El primer vuelo en solitario de Rick
23 Jul 2019QUATUM RICK
VITACORA DEL CMDT QUATUM RICKEl primer vuelo en solitario de Rick (10 de octubre de 3251)
Hay pocos momentos en la vida que te provoquen una emoción tan extraña como el momento del primer vuelo en solitario. Zambrano, mi instructor, me dijo una tarde: «Bueno, ahora vas a volar tú solo». He de confesar que de buena gana le hubiera dicho que me moría de miedo, pero tal palabra nunca debe salir de la boca de un cadete federal. Así que me la tuve que tragar como pude y me metí de una vez en la cabina del caza. Zambrano me explicó una vez más la función de cada palanca, cada boton y cada computadora, pero yo no prestaba atención: estaba plenamente convencido de que se me iba a olvidar la mitad de lo que me estaba diciendo. Arranqué el aparato, cargue la energia en los motores, la máquina alcanzó velocidad y de pronto ya volaba solo. No podía creerlo. En realidad no era miedo lo que sentía, sino una temeraria excitación. Ya todo me daba igual y pasase lo que pasase no me hubiera asustado de nada. Con una alocada confianza torcí el mando hacia la izquierda describiendo una gigantesca curva, apague el asistente de vuelo mientras maniobrava sobre un asteroide —el punto de referencia que antes me había indicado Zambrano—, y esperé acontecimientos. Ahora venía lo más difícil, el aterrizaje. Recordaba perfectamente la maniobra. Actué de forma mecánica, pero el aparato reaccionó de un modo muy distinto a cuando Zambrano lo pilotaba. Perdí estabilidad, hice los movimientos al contrario, la máquina se encabritó… y dejó de ser una nave de instruccion. Luego contemplo avergonzado los daños. Por fortuna pudieron ser reparados bien pronto, pero tuve que aguantar un chaparrón de bromas. Dos días después me volví a subir con rabia y pasión a mi nave caza y entonces la cosa fue a las mil maravillas. Después de catorce días estuve en condiciones de pasar mi primer examen. El examinador era un tal Teniente Hansen—. Ejecuté varios virajes en forma de ocho, pilotie entre los asteroides, hice los aterrizajes que me exigieron y al terminar el examen bajé de mi nave muy orgulloso. Luego supe, para mi asombro, que me habían suspendido. No me quedó otro remedio que repetir el examen más adelante.