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Expedición STNR 1 - Capítulo 2. Verdad

14 Mar 2023Topo Estepario
Los dos guardias de la puerta no eran amenazantes, pero Sonya Ramírez no tenía ninguna duda de que sabían hacer muy bien su trabajo. Todo intento de comunicación con ellos recibía la misma cortés pero firme y frustrante respuesta.

–Lo siento, comandante, está confinada en su camarote hasta nueva orden.

No había sido buena idea abalancerse sobre Salvor, pero desde que vio entrar al asesino de su padre por la puerta, el deseo de arrancarle la tráquea con sus propias manos creció hasta hacerse insoportable, y oirle pronunciar su verdadero nombre la hizo perder de vista todo plan.

Venganza. El actual Jefe de Project Chaos, Robert Clinton, había restaurado la memoria de su padre, el General Janov Ramírez, y lo había convertido en héroe y martir de la causa.

–Sólo queda una cosa, Comandante Ramírez –le había dicho Clinton–, dar caza a sus asesinos ¿y quién mejor y más motivada para ello que su propia hija?

Emprendió la búsqueda, pero en Onil no quedaba nadie de la flota mercenaria. Ni siquiera sus eventuales aliados, los Storm Seekers, tenían idea de su paradero.

– Partieron hacia Colonia. Nadie sabe qué ruta tomaron, pero la habitual, seguro que no. Algunos de los nuestros se fueron con ellos.

A Colonia, era una buena pista. Podría coger la Ruta de Neutrones y esperarlos allí. Pero ¿cuánto tiempo?

Y entonces, en una misión rutinaria, un pequeño favor a un amigo para conseguirle unas previsiones financieras en un asentamiento de Saminicing, unos registros familiares en el puerto de datos le dieron la pista.

Era cosa de magia. Uno de los Storm Seekers embarcados con STNR hacia Colonia mandaba a su familia una foto ante una enorme Fonticulua con los datos de su ubicación.

El resto fue fácil. Llegar allí con la Anaconda, usar el caza para atacar a su propia nave y lanzar la llamada de socorro.


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–¡Hay que joderse!

Salvor se miraba en el espejo, contando las lesiones de su maltrecha cara. Aquella mujer lo había machacado a conciencia hasta que los guardias se la quitaron de encima.

–¡Más feo no te iba a dejar, amigo! –Marshall se reía mientras se servía una copa del minibar de Salvor– Bien, ya sabemos quién es, la hija del difunto General Ramírez. Pero ¿qué diablos hace aquí? y aunque a veces yo mismo te daría un puñetazo, no comprendo porqué parece tenerte tanto... cariño.

Salvor se volvió encogiéndose de hombros.

–No tengo ni idea. La dejaré un par de días confinada en su camarote para que medite. No tenemos prisa hasta llegar a Colonia y con la nave en ese estado no creo que llegue muy lejos si logra sortear a los guardias que le he asignado.

Marshall dio un trago a su copa, y dejó el informe de daños sobre la Anaconda de Ramírez.

–No vendría mal echar un vistazo a esa nave, Salvor. Tienes gente que puede hackear el acceso ¿verdad?

–Por supuesto, ya están en ello.

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Robert Clinton, nuevo Señor de Onil estaba orgulloso. Nada menos que la mismísima Aisling Duval le había convocado para una oloaudiencia. El contraataque a los sistemas de Storm Seekers iba viento en popa y seguramente sus progresos habían llamado la atención en la corte. ¿Quién sabía? Puede que esto catapultara su carrera y pudiera salir por fin de aquél apestoso rincón del extrarradio y trasladarse a Cubeo, donde podría hacer brillar su talento y hacer cosas realmente importantes.

Si conseguía dominar el sector y quitar de en medio a Turk Marshall y su flota de mercenarios, nada le impediría hacerse con un poder que superaría con creces al de la Triada Imperial. Podría incluso acceder directamente al más alto poder imperial sin intermediarios, y aquella audiencia con su Alteza Imperial era una oportunidad que no dejaría escapar.

–Señor –el nuevo consejero hablaba con cierta prudencia–, no dudo que el plan que ha trazado tiene altas probabilidades de éxito... sólo veo un punto débil.

–¿Y cuál es, Consejero Tarlas?

–El plan está supeditado a que la misión de la Comandante Ramírez tenga éxito. Es jugárselo todo a una carta, y no me parece que esa carta pueda hacernos ganar esta mano, señor.

Clinton rio con teatral condescendencia y puso la mano sobre el hombro de Tarlas.

–Amigo mío, sus dudas son la prueba de mi éxito. Ramírez es un Caballo de Troya. Su misión ya la ha cumplido. Lo que hay en su nave es lo que completará nuestro objetivo.


(**Sigue el Out of Context de Marshall en Twitter: @CmdtEstepario**)
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