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09 - La Fiesta del Té

09 Aug 2021Jack Nelson
"Es inútil diseñar algo a prueba de tontos, porque los tontos son muy ingeniosos". (Leyes de Murphy).

Me he tomado unas breves vacaciones, pero ya es hora de volver. Han sido un par de días fantásticos. He podido conocer a fondo la noche de Alexander Base. El puerto planetario está dirigido con mano firme por el Camarada Macías, de la Egovi Union, pero hay otras 4 facciones comunistas presentes; toda la ciudad pertenece a la Interestelar Comunista y no hay ni una sola facción presente que no esté afiliada a la CIU. El ocio en una ciudad comunista es diferente al ocio en las estaciones corporativas a las que estoy acostumbrado. Para empezar, todo es increíblemente más barato. Y hay muchísima más música en directo. Los locales están decorados con propaganda política, la gente previene incluso a los desconocidos cuando se están pasando con la bebida, y nadie se lo toma mal; aún no he visto una sola pelea. Parece un oasis irreal, pero puedo dar buena cuenta de que existe.

Últimamente ha llegado una planta que está causando furor entre los pilotos y los trabajadores de Alexander Base. Es una hierba que se fuma y relaja la mente y agudiza los sentidos. Los locales y los callejones están cargados de humo en cada esquina, aunque el trabajo parece continuar con normalidad. Yo mismo la he probado. Me recuerda a algo que solía fumar de adolescente en Marte. No es nada como para volverte loco; es bastante suave y es agradable. Después de un fin de semana de relax y algo de alcohol, era hora de volver al trabajo. La luna gemela aún despuntaba por el horizonte detrás de mí...



Acepté un trabajo sencillo en el sistema Dimocorna. Parece que la CIU ha decidido pasar a la acción. El encargo era una sencilla operación de extracción de datos encubierta en una instalación de seguridad perteneciente a Crimson Alliance. Antes de salir del planeta, un piloto se me acercó en la plataforma de aterrizaje. Me preguntó por hierba. No había sido capaz de encontrar en toda la ciudad. Le dije que no sabía y el se encogió de hombros y se fue.

Todo lo bueno se acaba. Algo así dijo el piloto. Despegué y puse rumbo a Dimocorna. Ni siquiera tenía necesidad de buscar el lugar de la extracción; ya me habían dado las coordenadas exactas. El encargo fue sencillo. Aterrizar, desplegar el VRS, volar un par de torretas, robar los datos, embarcar, despegar... Ya sabía hacerlo de manera mecánica en sitios tan pobremente defendidos como aquel. Unos pocos miles de créditos en multas y varios cientos de miles de recompensa, además del interés estratégico para la causa, por supuesto.

A mi vuelta a Alexander Base, los pilotos comentaban en corros con caras de decepción. La ciudad entera estaba sin esa deliciosa hierba espacial, que no se producía en el sistema. Parecía que muchos pilotos habían vuelto con las manos vacías. El conflicto con HIP 88726 Inc. (en el sistema de mismo nombre) había cortado esa ruta de suministro en particular. Entre los pilotos había un ambiente extraño. Algunos de los pilotos presentes en la oficina de contratación mostraron cierto interés cuando acepté un simple encargo de suministros. 86 toneladas de té. Un encargo de suministros. Lo había hecho miles de veces antes. Además pensaba aprovechar el viaje para hacer algo de turismo.



El día anterior había estado bebiendo en un garito de Alexander Base y estuve hablando con el camarero sobre la suerte y las conjunciones astrales, sobre lo que había visto estos días de atrás. El me contó que había sido piloto de joven y me habló de estadística y de frecuencias orbitales. No creía en la suerte, igual que yo. Me dijo que sí quería ver una auténtica conjunción, debía visitar Samontudji, así que allí me dirigí.

Ciertamente, las vistas eran espectaculares. Ya había visto sistemas binarios antes, pero nunca dos estrellas de clase M tan grandes y tan juntas entre sí. Parecían desafiar las leyes de la ciencia. El viejo tenía razón, todo era cuestión de estar en el momento y lugar adecuados. Y en este tipo de situaciones, ambos se pueden calcular matemáticamente. Sobrecalenté un poco la B3BOP y el asistente de aterrizaje se fundió, pero las fotos merecieron la pena.



Puse rumbo al único puerto espacial del sistema, Heng Dock, en órbita sobre Samontudji C 2, un planeta increíblemente pequeño. Este era un sistema realmente interesante. El planeta más cercano a la tercera estrella, la tercera hermana alejada de las otras dos, era un orbe gigante de más de 16 veces el tamaño de un planeta como La Tierra. El siguiente, sin embargo, es posiblemente el cuerpo celestial aterrizable más pequeño que he visto hasta ahora, con apenas 421 Km de radio. Parecía improbable que su gravedad pudiera mantener estable la órbita de Heng Dock, pero así era.

En el puerto reparé la nave y pregunté por la hierba espacial. Nadie sabía nada tampoco. La guerra en HIP 88726 de nuevo... Bueno, en cualquier caso si quería té probablemente tendría que visitarlo de todas formas. Carver City era el único puerto en un radio de más de 50 aL. con cultivos hidropónicos a gran escala. Pero estaba en plena guerra y seguía controlada por HIP 88726 Inc., enemigos de la Interestelar. A mi salida del puerto pude volver a contemplar la magnífica vista de la conjunción de Samontundji antes de emprender el viaje de nuevo.



Mi regreso a HIP 88726 después de haber participado en la guerra fue tal y como esperaba. Dos patrulleros corporativos me interceptaron a mi llegada, pero fueron rápidamente disuadidos de atacar por otras dos naves de la CIU, así que no hubo interdicción. Mi destino era Carver City, un puerto espacial en la lejana órbita de HIP 88726 9; la única estación agrícola en todo el Borde Exterior de la Burbuja de Manite (GMV). Carver City seguía aún bajo el control de HIP 88726 Inc., pero la guerra en el sistema continuaba. Activé la navegación silenciosa en el aterrizaje para evitar escaneos y me maravillé con los enormes cultivos hidropónicos de la estación. Todo el muelle parecía brillar en tonos verdosos.

Nunca me ha gustado el té, pero los muelles tenían un olor especialmente agradable. Creo que nunca me he sentido tan bien al bajar de la cabina como en aquella estación. A pesar de tratarse de una mercancía completamente legal, el contacto de compra me citó en la clandestinidad para el intercambio. Supongo que temía que me identificasen y no quería que las autoridades del puerto le vieran vender té al enemigo. Decidí llenar la bodega y compré más té del que había solicitado la oferta. En cualquier caso no tendría problema vendiendo el excedente en Alexander Base. En total serían 120 unidades de té, o lo que es lo mismo, unas 1200 toneladas aproximadamente. Una vez todo el cargamento estuvo a bordo, me dispuse a despegar.



Nunca me ha gustado el té. Normalmente su olor se me mete en las fosas nasales y me invade por completo. Cuando cargas miles de toneladas en la bodega no importa lo bien aislada que esté, siempre acaba colándose el olor por algún sitio. Nunca me ha gustado el té, pero este cargamento olía especialmente bien. Mi camino de vuelta a HIP 91582 me resultó mucho más corto que de costumbre. Cada vez me sentía más ligero y empezaba a sentir un sopor peligroso. Había descansado bien, no había razones para tener sueño, pero sabía lo peligroso que podía ser. Me aproximé al planeta para aterrizar en Alexander Base lo más rápido posible mientras el olor del "té" empezaba a embotar mis sentidos. Empezaba a sospechar que mi carga no era "té". Los ojos se me cerraban por momentos, pero ya estaba a punto de aterrizar. Cerré los párpados durante un segundo y cuando los abrí, estaba a menos de 300 m del suelo; el choque era inminente. Intenté enderezar la nave lo más rápido que pude, pero no hubo manera de evitar estrellarme contra una de las antenas de comunicaciones de la base y destrozar en el aparatoso aterrizaje de emergencia varios cientos de metros de pistas del puerto. Una vez conseguí aterrizar, me quedé dormido sobre los mandos.

Esta mañana he podido comprobar que no se trataba de té. Parece que nadie en Alexander Base ha vuelto a preguntar por la hierba espacial. La ruta de suministro sigue cortada, pero un valiente piloto consiguió cruzar las líneas hasta Carver City. Las autoridades del puerto, tras comprobar el manifiesto de carga de la Outlaw Star y comprobar los datos del encargo, decidieron no multarme por mi carga. Lo que tendría que pagar eran las reparaciones de los destrozos causados en mi aterrizaje, obviamente. Adiós a mis beneficios por los excedentes. En cualquier caso, la ciudad parecía funcionar con energía renovada y los pilotos y trabajadores me saludan y sonríen cuando llego a los bares del puerto. Al parecer había una razón para encargar solo 86 toneladas, pero qué importaba ya. Por suerte todo había salido bien y no había heridos. Una lección aprendida. Nunca me ha gustado el té, pero a este podría llegar a acostumbrarme...

No existen los trabajos a prueba de tontos, porque los tontos somos muy ingeniosos.

9 Agosto 3307 --- Alexander Base. HIP 91582.
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