidad ocultando fugazmente aquellas gráciles y veloces piernas.
Parecía estar huyendo de algo, de algo que la acechaba a gran velocidad, oculto en el bosque. Su joven rostro, expresaba cierto temor, a la vez de querer escapar con todas sus fuerzas.
Al llegar a un acantilado, Mitxelle saltó con todas sus fuerzas con la ayuda de la alta velocidad que su cuerpo había generado durante la huida. El cuerpo suspendido en el aire, fue recorriendo la anchura del río, con los brazos y piernas que parecían moverse a cámara lenta, tratando de mantenerse en posición para aferrarse a la orilla de la pared que tenía en frente. Al chocar, algo más abajo del borde, pudo agarrarse a varias raíces mientras la tierra suelta ensuciaba su jadeante rostro. Tras recuperar brevemente el aliento, miró hacia abajo y vio las aguas del río pasar a gran velocidad una decena de metros más abajo.
Al verse segura, sonrió. Casi parecía haber disfrutado de aquello, alzó la vista y vio al joven Grokan, arrimado a la orilla, olisqueando y tratando de ver si se atrevía a dar el salto. Tras quedarse observando fijamente a su presa, Mitxelle extendió su dedo corazón hacia arriba, en señal de duelo.
Acto seguido, la raíz comenzó a ceder. La tierra comenzó a cubrir de nuevo el rostro de Mitxelle, quien hizo amago de atrapar otras raíces mientras su cuerpo descendía rápidamente, hasta quedar en el aire sin nada donde agarrarse. Su cuerpo a penas era un ligero punto cayendo al vacío por aquella pared de al menos una veintena de metros de corte, hasta ver el agua batirse en una pequeña zambullida, casi inapreciable entre la corriente.
Horas más tarde, casi ya de noche, Rai permanecía junto a un fuego, terminando de preparar un estofado, pensativo, observando las llamas que distorsionaban su rostro. De repente, su atención fue cortada por los ruidos en el bosque. Mitxelle no tardó en aparecer, empapada completamente y tiritando de frío con hipotermia.
Rai la observó durante unos segundos, luego se levantó y se dirigió hacia ella.
-Anda... arrímate al fuego y quítate toda esa ropa. -Dijo Rai con cierta serenidad.
Mitxelle hizo caso de su tutor. Junto al fuego, se fue quitando la ropa hasta quedarse completamente desnuda, con el cabello empapado y tapándose con los brazos sus intimidades, tiritando de frío.
Rai se acercó con una manta y la cubrió entera, incluyendo el cabello.
-Mejor no pregunto... -Dijo Rai balbuceando.
Mitxelle solamente permaneció en silencio, como lo hacía siempre, desde que perdió a su madre y mató a aquel hombre. Rai ya se había acostumbrado a su silencio y la sirvió un plato rebosante del estofado que había preparado.
-Toma, come. Te ayudará a entrar en calor.
Como apenas podía sostener la cuchara, Rai se ofreció a ayudarla, hasta que poco a poco fue cobrando la temperatura, engullendo cada cucharada que Rai le ofrecía. Lo hizo hasta quedarse dormida con un trozo de carne a medio masticar en la boca, apoyada en él brazo izquierdo de Rai.
De vez en cuando, Rai notaba algún pequeño tic residual de Mitxelle. Dejó el cubierto a un lado de la hoguera con cuidado de no despertarla y la llevó dentro de la tienda mimetizada, donde la acostó con el resto de mantas. Luego se dirigió a su tienda, añadiendo unos trozos de leña más al fuego a su paso.
...
-Mitxelle. El Damocles va a finalizar el salto. -Dijo Rhea.
Mitxelle recobró el conocimiento mientras recorría velozmente el pasillo, no tardó en bajar la velocidad y seguir andando.
-Gracias, Rhea.
Se acercó a uno de los ventanales del pasillo, su rostro se reflejó en el cristal, mientras observaba una nube oscura formarse enfrente de la estrella que iluminaba su rostro. Poco a poco el Damocles fue surgiendo de ella, tras un gran estruendo, que pudo sentirse en el interior de la Icarus.
-Los recuerdos vienen y van, como ecos de un pasado, que lejos de desvanecerse en el olvido, afloran como si hubieran ocurrido hacia unos días. Aún no entiendo nada... sigo sin entenderlo. Algo se oculta delante de mi, pero es como si cada vez que quiero dar un paso adelante, lo hiciera hacia atrás...
-Que tratas de decirme... no... ¡no te entiendo!.
Los ojos de Mitxelle estaban enrojecidos, anegados en el desconocimiento y el desconcierto.
La Icarus acabó posando su tren de aterrizaje en uno de los Pads del Damocles Uno. Tras bajar la rampa de acceso, su antigua tripulación salió a recibirla con fuertes abrazos.
-Lucie... ¡ya se te nota!. Jajaja.
-Dreg, lo siento... Bika me lo contó, que faena. Lo siento.
-Tanko... grandullón, ¿te has puesto a dieta?.
-Hoffman... me alegro de que no te fueras.
-Biok... sigues pegando fuerte, ¿Eh?.
Mitxelle observó a Bika, quien se quedó apartada a un lado tímidamente.
-Ven aquí... lo siento, lo siento de veras.
-No. No pasa nada. También te he echado de menos. ¿Te encontraste contigo misma?.
-Creo que... he fallado en eso. -Dijo Mitxelle con una risa de agradecimiento.
-Red...
Bika movió la cabeza ligeramente hacia los lados. Mitxelle no sabía si seguir con la sonrisa cada vez más forzada, casi entre lágrimas.
Tras apartarse, volvieron al interior del Damocles.
-Mayori esta fuera... hace unos días que se fue. Creo que a... una misión oficial. No dijo mucho. Red... no sé nada de él desde hace más de una semana. -Dijo Bika mientras caminaban hacia el ascensor de la cubierta de atraque.
Mitxelle trató de recuperase.
-Esta bien... tenemos que seguir adelante, con o sin él.
-¿Estás bien?.
-Si... eso creo.
Bika la observó de reojo mientras caminaban.
-Lo superaremos, ¿Vale?.
Mitxelle asintió con cierta inseguridad.
-Sacaste algo en claro de... ya sabes, esos guardianes.
Mitxelle se paró momentáneamente, y sin decir nada, continuó la marcha. Bika la observó con cierta preocupación.
-Por cierto, volveré a dejar el monitor de tu escáner en su sito.
-¿Mi monitor?. ¿En su sitio?. ¿Qué coño has hecho con él?.
-Lo usé como mesa.
-¿Qué?.... ¿mesa?...
-Si, si, si... no te preocupes.
-¿Sabes lo que cuesta eso?.
-Bika... déjalo. Jajaja.
Bika comenzó a golpear amigablemente a Mitxelle y juntas se enzarzaron entre risas, hasta quedar mirándose fijamente.
-Vamos tórtolas... -Exclamó Biok.
Al entrar en el ascensor, todos se quedaron en silencio, mientras bajaban a las dependencias.
-¿Rhea?, ¿No había otro nombre?.
-¿Quién es Rhea?.
... Fin capítulo 10 ...