Jos
19 Apr 2022Topo Estepario
Josephine Hardin, Jos, es mi segunda de a bordo. La contraté en Nanomam para tener un apoyo en las cacerías de piratas, y valoré despedirla cuando preparaba este viaje de exploración. Aunque se lleva un buen porcentaje de los beneficios, su eficacia en el combate pesó más que mi tendencia a maximizar los beneficios y decidí mantenerla en su puesto.
Había varios candidatos dispuestos a acompañarme en mis aventuras, la mayoría con más ganas que experiencia y apenas curtidos en combate. Ya estaba por rendirme, cuando la camarera me señaló a Jos. Estaba en un rincón apartado bebiendo un licor de Rhea sin hielo.
–Prueba con ella. Se llama Jos y lleva tiempo sin trabajo, pero aquí se la respeta bastante.
No quise preguntar el motivo por el que una tripulante con buena reputación en combate estaba sin trabajo. Es habitual que pilotos de esa experiencia hayan participado en misiones algo turbias que no siempre salen según lo planeado.
Apenas levantaba un metro y medio del suelo, de complexión fuerte debido a una densidad ósea única de los que se crían en planetas con más gravedad de lo habitual. A medida que me acercaba a ella, levantó la vista y sus ojos claros, casi fluorescentes, me escanearon con mucha más eficacia que cualquier aparato.
–Hola ¿Jos? La camarera me ha hablado de ti, dice que buscas trabajo.
–¿Ah, sí?
"Ah ,sí", algo me decía que el bolsillo de la camarera había sido agradecido por el favor de hablarme de ella. Su curriculum era extenso: dos años como piloto del Imperio, cinco minando asteroides en Colonia, y su última ocupación como tripulante de una nave mercenaria la había llevado por derroteros oscuros, hasta que fue apresada junto con su comandante. Dos años en una prisión perdida en el extremo de la Vía Láctea son una buena escuela y una fuente de información interesante que merece la pena aprovechar.
La negociación del salario fue rápida. Los 150.000 CR habituales a la firma del contrato y un 12% de todas las ganancias es más que razonable para un tripulante experto.
No me arrepentí de tenerla a mi lado. Bien sea por querer demostrar lo que vale a su nuevo comandante o por un instinto depredador innato, en la primera escaramuza contra unos piratas en Tollan fue implacable. A los mandos del caza equipado en la Krait MK II, se ponía a la cola del desdichado y no le daba tiempo ni a encomendarse a sus dioses. Le bajaba los escudos con tal rapidez, que casi yo no tenía tiempo de llegar para terminar el trabajo con los multicañones.
En el modo defensivo, no era menos eficaz. Apenas sentía los primeros impactos de una nave pirata en mis escudos, Jos fulminaba al atacante aprovechando al máximo la maniobrabilidad del caza. Casi que podía dedicarme a cazar al objetivo, desentendiéndome de los que venían en su apoyo, dejándolos a merced de sus lásers.
Pero lo que más me gusta de ella es su profesionalidad. En los largos viajes interplanetarios cabría esperar conversaciones banales, donde intercambiáramos anécdotas que reforzaran la confianza que ya tengo en ella, avanzando en la relación personal. Pero no. Apenas me dirige la palabra si no es para darme un dato, confirmar una orden que le haya dado o el resultado de algún escaneo. Mis intentos por reforzar lazos personales chocan contra un muro de cortés indiferencia.