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Bitácora de la comandante 01

25 Dec 2017Snowsturm
Sector: Inner Orion Spur
Cuadrante: 20 : -220 : 60
Sistema: Michel
Localización: Estación Witt
Hora: 17:33:10 del 24 Dec 3303.
Cambio.




La capataz Makena Mccoy me comentaba sobre el negocio local, sobre el clima social, la elevación de la economía gracias a la influencia de agentes independientes de Torval, como yo, en un nuevo (en otro...) esfuerzo a retomar el sistema. Para ella, era toda una alegría, la verdad. Dinero es dinero, al fin y al cabo. Sus ojos iban de aquí para allá, frenéticamente empecinada en llenar los minutos hasta que mi contacto local pudiese alistar el siguiente grupo de acuerdos comerciales (ni loca pagaría por ellos..., de por sí mi apoyo a esta facción ya es frágil...), porque, al fin y al cabo, le convenía que el sistema fuese absorbido por el enfermizo cariño de la Gran Burbuja de juegos políticos: billones y billones de personas en miles de sistemas galácticos, como fichas en un gigantezco ajedrez. Como sea. Estiré mis hombros en movimientos circulares y froté mis sienes, intentando ahogar la voz de la capataz.
—Comandante Snowsturm, ¿se encuentra bien? —comentó por primera vez fuera de su parloteo, intrigada, observándome de reojo.
—Perfectamente —murmuré a regañadientes observando la pantalla que se hallaba tras ella contar los segundos parsimoniosamente.
—¿Té, comandante? —Sonó casi contenta de tener una tangente por la cual desviarse. Me pareció que yo también podía disfrutar un poco de un ligero cambio en el ambiente.
—Café —respondí bajo, reposando mi rostro contra el dorso de mis manos entrelazadas. Alcé la vista justo sobre el envés de las mismas, manteniendo mis labios bajo cubierta... por decirlo así—. Negro —respondí asertiva al verla cómodamente alcanzando la crema.
Con el control remoto en mano, que era un dispositivo a forma de monitor digital, comencé a jugar con la susodicha pantalla, a explorar las opciones locales y recibí el café sin siquiera observarle. Estoy segura que eso me debió haber galardonado un gesto bastante desagradable de parte de Mccoy, pero al verme explorando la economía, más le convendría guardar sus modales frente a una potencial inversora. Eso me alegró, porque el dinero que tenía en el sistema podría cubrir el seguro de mi nave, y tal vez un par de regalos de navidad para mis conocidos, allá en Quince.
Y ahora que lo menciono, ¿qué demonios hacía aquí en navidad? No es por dinero ni causas políticas, no. Ni siquiera por causas benéficas. Por favor. No había nada en Michel para mí. Ni siquiera un co-piloto decente. ¿Pueden imaginarse que lo más decente que había era una escoria recién salida de prisión, quien perdió su nave en 'misteriosas consecuencias'? Por un 12% de mis ingresos más bien me pasaría por Sol y conseguiría un sirviente de raza.
—Ah, curioso —susurré para mí misma sobre la algarabía de las órdenes de montar las nuevas unidades disponibles, de acuerdos comerciales, a mi bodega de carga. Sorbiendo del café, vi en el monitor portátil un nuevo grupo de pilotos disponibles para contratar. Una Aurelia Sheppard atrajo mi atención. ‘Pionera de la primera expedición hasta la remota estación Beagle Point, al otro extremo de la galaxia.’ Silbé asombrada. ‘Calificada como Competent por la Federación de Pilotos.’— No tengo nada mejor que hacer, supongo.
Decidí descender a las bahías de carga y buscarla para plantearle una breve entrevista.
—Sheppard? No, no, Sheppard's gone to the bar, Ma'am Commanda'. She ain't around. You ought'a go and look for 'er ther' 'cause she 'ont be back 'till morrow. —me respondió un grasoso mecánico trabajando en lo que parece un motor de distorsión de al menos rango 6.
Forzada a ascender a la taberna... taberna... ¿cuál taberna? Deben haber cientos en este maldito traste.
—Which tavern though? —me doy vuelta, interrogando al mecánico.
—Prob's the one us mechs use, up in the second floor Ma'am Commanda'. —responde, señalando al elevador con una llave inglesa. Taberna, segundo piso. De acuerdo.



¿Han estado alguna vez en un ascensor con al menos un increíblemente incómodo individuo en una situación ineludible donde sólo es cuestión de espera? Bueno, por la decencia de este relato, y por la poca justicia que se pudiese ofrecer al maltratado trasero de ese pobre hombre luego de lo que tuvo que haber pasado antes de llegar al elevador, yo tampoco. Hay cosas que es mejor no recordar. Por gracia y derivación, me aseguré de usar el sistema de saneamiento corporal. Tres veces. Sin incluso haberle tocado en lo más mínimo.
Con una imagen nueva quemada, y poco deseada, en mi mente ascendí hasta lo que le llamaban 'taberna' y descubrí que era más una extraña agrupación de partes de naves de antaño y corazas que ahora servían como barras y mesas. Las sillas eran butacas sacadas de bodegas de pasajeros de negocios y las mesas ondulares eran parte de cabinas de cazas, la mayoría marcadas con orificios quemados por láseres o magullados por cañones que habían grabado su historia. Aún con mi café en mano, decidí no ordenar una bebida. Tomé un sorbo, intrigada.



—Mmmm. No está. —comenté decepcionada, a lo cual una voz me respondió—: Du hast verloren, fraülein? —llamó el barman, desde atrás mío.
Con mi poco alemán, negué con la cabeza y respondí—: Nein mir... mir geht es gut. —Debí haberle causado gracia con mi acento porque me respondió con una sonora carcajada.
—English? ¿Español? —gruñó de buen brío, así que le devolví una sonrisa.
—Either will do.
—Entonces hablaemos en español. English no ser muy bueno. Ich bin schrecklich! —aclamó con una mueca.
Terrible, ¿dice? Terrible era en ambas lenguas. Con ese acento podría espantar a los Thargoides de todas las Pléyades. Ahora era mi turno de reir.— Aurelia Sheppard —indagué sin rodeos, gesticulando una pregunta y observando a ambos lados para intentar dar a entender que le buscaba.
—Ah, jaaa! jaaa! —exclamó en su peculiar forma de hablar entre gruñidos y señaló hacia una de las mesas en la plataforma al frente del bar.
Luego de estrechar manos y despedirnos en un aleminglésañol horrorizante, ascendí lo que solían ser las escaleras de una nave Correo Imperial hasta llegar al nivel de la plataforma. Ahí la vi.
—¿Aurelia Sheppard? —la llamé por su nombre con firmeza. La primera impresión es la más importante. La tomé por sorpresa, claramente, porque saltó de su asiento al escuchar su propio nombre.
—Yesh? —respondió, temblando en cada extremidad, plantando sus manos en la mesa para darse balance al ponerse de pie.
—Sé que habla español. Lo vi en su reporte. Soy la comandante Snowsturm de la nave Silver Memory SNOW-1 estacionada en la bodega 14. —Fui brevemente interrumpida por un pequeño anuncio de mi controlador sobre mi nave, que estaba ahora al 50% de capacidad de carga. ‘Deben haber cargado más de las malditas cosas,’ pensé y fruncí el ceño.
—¿En qué le puedo ayudar...? —murmuró la señorita.
Mmmm. Era más joven de lo que pensaba. ¿…De verdad estuvo en la expedición pionera a Beagle?— ¿De verdad estuvo en la expedición pionera a Beagle Point? —disparé la pregunta en mi cabeza sin darme más vueltas.
—¿A-ah? ¿A qué viene la pregunta? —respondió confusa.
—Busco co-piloto, y usted parecía bien calificada, aunque parece más joven de lo que explica su anuncio —comenté, alzando ambas cejas.
—Ah, sí... sobre eso... —Ella apartó sus ojos.
Perdí mi sonrisa. Comenzó a desagradarme esto.
—¿Ex-empleada de la Agencia de Inteligencia Federal? ¿Qué puesto ocupaba? —seguí, sin darle tregua. Quería ver si alguna de sus calificaciones esta cierta.
—¡Sí, en el 2998! —respondió, aferrándose a lo que pudiese salvar lo que acababa de darse cuenta era una potencial entrevista de trabajo.
—¿Qué cargo ocupaba?
—Ah. Uh. Secretaria de servicios sociales... ¡Estuve mucho tiempo e hice buenas investigaciones sobre el...!
Me di la vuelta sin despedirme. Había perdido el interés. Mentira tras mentira, esta persona no funcionaría. Creo que estaba mejor plantada esperando a que se llenara mi bodega, en compañía de la desesperante capataz.
—Danke! —exclamé, alzando una mano hacia el barman quien a su vez me sonrió de buena gana.
Estaba mejor esperando a alguien que fuese capaz de llenar esos pedales en mi nave con botas experimentadas.



Fin de la transmisión.
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