La reina de las galletas
30 Apr 2023QUATUM RICK
La Reina de las GalletasActo 1
La enorme nave Beluga se materializó frente a una estrella rodeada por un campo de asteroides. Los hábiles pilotos maniobraron rápidamente para esquivar los pedruscos flotantes, preparándose para un último salto al sistema Floxton. Allí, en una hermosa luna tipo Tierra, con playas de arena blanca y paisajes deslumbrantes, era el sitio favorito de millonarios y celebridades para organizar fiestas. Lizeth De Fua lo sabía bien. Su padre, dueño de Industrias Alimentarias De Fua, le había preparado una gran celebración por sus 20 años de vida y el éxito de su campaña de marketing. Había encabezado una nueva línea de galletas basadas en una vieja receta familiar, y su éxito fue tal que los medios la apodaron "la Reina de las Galletas".
Desde el cristal de la ventana de su camarote, Lizeth contemplaba su reflejo: finas facciones, cabello oscuro, un rostro redondo, y unos profundos ojos marrones que reflejaban tanto inocencia como determinación. Pero su ensueño fue interrumpido por una violenta sacudida. La nave estaba siendo interceptada por piratas, y las alarmas comenzaron a sonar frenéticamente. La joven corrió hacia el gabinete de su camarote y sacó una pequeña pistola láser marca Takeda, pero antes de que pudiera usarla, otra sacudida más fuerte la lanzó contra la pared. Todo se volvió negro.
—Jefe, ya despertó —dijo una voz masculina y juvenil.
—Ah, qué bien. Bienvenida, Miss De Fua —respondió una voz más grave y burlona—. Soy Vladimir, líder de la facción de los Piratas de Slatus. Considérese nuestra invitada hasta que su padre pague el rescate de mil millones de créditos. Mientras tanto, es libre de deambular por este camarote. Si necesita algo, pídaselo a Charley, su jefe de guardia. Pero le advierto, Miss: si intenta escapar, Charley y los hombres del perímetro tienen órdenes de dispararle.
La sonrisa de Vladimir dejaba ver un par de dientes metálicos que brillaban siniestramente.
—¿Cómo se atreve a secuestrarme? —exclamó Lizeth con furia—. ¡Mi padre no lo permitirá! ¡Movilizará toda una flota de la Armada Federal para rescatarme!
Pero sus captores se limitaron a abandonar la habitación. Las horas pasaban lentamente, y Lizeth observaba por la ventana cómo las rotaciones del planetoide continuaban incesantes. "Maldita sea", pensó, "si tuviera un fusil Takeda y un par de granadas, esos piratas aprenderían una buena lección". Mientras reflexionaba, vio cómo un par de Vultures aterrizaban en la base, descargando provisiones y tropas de relevo. Veinte soldados, calculó, recordando su entrenamiento básico en la academia de la Armada Federal: combate cuerpo a cuerpo, lanzamiento de granadas, supervivencia. Había soñado con ser parte de la infantería espacial, pero sus padres, al enterarse de su enrolamiento, usaron su influencia para retirarla de esa vida poco glamorosa. Mientras se perdía en sus pensamientos, el sistema eléctrico de la base falló.
Acto 2
—Rick, sé que hace años estuve en una situación similar y gracias a ti estoy vivo. Ahora te pido que rescates a mi hija. Esos miserables piratas la secuestraron hace dos días, y GalPol solo nos ha dado largas, enviando a un negociador que no ha hecho más que perder tiempo. Rick, confío en ti —dijo la voz de un hombre maduro al otro lado del comunicador.
La Python roja, llamada CEH Curramba, se encontraba flotando junto a un campo de escombros, restos de un reciente encuentro con una patrulla pirata.
—Oh, viejo amigo, lamento lo que le ha sucedido a tu hija. Será un honor ayudarte. Nos ayudaste mucho en el pasado y Helen te tenía en alta estima. Pásame las coordenadas de donde la tienen secuestrada.
La Python se aproximó a la base Alvares Horizons a gran velocidad, volando por debajo de los 5 km de altitud para evitar los radares, hasta quedar a 1 km de la base. Ya en tierra, Rick sacó un SRV (vehículo de reconocimiento) y puso rumbo hacia la base, avanzando a gran velocidad, saltando entre rocas y usando los propulsores para atravesar un pequeño abismo. Por suerte, el planeta tenía baja gravedad. Ya en el perímetro exterior, Rick observó el cambio de guardia; las tropas estaban ocupadas y nadie vigilaba los monitores. Los drones de vigilancia, por suerte, eran fáciles de esquivar.
Rick se infiltró hasta la sala de control de energía. Tras neutralizar a algunos guardias y escanear sus tarjetas de acceso, consiguió un permiso de nivel 3, suficiente para programar el apagado del reactor en cinco minutos. Luego, colocó una carga explosiva, lo que le daría una ventaja en el caos que seguiría.
Acto 3
Lizeth vio cómo todo quedó en penumbra por un momento, pero el sistema de respaldo se activó y escuchó los sonidos de una pelea afuera de su habitación. Pasaron unos minutos, y el seguro electrónico de la puerta chisporroteó, despidiendo un olor a quemado antes de abrirse. Todavía aturdida, Lizeth escuchó una voz áspera y firme:
—Miss De Fua, póngase un casco y prepárese para salir. Su padre me envía a rescatarla.
Confundida, la joven tomó un casco de una taquilla y se lo puso. Mirando a su alrededor, preguntó:
—¿Dónde está el resto de su destacamento?
—Vamos, señorita, no haga preguntas y sígame. No tenemos mucho tiempo —dijo el hombre mientras avanzaba por el corredor.
De repente, una explosión sacudió el complejo. Los drones de vigilancia entraron en modo de alarma y los hombres activaron sus escudos de batalla, preparados para cualquier cosa.
—¡La prisionera está intentando escapar! ¡Todos al alojamiento! —gritaron los guardias.
Rick y Lizeth se escondieron detrás de unas cajas de suministros. Los piratas empezaron a rodearlos, disparando en todas direcciones.
—Maldita sea, esta vez sí que me metí en un buen lío —murmuró Rick, disparando contra un par de hombres que se acercaban.
—Tu bláster de plasma, dámelo. Yo puedo cubrir tu flanco mientras tú te encargas de los que vienen por delante —dijo Lizeth con determinación.
—¿Qué? Señorita, usted es una aristócrata. Esto es un combate real, no una demostración de cocina —respondió Rick con incredulidad.
—¡No soy una jodida princesa! ¡Estamos en un combate de vida o muerte! Déjame ayudarte. Sé cómo usar ese bláster —insistió Lizeth.
Por un momento, Rick la miró a los ojos, esos ojos marrones llenos de fuego y determinación. Era la misma mirada que Ángela le había dado hace muchos años cuando le pidió que la entrenara para ser piloto de combate.
—Está bien, miss, toma mi bláster.
—Y las granadas, agente. Dame un par de granadas y verás cómo armo una buena fiesta.
—No abuses de tu suerte —gruñó Rick, pero sin más opciones, le entregó las granadas supresoras de escudo que llevaba.
Para su sorpresa, Lizeth, menuda y heredera de una gran fortuna, tenía una puntería excelente. Con unos cuantos disparos certeros, eliminó a un par de guardias más que se acercaban por el flanco.
—¿Ves esos bidones rojos? —preguntó Rick.
—Sí, claro —respondió Lizeth.
—Si les disparas, podemos generar una explosión que nos dará una distracción para escapar por ese corredor. Corre hacia la colina detrás de la base. Mi SRV está allí. Una vez dentro, el radar te indicará dónde está mi nave. Es una Python. Sube a ella y vuela a la base más cercana. Te estarán esperando. Si caigo, no regreses por mí.
Lizeth asintió, recargó el bláster y disparó con precisión a los bidones. La explosión fue enorme, generando caos y confusión entre los piratas. Corrió hacia el SRV mientras Rick cubría su retirada, atrincherándose detrás de unas rocas y disparando a los guardias que venían tras ella.
—Por la galaxia, ese viejo no saldrá de allí, lo van a rodear —pensó Lizeth. Una vez dentro del SRV, dio la vuelta por la colina y aceleró a toda velocidad, atropellando a varios guardias que huyeron pensando que se trataba de refuerzos de GalPol. Derrapó detrás del montículo de piedras y abrió una de las compuertas.
—¡Eh, agente, sube! ¡Te llevo a tu nave! —gritó.
—¡Por los bigotes de Koki! Te di una orden, señorita, pero gracias por salvarme el trasero —dijo Rick, subiendo al vehículo.
Acto 4
A salvo en el interior de la Python, Lizeth respiró hondo.
—Gracias por salvarme, agente. ¿Cómo te llamas?
—Rick. Quantum Rick.
—Un momento, ¿eres el mismo Quantum Rick del Escuadrón Quantum? —preguntó Lizeth, sorprendida.
—Algo así —respondió Rick, mientras ajustaba los controles para un salto al hiperespacio.
—Agente... digo, Comandante Quantum Rick, verá... me encanta todo lo relacionado con la vida militar, pero mis padres quieren que me dedique a hacer galletas y pasteles. Aunque eso no es lo que me apasiona. Hace un año me inscribí en la academia de la Armada Federal para el cuerpo de infantería, y en la base escuché algunas historias que los instructores cuentan a los cadetes. Una de ellas hablaba de un escuadrón que cumplía misiones detrás de las líneas enemigas. Dicen que incluso sabotearon una Majestic del Imperio durante una batalla, y que uno de sus miembros, un tal "Ángel de Fuego", tenía el récord del piloto más letal en el simulador "Elite Dangerous". ¿Esas historias son ciertas?
Por primera vez, el rostro de Rick se relajó y esbozó una sonrisa.
—Mi bella miss, si le contara la mitad de las aventuras que he vivido, no me lo creería. Pero sí, muchos de esos relatos son en parte verdad y en parte mito.
Los ojos de Lizeth se iluminaron de emoción.
—¡Cuéntame todas tus historias, Rick! Quiero saber sobre tus aventuras y quiénes eran los demás miembros de tu escuadrón.
Noticia de Última Hora: Agarda Herald
“En una operación de rescate osada y temeraria, se ha logrado recuperar a la heredera de Industrias De Fua. La señorita Lizeth, que había sido secuestrada por una banda de piratas, se encuentra sana y salva con su familia. Se desconoce qué fuerza llevó a cabo la operación, pero fuentes no oficiales comentan que fue un grupo de mercenarios contratados por el padre y CEO de la empresa quien ordenó el rescate.”